
Defensa
El escudo planetario con el que China humilla al Pentágono: intercepta 1.000 misiles y es inmune al engaño
Pekín da un golpe sobre la mesa en la carrera defensiva con el despliegue del primer escudo antimisiles de cobertura global, una tecnología que deja muy atrás el proyecto rival de Estados Unidos

Mientras en Washington el proyecto «Golden Dome» sigue en una fase embrionaria, sin un prototipo que poner a prueba ni un plan técnico claramente definido, China ha tomado la delantera en la nueva carrera por el dominio defensivo. Pekín ya ha desplegado un sistema funcional de defensa planetaria, un hito que coloca a la Administración Trump en una notable desventaja estratégica en un campo que definirá la seguridad global en las próximas décadas. La urgencia de estos sistemas se ve acentuada por la proliferación de amenazas globales, como el nuevo misil balístico presentado por Corea del Norte, que aumenta la tensión internacional.
De hecho, el desafío para Estados Unidos no reside tanto en la potencia de sus misiles interceptores, sino en el cerebro que debe coordinarlos. La dificultad de integrar el colosal volumen de datos que generan sus distintas plataformas de vigilancia ha demostrado ser, hasta ahora, el principal escollo norteamericano. Se trata de un complejo engranaje de información que su competidor asiático ya parece haber resuelto con éxito.
Por el contrario, el Ejército Popular de Liberación chino ha puesto en marcha lo que denomina «plataforma de big data de detección de alerta temprana distribuida», un avance que, según informa el medio Interesting Engineering, coloca a Pekín a la vanguardia. El sistema chino no es una mera promesa sobre el papel, sino un prototipo ya funcional con cobertura global, diseñado para responder a amenazas a una escala nunca antes vista. Este liderazgo no se limita a la defensa a gran escala, pues se manifiesta también en otros ámbitos, como demuestra la presentación de un diminuto dron del tamaño de un mosquito para operaciones especiales.
Un escudo digital para interceptar hasta un millar de misiles
En este sentido, el nuevo entramado defensivo chino se nutre de una vasta red de satélites, radares y sensores desplegados por tierra, mar, aire y espacio. La fusión de todos estos datos en tiempo real le proporciona una panorámica completa del escenario de operaciones, permitiéndole rastrear simultáneamente las trayectorias de hasta un millar de misiles dirigidos hacia su territorio. Esta capacidad es una respuesta directa al desarrollo de arsenales cada vez más sofisticados, como los nuevos y letales misiles hipersónicos que Pekín también está desarrollando.
Asimismo, su verdadera superioridad táctica reside en una de las tareas más complejas de la guerra moderna: distinguir ojivas reales de señuelos. Esta capacidad para discernir amenazas auténticas de simples engaños se apoya en el protocolo de comunicación QUIC, que garantiza una transmisión de datos ultrarrápida, un factor vital cuando cada segundo es crucial para neutralizar un ataque.
Además, toda la información recopilada por la plataforma no solo se destina a la defensa inmediata, sino que también se utiliza para entrenar sistemas de inteligencia artificial. Este enfoque dota al escudo de una capacidad de mejora continua, lo que sugiere que la brecha tecnológica con sus competidores podría ampliarse aún más en el futuro.
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