Retirada
AFRICOM: 18 años de guerra en África para acabar cediendo a Rusia
El Mando África de Estados Unidos enfrenta su posible disolución ante la falta de resultados y la creciente influencia rusa en el continente
Hace dieciocho años que se creó el Mando África de Estados Unidos. Su origen se debía a un creciente interés de Estados Unidos por la seguridad africana dentro de su marco estratégico en lo relacionado con la lucha antiterrorista y la gestión de los recursos naturales que abundan en el continente africano. Lo que era en sus inicios una división fragmentada en tres mandos, el EUCOM (Europa), el CENTCOM (Oriente Medio) y el PACOM (Pacífico), pasó a formar parte de un mando conjunto cuyas acciones en el continente han sido abundantes.
En Somalia han participado en múltiples acciones contra Al-Shabaab y el Estado Islámico, especialmente con el uso de drones y llevando a cabo un importante número de bombardeos contra objetivos terroristas. Sólo en 2019 realizaron 55 bombardeos contra posiciones terroristas en Somalia. En Libia, ejecutaron la Operación Odyssey Lightning (agosto-diciembre de 2016) para combatir contra los miembros del Estado Islámico radicados en su bastión de Sirte. Han ocupado bases permanentes en Níger y Yibuti. Han colaborado con medios de inteligencia nigerianos en la lucha contra Boko Haram, igual que han colaborado en la lucha antiterrorista con Camerún, Kenia, Mali y Burkina Faso, entre otros. Han realizado ejercicios militares conjuntos con decenas de países africanos, entre los que destacan los conocidos como African Lion, Flintlock y Obangame Express.
En definitiva, las actuaciones de AFRICOM en el continente han sido numerosísimas. Pero la continuidad del Mando África de Estados Unidos supone hoy una duda razonable. Porque Estados Unidos está reconsiderando el futuro de su Comando para África (AFRICOM), en un momento en que su influencia en el continente ha disminuido y crecen las tensiones geopolíticas con Rusia y China. La posible disolución del mando fue confirmada por el general Michael Langley, jefe de AFRICOM, durante una rueda de prensa previa a una cumbre de defensa africana en Kenia.
Langley indicó que la administración estadounidense está evaluando la posibilidad de fusionar AFRICOM con el Comando Europeo (EUCOM), retrocediendo a una situación similar a la de antes del 2007. El general señaló que “he hablado con varios ministros de defensa y algunos presidentes y les dije que estábamos evaluando esa posibilidad”, aunque también instó a los gobiernos africanos a transmitir sus opiniones al respecto a través de sus embajadas en EE.UU. En sus palabras: “Si somos tan importantes para ustedes, tienen que comunicárnoslo y ya veremos”.
Aunque la versión oficial señala que esta decisión se debería al deseo de la administración Trump de reducir los gastos que supone un mando único para el continente africano, la realidad puede sonar más compleja. Debe conocerse que, ya desde sus inicios, el AFRICOM no fue acogido con demasiado entusiasmo por los líderes africanos. Tal es así, que ninguna nación del continente quiso acoger su centro de mando en ninguno de sus territorios, lo que obligó a que la sede del AFRICOM estuviera en… Stuttgart, Alemania. Asimismo, una de sus primeras acciones (y, quizás, de las más relevantes) tuvieron lugar en Mali, donde se han enfrentado a numerosas críticas por unos métodos que podrían definirse como concesivos con los independentistas de Azawad.
Así lo explicaba la periodista Beatriz Mesa en su libro El fracaso de Occidente en África (Almuzara, 2024): “Es legítimo preguntarse […] acerca de los resultados de esta estrategia global estadounidense en su nuevo enfoque táctico en el Sahel. En primer lugar, porque los programas estadounidenses de entrenamiento de las fuerzas armadas de estados inestables con la intención de impulsar un proceso de democracia y paz civil, y la entrega de armas a los ‘enemigos de los enemigos’ como parte de la ‘huella ligera’ para garantizar que ‘las batallas africanas sean libradas por los africanos’, presentan el peligro claro de favorecer a los que defienden los proyectos insurgentes secesionistas, criminales o religiosos”.
Resultados insuficientes
Con la intención de combatir a la expansión del terrorismo islámico en Mali, los estadounidenses decidieron fortalecer la capacidad de combate de los secesionistas de Azawad. La idea podía parecer útil a priori, pero ha derivado en un nuevo enfrentamiento entre los independentistas y el gobierno maliense desde el verano de 2023. Todo ello sin que se haya expulsado al yihadismo armado del país.
Otro factor considerable. Que las múltiples acciones del AFRICOM no han conseguido erradicar las amenazas por las que se presentó en un primer lugar. Más de 110 bombardeos en Somalia desde 2020 no han logrado eliminar a Al Shabaab. Un grupo que, lejos de desaparecer, acumula fuerza en estos momentos. Tampoco sirvió de mucho la creación de la Base Aérea 201, en Níger, capaz de albergar a más de 1.000 soldados norteamericanos, dado que el yihadismo armado también siguió expandiéndose por el país. A la hora de contribuir junto con Nigeria y Camerún en su lucha contra Boko Haram, tampoco puede decirse que el grupo terrorista haya desaparecido en los últimos 20 años. AFRICOM desplegó fuerzas estadounidenses y recursos para capturar en Uganda al señor de la guerra conocido como Joseph Kony. Pero a pesar de una larga operación (más de una década), nunca lograron detenerlo. Kony sigue prófugo y su amenaza persiste.
Como es lógico, la existencia del AFRICOM tampoco ha impedido el continuo fortalecimiento de Rusia en el campo militar africano. Sólo en los últimos cinco años, el Grupo Wagner y Africa Corps han conseguido plantar su bota en Mali, Níger, Burkina Faso, Guinea Ecuatorial, Sudán y Libia. Eso, sin contar con influencias previas en Mozambique o República Centroafricana. En el caso de Níger, la entrada de los rusos vino acompañada de la expulsión de los 1.000 soldados estadounidenses desplegados en la Base Aérea 201. La imagen fue humillante para Washington: una base cuya construcción le costó a 110 millones de dólares a la administración estadounidense fue ocupada por operativos rusos y nigerinos en cuestión de días.
Lo sucedido en Níger fue una respuesta evidente a la falta de resultados dados por las tropas estadounidenses en los 16 años que estuvieron en el país. De hecho, cuando los estadounidenses llegaron a Niamey en 2008, el terrorismo islámico aún no operaba en la nación africana.
La posible disolución del AFRICOM parece una consecuencia lógica de los hechos. En primer lugar, comulga con las políticas de Donald Trump en lo relativo a recortar el gasto público, añadido a su desinterés por los países africanos, a los que tildó de “países de mierda” en 2018. Además, la falta de resultados se conjuga con la creciente popularidad rusa, en lo que podría definirse como una “derrota” de Washington en el continente africano. Todo esto ocurre, y no debe olvidarse, en un momento donde el epicentro del yihadismo armado internacional se encuentra en el Sahel.