
Oriente Medio
El Plan "New Gaza": la audacia frágil que reordena el tablero de Oriente Medio
Inspirado en la urgencia y los imperativos estratégicos, este plan da prioridad a la seguridad, la reconstrucción económica y un camino condicionado hacia la autodeterminación palestina

En un momento en que el conflicto en Gaza parece enquistado en un ciclo de violencia interminable, el presidente Donald J. Trump ha presentado un plan integral para poner fin a la guerra. Este documento, titulado “Comprehensive Plan to End the Gaza Conflict”, consta de unos 20 puntos y busca no solo un cese inmediato de hostilidades, sino una transformación profunda del enclave en una zona desmilitarizada, próspera y libre de terrorismo.
Inspirado en la urgencia y los imperativos estratégicos, este plan representa un intento audaz de reordenar el tablero de Oriente Medio, dando prioridad a la seguridad, la reconstrucción económica y un camino condicionado hacia la autodeterminación palestina.
La mecánica de la paz: relojes y verificación
La arquitectura del plan es rigurosamente secuencial y pragmática, fundamentada en fases y verificación. Alto el fuego inmediato si ambas partes aceptan el plan, pero con la condición sine qua non de la liberación de todos los rehenes —vivos y asesinados— en un plazo de 72 horas tras la aceptación israelí.
Solo entonces se activa la segunda fase: un intercambio asimétrico de prisioneros. Israel liberará aproximadamente a 250 condenados a cadena perpetua y a 1.700 palestinos encarcelados, mientras las fuerzas israelíes iniciarían una retirada escalonada a líneas pactadas. Simultáneamente, se ofrece amnistía condicionada a los miembros de Hamás que depongan las armas, junto con salvoconductos para quienes deseen abandonar Gaza. La infraestructura militar y terrorista de Hamás debe ser desmantelada irrevocablemente.
En lo político se prevé un gobierno transitorio tecnocrático palestino —sin cuotas partidistas ni milicias—, supervisado por un “Board of Peace” (Consejo de Paz) que presidiría Trump, con figuras como Tony Blair entre sus miembros. La misión es evitar el limbo político y de seguridad mediante hitos verificables y una transición bajo supervisión internacional. La seguridad la garantizará una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF) y un cuerpo de seguridad local depurado de toda presencia de Hamas.
"New Gaza": trocando túneles y cohetes por contratos
La pata económica es un elemento estratégico fundamental, no un mero apéndice. "New Gaza" se concibe como un programa masivo de ayuda y rehabilitación, culminando en una Zona Económica Especial con incentivos preferenciales.
La idea es ingeniería de incentivos: trocando túneles y cohetes por obras y contratos. Proporcionar prosperidad y empleo a la sociedad gazatí es la herramienta más efectiva para abrir grietas en la estrategia mdel terror practicada por Hamas.
El plan como catalizador geopolítico
Aunque el plan lleve solo el nombre de Gaza, la estructura del plan pretende ser un catalizador regional. Su principal logro diplomático reside en la aceptación condicionada de Israel y el aval de los principales países árabes.
La clave reside en el factor que va más allá de Gaza: el plan frena la anexión de asentamientos ilegales en Cisjordania, una condición sine qua non impuesta por actores como Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. Los saudíes vinculan la normalización árabe-israelí a avances creíbles hacia la solución de los dos Estados.
Si esta arquitectura cuaja, el impacto se amplifica. Líbano y la frontera bajo la Resolución 1701 pueden reencauzarse con un desarme por fases de Hezbolá, reduciendo el riesgo de una escalada total. En paralelo, un mecanismo multinacional de seguridad marítima en el Mar Rojo y en el Golfo de Adén tiene por objetivo controlar los ataques de lo hutíes contra el tráfico marítimo internacional.
Lo más importante es la transición a una “Gaza sin Hamás” y prevenir o escudarse del resurgimiento de la amenaza de una nueva proyección iraní, que previsiblemente intentará sabotear el proceso por medio de sus proxies y guerra propagandística y de desinformación.
Fortalezas, debilidades y la encrucijada de las 72 Horas
Las fortalezas del plan son su claridad secuencial y su anclaje regional con el aval de los principales países del Golfo que se han convertido en los verdaderos protagonistas de la geopolítica regional. Las debilidades, sin embargo, son estructurales: la tutela externa de alguna manera pone en pausa la legitimidad palestina, y el desarme de Hamás, no está plenamente garantizado.
Además, la dinámica actual de la política interna israelí podría dinamitar el proceso, dado que la derecha dura de la coalición se opone frontalmente a la congelación de los asentamientos en Cisjordania y su anexión a Israel, que Trump ha condenado explícitamente con una contundencia incuestionable: “no lo permitiré”.
El horizonte de 90 días plantea riesgos claros. El escenario óptimo de la aprobación condicionada podría verse frustrado por el rechazo explícito de Hamás o la resistencia interna israelí, llevándonos a un retorno a las operaciones intensas.
Para calibrar la viabilidad, es vital vigilar cinco señales clave en las próximas 72 horas: (1) la entrega del listado de rehenes; (2) la composición y mandato de la Fuerza Internacional; (3) una declaración explícita de no anexión por parte de Israel; (4) el marco financiero multianual de "New Gaza"; y (5) el concurso de Qatar y Egipto como garantes principales del acuerdo.
En última instancia, el plan de Trump es una apuesta por el pragmatismo realista. Es audaz —por integrar rehenes, transición y financiación— y frágil —porque descansa en voluntades quienes hasta ayer se negaban mutuamente la legitimidad. Su mérito es haber articulado una hoja de ruta verificable que obliga a todos a fijar prioridades. Si estas se cumplen, "New Gaza" podría ser el punto de inflexión regional de gran trascendencia. Si falla, nos asomamos a una guerra por capítulos de consecuencias incalculables. Con la inestabilidad arraigándose de manera quien sabe si permanente en la región más explosiva del planeta
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