Relaciones bilaterales
Biden estrecha su alianza con India con el ojo puesto en China
El demócrata recibe con pompa y honores a Modi en su tercera visita de Estado desde que es presidente de EE UU
La Casa Blanca se vistió hoy de gala para recibir al primer ministro de India, Narendra Modi. El presidente Joe Biden recibió al líder hindú con todos los honores reservados solo para los jefes de Estado más cercanos a Washington, los llamados aliados preferenciales. Se le brindó una ceremonia de llegada colorida en el césped sur de la residencia presidencial, seguida de conversaciones en el Despacho Oval, con una inusual rueda de prensa, algo a lo que Modi no tiene acostumbrado a los periodistas (no había realizado ninguna desde que asumió su cargo hace nueve años). Más tarde, por la noche, le esperaba una brillante cena de Estado, la segunda que se ofrece desde que Biden es presidente.
Todo el desdén diplomático dio sus frutos. Ambos países lograron acordar lo que el presidente estadounidense llamó «una relación más sólida», a través de una serie de acuerdos comerciales y de defensa. El acuerdo, descrito como «pionero», busca diversificar las cadenas de suministro para reducir la dependencia de China. Ahora, se ha firmado un primer memorándum de entendimiento para en el futuro cercano permitir que General Electric Co (GE.N) produzca motores de avión en India, con el objetivo de impulsar la construcción de aeronaves militares de este país. Funcionarios superiores de la Administración Biden habían declarado que este acuerdo serviría como base para la colaboración mutua en la producción de semiconductores, minerales críticos, tecnología, cooperación espacial y cooperación y venta de equipos de defensa.
Además, India se ha comprometido a adquirir drones armados MQ-9B SeaGuardian, que son fabricados en EE UU. Con la compra, dice Washington, se ha «entrado en una asociación de defensa de próxima generación». Este plan va anclado a otro acuerdo de la compañía estadounidense fabricante de chips Micron Technology (MU.O) para invertir 2.700 millones de dólares en una nueva unidad de pruebas y embalaje de semiconductores que se construirá en el estado natal de Modi, Gujarat. EE UU también facilitará que los trabajadores indios cualificados obtengan y renueven sus visas. La colaboración se prevé tan estrecha, que incluso en materia de defensa los buques de la Armada de Estados Unidos en la región podrán hacer escalas en astilleros indios para reparaciones, según otro acuerdo marítimo. Esto hace años hubiera sido imposible.En el afán de India por convertirse en un actor global de mayor peso, particularmente en el campo tecnológico, a Modi le esperan reuniones hoy con los CEOs estadounidenses. El martes ya se vio con el multimillonario Elon Musk, director ejecutivo de Tesla, en un esfuerzo por llevar la construcción de sus vehículos a India.
La cereza en el pastel de la pomposa visita la selló un discurso ante las dos cámaras del Congreso estadounidense, en una muestra no solo del más alto respeto al aliado consentido del indo-pacífico, sino de una voluntad bipartidista que es poco habitual entre republicanos y demócratas en el legislativo. Solo los más radicales de cada partido tuvieron algo que decir sobre la visita de Modi. En ese grupo, tres demócratas progresistas, las representantes Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar y Rashida Tlaib, cuestionaron fuertemente durante la semana la falta de «pluralismo, tolerancia y libertad de prensa» en India bajo el mando del líder nacionalista.
Esas preocupaciones sobre derechos humanos en India durante el mandato de Modi no son nuevas, pero ahora han ganado relevancia en medio de este acercamiento estratégico. Lo cierto es que no es la primera vez que Washington es cuestionado por una aparente preocupación selectiva sobre el tema, aunque la apuesta ahora parece ser acercar a Modi lo suficiente para llamarle la atención en privado y como aliado, más que avivar una confrontación. Y es que, aunque no se dijo públicamente, la esperanza es que Biden pueda poner presión sobre el retroceso de las libertades a partir de esos acuerdos. Una suerte de más vale cerca que lejos. Recordemos que en el vecindario, India es como democracia (a pesar de sus problemas), la única opción viable.
Estados Unidos necesita de India para disminuir la creciente influencia de China en la región del Indo-Pacífico Modi, por su parte, Modi quiere lo mismo porque su país el más poblado del mundo con 1.400 millones de habitantes, lo que supone un capital humano para ganar mercados más allá de su actual zona de repliegue.
No está todavía clara cuál será la respuesta China a esto, aunque la mayoría de analistas apuntan a que el juego es a largo plazo, algo para lo que Xi Jinping ha demostrado ser bueno. La guerra fronteriza entre India y China fue cruenta y en la memoria de los chinos sigue siendo un punto de extrema tensión. Asimismo está Rusia, un actor que por cuenta de las sanciones de Occidente ha tenido que vender su petróleo a India a un precio por debajo del mercado, en un esfuerzo por no mermar más sus ingresos. India sabe que la guerra en Ucrania le ha beneficiado en este sentido y el reto de Washington es poder, a largo plazo, competir con estándares de ganancia similares.
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