África

El Fasher cae tras un año y medio de asedio: la ONU teme nuevas matanzas en Darfur

La toma de la capital de Darfur Norte por las Fuerzas de Apoyo Rápido consolida el control paramilitar sobre toda la región y desata el temor a una nueva limpieza étnica

Sudán.- La ONU exige un alto el fuego en El Fasher y Sudán ante la conquista de las RSF de la ciudad
La ONU exige un alto el fuego en El Fasher y Sudán ante la conquista de las RSF de la ciudadEuropa Press

Un suceso significativo dio pie este domingo a la caída de El Fasher. La toma de la capital de Darfur Norte (Sudán) por parte de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) ha sido posible tras caer el cuartel de la 6ª División del ejército sudanés. El grupo paramilitar financiado por Emiratos Árabes Unidos afirma haber capturado la ciudad casi por completo, aunque siguen existiendo focos de resistencia.

El cuartel de la 6ª División no era un puesto periférico, sino una instalación clave situada dentro del tejido urbano de la ciudad, ubicado junto a áreas residenciales y mercados. Su caída, ampliamente documentada, confirma la información de las RSF y priva a las fuerzas leales a Jartum de una plataforma organizada de defensa en la zona. Las pocas fuerzas atrincheradas en zonas de la ciudad y que aún combaten, aisladas, caerán a lo largo de la semana.

El Fasher llevaba un año y medio bajo asedio, rodeada por las RSF, que cortaron rutas de entrada de alimentos, medicinas y combustible, y bombardearon sistemáticamente barrios residenciales, mercados, mezquitas y hospitales. La ciudad, que antes de la ofensiva albergaba a unas 260.000 personas, la mitad de ellas menores de edad, se había convertido en el último reducto controlado por el ejército regular en la vasta región de Darfur. Decenas, puede que cientos de miles de desplazados, se congregaban en los alrededores de la urbe para escapar de las violentas represalias de las RSF.

Naciones Unidas, junto con diversos medios y organizaciones internacionales, venía advirtiendo desde septiembre y octubre de 2025 de un escenario próximo a la hambruna. Familias alimentándose de hojas y forraje animal, clínicas sin anestesia ni antibióticos, cuerpos sin enterrar en las calles y en los campamentos improvisados como Zamzam, a las afueras de El Fasher, se han convertido durante semanas en una escena recurrente.

La toma del cuartel ha reactivado los peores temores. Se espera que la caída militar de El Fasher venga acompañada de matanzas de represalia contra una población considerada hostil por los paramilitares, igual que ocurrió en otras ciudades de Darfur. Las primeras imágenes disponibles ya muestran a cientos de personas intentando huir de la ciudad mientras son tiroteadas y hostigadas por drones. Todo ello encaja con la base fundacional de las RSF, que nacieron como una derivación directa de las milicias árabes conocidas como janjaweed. Estas milicias han acusadas en repetidas ocasiones, a lo largo de décadas, de crímenes de guerra y del genocidio de Darfur que comenzó principios de los años 2000. Sus actividades abarcan los asesinatos masivos y la quema de aldeas, que siguen una campaña de limpieza étnica dirigida sobre todo contra comunidades africanas negras, como los masalit.

La caída de El Fasher supone que las RSF controlan ya los cinco estados de Darfur, lo que equivale a consolidar un área de 430.000 km2 (casi el tamaño de España) bajo su mando. Los expertos alertan que este escenario podría abrir la puerta a una nueva fase del conflicto: la institucionalización de la partición territorial de Sudán. Una posibilidad grave si se tiene en cuenta el peligro constante de las matanzas étnicas.

La limpieza étnica, el gran temor

La comparación más inmediata de lo que se espera en El Fasher tuvo lugar en El Geneina, capital de Darfur Occidental. Entre 2023 y 2024, las RSF y sus milicias aliadas llevaron a cabo una campaña de exterminio contra la población masalit y otros grupos no árabes. Esto vuelve real el temor a lo que pueda suceder en El Fasher. Entonces, las organizaciones de derechos humanos documentaron ejecuciones sumarias en masa, violaciones grupales, desapariciones y el asesinato de niños y familias enteras mientras intentaban huir hacia la frontera con Chad. Testigos hablaron de niños “apilados y tiroteados”, de columnas de desplazados emboscadas en la carretera y de barrios enteros arrasados por la furia de los paramilitares.

Human Rights Watch describió esas operaciones como limpieza étnica y crímenes de lesa humanidad; responsables de Naciones Unidas advirtieron incluso que, si ese patrón se extendía al resto de Darfur, podría constituir genocidio. No pasaron muchos meses de lo acontecido en Geneina hasta que el gobierno de los Estados Unidos concluyó (el 7 de enero de 2025) que las RSF han cometido genocidio en Darfur, señalando actos “sistemáticos” de asesinatos y violaciones dirigidas a grupos étnicos concretos.

En estos últimos meses, antes incluso de la caída del cuartel, ya había señales de que este ciclo de violencia contra civiles estaba en marcha en El Fasher y sus alrededores. La ONU denunció que, solo en diez días de septiembre, al menos 91 civiles fueron asesinados en la ciudad en ataques atribuidos a las RSF, incluidas ejecuciones sumarias de al menos 16 personas. Se suman los ataques periódicos a campos de desplazados con el consiguiente asesinato de inocentes. Médicos locales y comités vecinales también han informado de bombardeos de artillería y ataques con drones contra mezquitas convertidas en refugios y centros para desplazados, con decenas de muertos en algunos casos. En uno de los incidentes más mortíferos, por ejemplo, fue un ataque que alcanzó un albergue para desplazados en la ciudad. Al menos cincuenta personas murieron.

Ya circulan en redes vídeos que muestran a combatientes de las RSF disparando o ejecutando a civiles desarmados que intentaban escapar de El Fasher. Informes locales hablan de personas que intentaron huir hacia el noroeste y que fueron alcanzadas por el fuego de las RSF, con al menos 15 muertos en una sola emboscada. La imagen de civiles que huyen y son tiroteados es exactamente la que marcó la última fase de la masacre de Geneina. Es un patrón odioso que se repite.

En las horas posteriores a la toma del cuartel, activistas sudaneses empezaron a difundir la noticia de que Siham Hassan Hasballah, exdiputada sudanesa, habría sido asesinada en El Fasher por hombres de la RSF. La describen como la parlamentaria más joven en la historia del país y subrayan que había permanecido en la ciudad durante el asedio. Aunque la noticia procede de redes locales y no ha sido verificada por grandes agencias internacionales, su circulación encaja con el contexto de habituales represalias selectivas contra activistas personas percibidas como aliadas del enemigo.

En paralelo, las RSF han detenido al periodista sudanés Muammar Ibrahim, colaborador de Al Jazeera, una de las pocas voces que seguía informando desde dentro de El Fasher durante el asedio. En un vídeo grabado durante la noche del domingo, rodeado de hombres armados, Ibrahim afirma que intentaba salir de la ciudad cuando fue interceptado y que ahora está “en manos seguras”. Evidentemente, fue forzado a hacer esta afirmación. El sindicato de periodistas sudaneses ha exigido su liberación y responsabiliza directamente a las RSF de su integridad física.

El secuestro del único reportero colaborador de medios internacionales en el momento exacto en que se consolida la caída militar de la ciudad es una señal clara de la que se avecina: sin testigos, no hay crímenes; sin imágenes, no hay masacre.