Opinión

Isabel II, figura unificadora

La ceremonia, la categoría de los asistentes y su audiencia mundial reflejaron el antiguo estatus imperial de Reino Unido

El coche fúnebre de Estado que transporta el féretro de la reina Isabel II, ataviado con el estandarte real con la corona imperial de Estado y el orbe y el cetro de la soberana, circula por Albert Road
El coche fúnebre de Estado que transporta el féretro de la reina Isabel II, ataviado con el estandarte real con la corona imperial de Estado y el orbe y el cetro de la soberana, circula por Albert RoadNiall CarsonAgencia AP

La segunda edad isabelina terminó y el funeral de Estado marca el paso de una época. La ceremonia, la categoría de los asistentes y su audiencia mundial reflejaron el antiguo estatus imperial de Reino Unido y fueron un recordatorio de este pasado. La reina Isabel II fue un hilo conductor durante casi todo el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, siendo Winston Churchill su primer «premier», hasta el Brexit. Aunque se han producido algunas protestas aisladas sobre el mantenimiento de un monarca constitucional –y la preocupación por la forma en que se han vigilado–, no ha habido una corriente de opinión sobre la introducción de cambios en el papel del monarca en el sistema constitucional de Reino Unido. Carlos III se apresuró a visitar cada una de las partes que componen Reino Unido con motivo de su acceso al trono y a intentar ser una figura unificadora al igual que lo fue su madre.

Pero esto no será fácil. La incertidumbre económica y la inestabilidad política serán las características que definan el inicio del reinado de Carlos III. La guerra en Ucrania, así como el Brexit, han expuesto a Reino Unido a importantes desafíos económicos, con un rápido descenso del valor de la libra esterlina y un aumento de la pobreza. Además, los avances nacionalistas en Escocia, Irlanda del Norte y, en menor medida, Gales, plantean claros desafíos a la futura configuración de Reino Unido. Aunque el monarca no desempeña un papel importante en el Gobierno, y el rey ha señalado que no hará declaraciones políticas, tendrá pocos deseos de ver su reinado marcado por la crisis. Con una primera ministra recién nombrada, Liz Truss, que ofrece soluciones políticas radicales a los problemas económicos y el estancamiento del Brexit en relación con el Protocolo de Irlanda del Norte, es poco probable que esas crisis se disipen.