
Submarinos
Esta armada acaba de enseñar los dientes y mostrar todo su poder: la "Prusia del Pacífico Sur" está de vuelta
En una relevante demostración de su capacidad operativa, la Armada de Chile ha desplegado tres de sus cuatro submarinos de forma simultánea en puntos tan distantes como las aguas del sur del país y la costa de Estados Unidos,

La imagen de un submarino chileno atracado en la base naval de San Diego, en la costa oeste de Estados Unidos, no es una estampa habitual. Se trata del SS-20 «Thomson», una de las dos unidades de la clase 209 de fabricación alemana con las que cuenta la Armada de Chile. Su presencia allí responde a la reciente participación en los exigentes ejercicios navales DESI 2025, unas maniobras diseñadas para afinar la cooperación táctica con marinas aliadas, especialmente con la estadounidense, demostrando una notable proyección internacional.
De hecho, la misión del «Thomson» al otro lado del Pacífico no se trata de un hecho aislado, sino que forma parte de un despliegue mucho más amplio y coordinado. La Armada chilena ha movilizado de forma simultánea a tres de sus cuatro sumergibles, lo que supone poner en funcionamiento la práctica totalidad de su fuerza submarina, un esfuerzo logístico y técnico de primer orden que pone a prueba la capacidad de su personal y el estado de su material.
Al mismo tiempo que el «Thomson» operaba en aguas norteamericanas, su buque gemelo, el SS-21 «Simpson», realizaba un despliegue en aguas nacionales. Según ha informado el medio especializado Defensa.com, esta unidad ha sido avistada en puntos tan estratégicos como Puerto Williams y el canal de Chacao, evidenciando el control y la presencia de la flota en las complejas geografías del extremo sur del país, una zona de vital importancia para Chile.
Una flota heterogénea y en constante adiestramiento
Por otro lado, a estos dos veteranos sumergibles de la serie 209 se une el SS-22 «Carrera», que representa la punta de lanza tecnológica de la flota. Este buque, perteneciente a la moderna clase Scorpene de diseño francés, ha estado llevando a cabo diversas operaciones en la región de Los Ríos, con base en la ciudad de Valdivia. La fuerza submarina chilena combina así la fiabilidad de sus unidades más antiguas con las capacidades avanzadas de los Scorpene, completados por el SS-23 «O'Higgins». Este tipo de buques son muy cotizados en el mercado de defensa internacional, donde países como España y Corea del Sur compiten por vender el mejor submarino militar del mundo a otras naciones.
En definitiva, esta movilización coordinada no es casual, sino el resultado de una estrategia planificada para mantener un alto grado de preparación. El objetivo del programa de entrenamiento continuo de la Fuerza de Submarinos es doble: por un lado, fortalecer sus propias capacidades y, por otro, consolidar el papel de Chile como un socio fiable en defensa naval en el escenario del Pacífico, proyectando una imagen de seriedad y profesionalidad.
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