Moción de confianza

Nueva crisis en Francia con la caída de Bayrou

El país galo vuelve a la casilla de salida y muestra las costuras de un modelo político incompatible con un pacto de estabilidad

Francia.- Bayrou asume el "irrevocable" fin de su Gobierno en un último alegato ante la Asamblea Nacional
Francia.- Bayrou asume el "irrevocable" fin de su Gobierno en un último alegato ante la Asamblea NacionalEuropa Press

No hubo milagro y, tal y como estaba anunciado, Francia vuelve a navegar en turbulencias políticas. La caída del primer ministro, François Bayrou, tras una moción de confianza en la que toda la oposición de izquierdas y ultraderecha había anunciado previamente su voto en contra –364 votos sobre 577 diputados– devuelve al país a la casilla de salida y muestra las costuras de un modelo político que ha entrado en una crisis, ya no sólo de Gobierno sino probablemente de régimen. La inestabilidad política está teniendo efectos en la economía del país, con una deuda disparada que el propio Bayrou ha intentado corregir mediante unos presupuestos con recortes draconianos que ya han levantado tensiones sociales con un movimiento convocado a través de redes sociales para bloquear Francia mañana miércoles.

Las miradas ahora se giran hacia Macron, que tendrá que decidir qué opción tomar y en qué tiempos. Algunas fuentes presidenciales consultadas por la radio Franceinfo apuntan a un recambio rápido de primer ministro para acortar los tiempos de la nueva crisis; otras, en cambio, se inclinan a una secuencia más dilatada en el tiempo en la que el presidente esperaría a ver los efectos en las calles del movimiento convocado para mañana y los paros sectoriales de los días sucesivos.

Por lo pronto, hoy, a las 8 de la mañana, se espera que Bayrou acuda al Elíseo a presentar formalmente su dimisión ante Macron, aunque el hasta ahora primer ministro podrá permanecer en el cargo para despachar gestiones administrativas hasta que llegue su sucesor. Antes de caer mediante la moción de confianza que él mismo planteó ante la falta de apoyos para sacar adelante los presupuestos que contenían recortes sociales por 44.000 millones, Bayrou advirtió con tono fatalista a los diputados: «Tenéis el poder para echar al Gobierno, pero no para borrar la realidad». Y de nuevo hizo mención a los riesgos que entraña para el país la colosal deuda de 3,3 billones de euros, afirmando que está «en peligro» el modelo social francés.

Bayrou había planteado la moción de confianza ocho meses después de llegar al cargo, como un cortafuegos ante los movimientos sociales y sobre todo las previsibles mociones de censura que le hubiesen desbancado en unos días. Lo había hecho presentando con toda gravedad el problema de la deuda y lo que Francia paga de intereses para financiarse cada año. Al plantear la moción de confianza, Bayrou quiso, ante todo, no caer derrocado como lo hizo su predecesor, el conservador Michel Barnier, en diciembre pasado mediante una moción de censura. Por si esta situación fuese poco endiablada, el próximo viernes, la agencia Fitch revisará la calificación de Francia, probablemente a la baja, y una parte de la oposición exigirá elecciones anticipadas a Macron o incluso su propia dimisión, algo que ya hace la izquierda radical. El presidente francés, que la semana pasada volvió a dejar claro que piensa agotar su segundo mandato hasta 2027, tiene dos opciones: bien un recambio de primer ministro o una vuelta a las urnas con una repetición de legislativas que esta vez sí es posible, al haber pasado un año desde las anteriores ,como marca la Constitución. Ni una ni otra opción tienen garantizada la estabilidad en un país cuya vida parlamentaria desde hace un año viene definida por tres bloques (ultraderecha, centro liberal e izquierda) sin mayorías que exponen líneas rojas y vetos que impiden lograr un pacto de estabilidad.

Tras el derrocamiento del conservador Michel Barnier en diciembre pasado y ahora del centrista Bayrou, la novedad es que Macron estaría estudiando la posibilidad de nombrar a un primer ministro socialista que no tuviese el veto de la derecha. El favorito, hasta ahora, era el actual ministro de Economía, Éric Lombard, amigo personal del actual secretario general de los socialistas, Olivier Faure, pese a que su vinculación con el PS queda ya lejana en el tiempo. Su activo es también su problema. Es el autor del borrador de los presupuestos. No estaría mal visto por la derecha y es muy apetecible por el centro liberal, pero tendría muy complicado el apoyo por la izquierda que precisamente se moviliza contra esos recortes. Otra hipótesis que suena es la del propio Olivier Faure para atar definitivamente el apoyo del sector socialdemócrata. Faure ya ha mostrado su disposición a conversar sobre su entrada en el Gobierno, pero reclama un gabinete nítido «de izquierda» que difícilmente puede contar con apoyos de la derecha de Los Republicanos. El líder socialista presentó un plan que permite 21.600 millones de ahorro, la mitad del de Bayrou, y «reducir la deuda y relanzar la actividad». Faure ha hecho notar que su intención sería aplicar el llamado «impuesto Zucman» que supondría un gravamen del 2% a los patrimonios superiores a los 100 millones de euros.

La entrada del PS en el Gobierno supondría ya no sólo una ruptura total con La Francia Insumisa de Mélenchon, prácticamente consumada, sino incluso la apertura de una guerra dentro de la izquierda de cara a las municipales de 2026, y probablemente finiquitaría la posibilidad de presentar un candidato único de izquierdas a las presidenciales de 2027.

La otra alternativa sería la de una nueva disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de legislativas anticipadas, como Le Pen pidió en la tribuna de la Asamblea. «Una obligación» tras la caída de Bayrou, dijo. El riesgo es que todo siga igual, como proyectan algunos analistas. Es decir, un hemiciclo partido en tres bloques irreconciliables y sin mayorías. Macron ya ha dicho que no es la pista privilegiada y que piensa agotar su mandato, pero el presidente francés podría encontrarse con una agitación en la calle pidiendo su dimisión si no resuelve rápido esta nueva crisis.