Oriente Medio
El batallón de mujeres Caracal, la única unidad tanquista femenina del mundo, revela cómo doblegó a Hamás en la matanza del 7 octubre
La pericia y el valor de estas soldado evitaron que los islamistas entraran a más kibutz en el sur de Israel el 7 de octubre
Solo hay una compañía militar de mujeres tanquistas en el mundo. Y está en Israel dentro del batallón de infantería ligera mixto Caracal. Normalmente opera a lo largo de la frontera entre Israel y Egipto para enfrentar temas de contrabando de droga, pero nunca nada relacionado con la guerra. Hasta ahora. La compañía se hizo permanente en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en 2022 después de un programa piloto de dos años. En un sistema militar dominado por los hombre en todas las escalas -si bien con mucha presencia de mujeres porque el israelí es un ejército del pueblo-, la incorporación de mujeres en unidades de combate, especialmente en tanques y aviones, ha sido un tema de debate desde hace años en el país, ya que muchos se oponen.
Probablemente por eso, el jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, se reunió hace unos días con tripulaciones de tanques femeninas que lucharon en la frontera de Gaza el 7 de octubre y les dijo que sus acciones habían silenciado a quienes dudaban de la capacidad de las mujeres para participar en unidades de combate.
En la mañana del 7 de octubre, la compañía de tanquistas abandonó su base militar en Nitzana y se dirigió hacia el norte lo más rápido que pudo a bordo de tanques y vehículo «humvee» blindado. Los tanques recibieron autorización para circular por carreteras civiles y a velocidades mucho más altas de las recomendadas. Descubrieron brechas a lo largo de la frontera, junto con decenas de infiltrados palestinos. Dejaron un tanque en el agujero principal para proteger la frontera y se dirigieron al kibutz Holit y Sufá.
«El sábado 7 de octubre nos despertamos cerca de las 7 de la mañana con el ruido de las sirenas, no físicamente aquí sino en el teléfono», explica Karni, comandante de tripulación blindada a unos pocos periodistas en su base de Nitzana, en la frontera egipcia. «Ya circulaban rumores de que había terroristas en la frontera con Gaza. Algo no estaba claro, abrimos los teléfonos, vimos vídeos, fotos, cosas extrañísimas. Entonces empecé a recibir informaciones por el canal oficial, un poquito más claras: hay terroristas en las comunidades fronterizas».
«Di la orden al regimiento y les dije: gente, nos preparamos para un día de batalla, no sé cómo nos va a afectar y todavía no sé nada, pero nos preparamos para la batalla». Karni tiene 23 años, combate desde los 18 en unidades de ataque. Los habitantes de Ashdod conocen lo que es una rutina de sirenas, refugios y misiles desde hace más de 15 años. Desde que Karni iba a la escuela primaria en esta localidad. «Llamé a mi comandante y le dije que saliera hacia la carretera y condujera al norte, en dirección a Gaza». «Yo agarré el vehículo blindado y comencé a conducir detrás de ella, no sabíamos exactamente a dónde íbamos ni con qué nos íbamos a encontrar. Llamé también a la subcomandante de mi compañía y le dije que tuviera listo a todo el regimiento y a todos los combatientes, porque al parecer nos estábamos metiendo en un combate en la frontera».
Como se ha podido ver en las ruinas de los kibutzim y en los vídeos grabados por los atacantes de Hamás, estos tuvieron tiempo -no solo de acabar con la vida de más de mil personas- sino también de hacer pintadas en las casas destruidas, cocinarse comida y comérsela después de las matanzas y torturas. «Mantuve conversaciones con la base», dice Karni. «Al fin y al cabo, mover tanques a una carretera en dirección al norte es algo que tiene que hacerse coordinadamente y más si se atraviesan límites territoriales. Tenía que estar en contacto con ellos porque también soy responsable de esta zona, no puedo dejarlo todo y llevarme a los combatientes y a los instrumentos».
Karni relata que cuando llegaron a la zona de la frontera le llamaron para notificarle que su comandante estaba en combate con terroristas de camino. «Cuando me dijeron eso, agarré el tanque y el vehículo blindado y nos dirigimos a donde estaba él. Al alcanzar el punto vimos unos cuarenta terroristas que corrían hacia nosotras, y escuchamos balas estrellándose contra los vehículos y el tanque. ¡Nos estaban disparando»!.
«Al llegar di orden para que el tanque siguiera avanzando mientras disparábamos el cañón contra los terroristas. El objetivo era asegurarnos de que acabar con todos». Estuvieron alrededor de dos horas en esta situación hasta que ella decidió pasar al segundo tanque y dirigirse a la valla de separación entre Israel y Gaza. «Al llegar vi un agujero más ancho que mi tanque», recuerda. Dice que en ese momento se dio cuenta de que en realidad solo estaban en el comienzo de una dura batalla.
Or, comandante de otro tanque, ya había colocado a sus soldados en diferentes posiciones estratégicas en la zona para proteger a algunas comunidades, cuando recibió la orden de ir al kibutz Sufá a las 7:30 de la mañana, una hora después de que comenzaran los ataques. «Or, ten cuidado, hay muchos terroristas por todas partes, han atacado mi base, te necesitamos lo antes posible», le dijo a su comandante. «Al llegar con tres vehículos allí vimos misiles por todas partes, granadas, RPG, a lo bestia».
«Tras doce horas de combates contra un centenar de terroristas yo sabía que mi misión era detenerlos allí mismo, no podían superarme y entrar en los demás kibutzim. Con los proyectiles, ametralladoras y otras armas que llevábamos en mi vehículos tomamos posiciones en la zona para ser letales», relata. Fue así como frenaron a los terroristas de Hamás. «Ninguno de los terroristas pudo entrar a lo kibutzim de la zona del sur de Gaza, a Bnei Netzarim, Navé, Shlomit, Yevul, Avshalom. Los frenamos cuando estaban de camino». Ese día esas combatientes estuvieron dentro de los tanques y humvees diecisiete horas.
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