Opinión

¿Por qué no se cancela a Putin, Xi Jinping y Jamenei?

Al parecer, la cancelación está reservada solo para Occidente

Manifestantes se concentran en el National Mall para protestar contra el régimen iraní, en Washington, el sábado, tras la muerte de Mahsa Amini bajo la custodia de la conocida "policía de la moral" de la república islámica
Manifestantes se concentran en el National Mall para protestar contra el régimen iraní, en Washington, el sábado, tras la muerte de Mahsa Amini bajo la custodia de la conocida "policía de la moral" de la república islámicaJose Luis MaganaAgencia AP

No se puede ser feminista si no se condenan las atrocidades que comete contra las mujeres el régimen iraní. Tampoco se puede ser pacifista si no se condena el genocidio que comete Vladimir Putin dentro de Europa todos los días. Y no se puede ser demócrata si no se condena el continuismo déspota de Xi Jinping en China. Occidente se enfrenta justamente a este eje China-Rusia-Irán en diferentes tableros, incluyendo el cultural. Pero por más atrocidades que se conozcan de esas tiranías y sus aliados, es muy poco el rechazo cultural que realmente generan. ¿Por qué?

Al parecer, la cancelación está reservada solo para Occidente, o sea, es una autocancelación, un suicidio cultural en favor de ese eje antidemocrático, iliberal y antioccidental (tiránico, machista, despótico, bélico, homófobo, etc). Es un progresismo malentendido que usurpa los logros de la democracia para atentar contra ella, colectivizando y parcelando los derechos humanos que por definición son individuales y universales. El fin es demonizar la cultura occidental a pesar de que es la única que procura garantizar la igualdad de género, la diversidad sexual y las libertades civiles.

El presidente ruso Vladimir Putin escucha al viceprimer ministro Dmitry Chernyshenko durante su reunión en el Kremlin en Moscú
El presidente ruso Vladimir Putin escucha al viceprimer ministro Dmitry Chernyshenko durante su reunión en el Kremlin en MoscúGavriil GrigorovAgencia AP

Por eso no extraña que ninguno de los movimientos feministas y la burocracia de género, se haya solidarizado con las mujeres iraníes que están haciendo una verdadera revolución más allá del “todas y todes”.

De igual forma, los “canceladores” esquivan cualquier condena a Rusia por su invasión a Ucrania, rayando en la equidistancia sin importarles las intenciones y características del imperio ruso. Y de China no quieren hablar, ni de su asedio a Taiwán, ni de su sometimiento financiero a los países en vías de desarrollo, ni tampoco de la coronación de su nuevo emperador que acaba de dar un golpe de estado en el partido comunista con una puesta en escena al estilo Sadam Husein.

La prioridad de cualquier activista que defienda de verdad algún derecho civil debe ser la preservación del sistema y la cultura que han generado los derechos que defiende, y que además le permite luchar para profundizarlos. Ese sistema es la democracia liberal y la cultura es la occidental, la cual está siendo amenazada por China, Rusia e Irán, países donde nadie puede defender ningún derecho, por cierto. Este eje, además de someter a sus propias poblaciones con sus gobiernos tiránicos, desestabilizan democracias por doquier en favor de sus intereses económicos y geopolíticos.

La guerra va mucho más allá de lo militar y es, sobre todo, cultural. Si seguimos haciendo la revolución dentro de las democracias y normalizando las tiranías, perderemos todos. Cancelemos a los tiranos antes de que sea demasiado tarde.