Entrevista
"Eliminar a Jamenei es visto por Israel como la solución definitiva para rehacer Medio Oriente"
El profesor Pierre Pahlavi asegura que "la sociedad iraní está dividida entre el miedo a la guerra y el deseo de liberación"
Pierre Pahlavi es profesor en el Canadian Forces College y ha trabajado en temas de geopolítica y seguridad. En declaraciones a LA RAZÓN, el académico canadiense advierte de la capacidad del pueblo iraní para resistir frente a las influencias extranjeras y asegura que la sociedad está dividida entre quienes apoyan al régimen y los que celebrarían la caída del sistema teocrático implantado en 1979.
¿Se encuentra Irán ante un callejón sin salida desde el punto de vista militar y político tras la guerra desatada por Israel?
El liderazgo político iraní ha quedado muy debilitado tras seis días de ataques israelíes. Su legitimidad ya estaba en entredicho desde lo ocurrido el 7 de octubre de 2023. Con el régimen sirio colapsado y sus aliados regionales golpeados, Teherán ya venía replegándose en una estrategia defensiva. Hoy, la República Islámica se parece más a una fortaleza sitiada, con muy pocas opciones reales. Incluso el propio ministro de Exteriores iraní ha reconocido que el régimen está debilitado de forma irreversible; no hay vuelta atrás al escenario anterior al conflicto. Si continúan las hostilidades -y todo indica que Israel apuesta por eso-, el cambio de régimen dejaría de ser una posibilidad remota para convertirse en algo casi inevitable.
¿Cómo ha afectado el asesinato de altos mandos de la Guardia Revolucionaria a las capacidades militares e inteligencia de Irán?
La operación "León Ascendente" no fue improvisada. Es el resultado de años de doctrina militar israelí, desarrollada desde la guerra de 2006 con Hezbolá: eliminar al liderazgo, destruir infraestructura y reducir la capacidad de respuesta estratégica. Fuentes israelíes hablan de meses de preparación, combinando bombardeos aéreos, enjambres de drones y operaciones encubiertas. Se movilizaron más de 200 aviones de combate y, según se informa, comandos especiales operaron dentro de Irán para coordinar ataques de precisión. En solo una semana, Israel ha asestado un golpe sin precedentes al aparato de seguridad iraní. Han muerto el comandante de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami; el jefe del Estado Mayor, Mohammad Bagheri; el líder del programa aeroespacial, Amir Ali Hajizadeh; y el sucesor de Qassem Soleimani en la Fuerza Quds. También se ha confirmado la muerte de varios científicos nucleares clave, como Fereydoun Abbasi-Davani. Se han atacado más de 150 objetivos estratégicos, dejando al liderazgo iraní desorientado, con su estructura de mando desmantelada y sus capacidades disuasorias gravemente afectadas.
¿Qué papel juega el programa nuclear en este conflicto? ¿Ha logrado Israel retrasarlo o dañarlo?
Israel teme, con razón, que Irán esté mucho más cerca de tener un arma nuclear de lo que el resto del mundo quiere admitir. Esta ofensiva busca precisamente debilitar, o incluso destruir, el núcleo militar y nuclear del régimen. Aunque Irán ha enriquecido uranio al 60% -muy cerca del nivel necesario para armas nucleares- todavía no tiene todas las capacidades clave, como miniaturizar una ojiva o integrarla en un misil. O sea, la amenaza es real, pero todavía no es inminente. La estrategia de Israel es tanto militar como psicológica: aunque no logren eliminar totalmente el programa, sí pueden debilitarlo y sembrar dudas dentro de la cadena de mando iraní. Y de paso, les da un argumento fuerte para justificar la operación militar: el llamado “riesgo nuclear” les sirve para atacar lo que llaman “la cabeza del pulpo”, después de años combatiendo sus tentáculos en la región.
¿Cómo está reaccionando la sociedad iraní ante esta escalada? ¿Apoya al régimen o crece el rechazo?
La opinión pública en Irán está muy dividida. Muchos -sobre todo jóvenes y gente en las ciudades- han recibido los ataques con cierto alivio, incluso celebrando la muerte de altos cargos del régimen como una especie de justicia después de años de represión y crisis económica. Medios independientes han mostrado escenas de alegría contenida y elogios a Israel, algo casi impensable y muy arriesgado. Pero también se han visto manifestaciones a favor del régimen, con cánticos nacionalistas como “Muerte a Israel”, en una reacción común frente a amenazas externas. El gobierno ha intensificado la represión, con arrestos de disidentes y más control sobre internet, sobre todo en provincias como Hormozgán. El resultado es una sociedad dividida, atrapada entre el miedo a una guerra mayor y el deseo latente de un cambio profundo.
Una última pregunta: más allá del programa nuclear, ¿el cambio de régimen es ahora un objetivo explícito de Israel?
Desde que comenzó "León Ascendente", la dirigencia israelí ha sido cada vez más clara sobre sus verdaderas intenciones. Lo que parecía una operación táctica limitada, ahora apunta a algo mucho más grande. El primer ministro Netanyahu ya no usa eufemismos: ahora habla abiertamente de acabar con la República Islámica. Incluso ha llamado públicamente al pueblo iraní a levantarse, diciendo que “el régimen es mucho más frágil de lo que parece”. Ha llegado a sugerir que eliminar al líder supremo Jamenei sería la solución definitiva para transformar el Medio Oriente. Dentro de su gabinete, figuras como la ministra de Ciencia, Gila Gamliel, hablan de una “oportunidad histórica” para terminar de una vez con el régimen islámico. Incluso el nombre de la operación -"León Ascendente", con referencia bíblica— remite a la época anterior a la revolución de 1979, al Irán del “León y el Sol”. Pero esto no es solo simbólico. La guerra informativa está tan planeada como los misiles. El ataque a la televisión estatal iraní no fue solo táctico, sino psicológico: buscó desmantelar el relato de invulnerabilidad del régimen. Israel está peleando en dos frentes: el militar y el de la percepción. Detrás de los ataques de precisión hay una estrategia clara: desestabilizar la economía iraní, paralizar su infraestructura nuclear y militar, y romper su capacidad de tomar decisiones, todo sin invadir físicamente el país. Es una guerra de desgaste y sabotaje, usando contra Irán las mismas tácticas que Teherán ha aplicado durante años en la región. Pero es una apuesta arriesgada.
Irán se caracteriza por su capacidad de resistencia. ¿Logrará resistir este ataque?
La historia de Irán está marcada por su resistencia a la intervención extranjera. Desde el golpe contra Mossadegh hasta el recuerdo del imperio persa, los iraníes desconfían profundamente de los cambios impuestos desde fuera. Incluso quienes desean el fin del régimen actual, difícilmente aceptarán un nuevo gobierno que parezca respaldado por Israel o Estados Unidos.