Terrorismo yihadista

El resurgimiento de Daesh en Siria e Irak

La banda terrorista se alegra de que el Pentágono tenga que reconocer su actividad en ambos países.

Las cifras que ofrece Daesh para los seis primeros meses del año son contundentes: 656 atentados en Irak y 534 en Siria
Las cifras que ofrece Daesh para los seis primeros meses del año son contundentes: 656 atentados en Irak y 534 en Sirialarazon

Daesh se jacta de que el Pentágono se hace eco del resurgimiento del grupo yihadista en Siria e Irak.

Daesh, en el último número de «Al Naba» se hacía eco, como una «gran victoria», del informe de «El Pentágono» en el que se admite el resurgimiento del grupo yihadista en Siria e Irak.

Se jactan de que un «inspector general» reconoce que, «a pesar de la pérdida de tierras, el Estado Islámico ha reanudado sus actividades en Siria» y que ha logrado «consolidar sus filas y continuar operaciones en ambos países».

Asimismo, subrayan que «las milicias kurdas no pueden, pese a continuas operaciones, preservar la tierra que han recuperado». Por ello, se alegran de que desde el Pentágono se preocupen por «los múltiples asesinatos, emboscadas y atentados con martirio» que cometen.

Las cifras que ofrece Daesh para los seis primeros meses del año son contundentes: 656 atentados en Irak y 534 en Siria, que deben aproximarse bastante a la realidad cuando ya han concitado la atención y preocupación de los expertos internacionales y las autoridades de Estados Unidos.

No hay día en que la agencia Amaq, que controla el Estado Islámico, no dé varias noticias de atentados cometidos en ambos países. El objetivo preferente son las tropas del PKK y, en general, lo que buscan es causar el terror entre la población.

Según se publicaba en un anterior número de «Al Naba», el semanario destinado a los «muyahidines» (combatientes), los yihadistas habían logrado meter tanto miedo a los campesinos que, al llegar la noche, acudían a dormir a las ciudades, ante el temor de sufrir el ataque de los terroristas.

Cuando se produjo la derrota territorial de Daesh, con la toma de la localidad de Al Bagour por las tropas kurdas con apoyo estadounidense, Abu Bark Bagdhadi (en realidad Ibrahim Awad) se enfrentó con una grave crisis interna, ya que fue él uno de los primeros en desaparecer de la primera línea de combate.

A partir de ese momento, puso en marcha una campaña de mentalización de sus combatientes para hacerles creer que la derrota era en realidad una victoria, ya que respondía a los designios de Alá que a veces pone a prueba a los «muyahidines».

Hubo algunos que no se creyeron el «cuento», pero la realidad es que muchos, los más fanatizados, asumieron la consigna lanzada por el «califa» y se pusieron a sus órdenes. El objetivo inmediato era la recuperación de la operatividad terrorista de Daesh y visualizarlo a nivel mundial.

Para ello, se planteó el desarrollo de una doble «guerra» (además de la ideológica y psicológica, que se mantienen siempre) que tenía como finalidad, por un lado, el «desgaste» de las tropas que habían recuperado los antiguos territorios conquistados por Daesh; y otra, de «expansión», con la creación y potenciación de «wilayas» (franquicias) en diversas zonas del mundo. Además, debían jurar adhesión inquebrantable al «Califa», que, de esta manera, reforzaba el liderato de la banda, la última conocida en Bangladesh.

Los cabecillas terroristas dieron una gran importancia a la primera de las modalidades de combate, la que se tenía que desarrollar en Irak y Siria.

Para ello crearon una serie de «células durmientes» a las que aleccionaron en las tácticas de guerrilla para dar «golpes de mano» y retirarse del lugar antes de la llegada de los refuerzos del «enemigo». Durante varias semanas seguidas, «Al Naba» publicó las instrucciones de funcionamiento de estas células, en las que el factor sorpresa, previo estudio minucioso del objetivo a atacar, era fundamental.

Movilidad

Lo importante era la movilidad, en los «Pick Up» que utilizan en el desierto, o las motocicletas en zonas selváticas. Una vez llegados al lugar, causar el mayor daño posible y matar a las personas más significadas de la población (cuyos nombres aparecen después en Amaq o en «Al Naba»). Para completar el cuadro de terror, los yihadistas se dedicaron a quemar las cosechas, con la práctica de tierra arrasada, lo que quebró por completo la moral de los que permanecían en las zonas atacadas o habían vuelto después de la proclamada «victoria».

La guerra de «desgaste» ha dado, lamentablemente, resultados positivos para Daesh ya que nadie puede decir en determinadas sitios de Siria e Iraq que se sienta seguro y que no pueda ser atacado en cualquier momento.