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Guerra con Rusia

El G20 sale en auxilio de Ucrania y dibuja unas líneas rojas al plan de Trump

Los líderes de la UE, Canadá, Japón y Reino Unido valoran la propuesta de Estados Unidos pero reivindican para participar en el proceso

G20 Leaders' Summit in South Africa YVES HERMAN / POOLEFE

La cumbre del G20 celebrada en Johannesburgo fue la primera de su tipo en suelo africano. Fue organizada con la intención de dar protagonismo al sur global, especialmente a África, pero ha quedado marcada por dos elementos inevitables: las ausencias de varios líderes clave y el desarrollo de la guerra en Ucrania. Desde Sudáfrica, nación al frente de la presidencia rotatoria, se repitió como un mantra el lema de “solidaridad, igualdad y sostenibilidad”, pero los jefes de Estado apenas intentaban mostrar unidad en medio del ruido mediático y de la presión que enmarca la actual política internacional.

La silla vacía que debía ocupar el presidente de Estados Unidos fue el símbolo más visible de esta cumbre fallida. Donald Trump ya anunció días atrás que “ningún responsable del Gobierno estadounidense asistirá al G20 en Sudáfrica” y calificó la cita como “una absoluta desgracia” mientras denunciaba los supuestos abusos que sufre la minoría blanca sudafricana. Diplomáticos europeos admitieron que el boicot complicaba cualquier discusión sobre el plan de paz de veintiocho puntos para Ucrania.

Xi Jinping tampoco acudió y delegó la visita en su primer ministro, Li Qiang, mientras que Vladimir Putin envió en su representación al ministro de Exteriores ruso. Tampoco acudió el presidente argentino Javier Milei. En total, no acudieron a la cita los máximos representantes de siete miembros del G20. Jamás en la historia del grupo de los países más poderosos del mundo se habían registrado tantas ausencias. El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, trató de minimizar el impacto y sostuvo que el grupo debía demostrar que sigue siendo relevante pese a las sillas vacías.

En ese contexto, la declaración conjunta adoptada en Johannesburgo tuvo que encajar este cúmulo de posturas opuestas. Fueron un total de 122 puntos en los cuales los líderes se comprometieron, “guiados por los Propósitos y Principios de la Carta de las Naciones Unidas en su integridad”, a trabajar por “una paz justa, integral y duradera” en los grandes conflictos globales. También concordaron que “las fronteras no deben modificarse mediante el uso de la fuerza”, mencionando explícitamente a Ucrania, Palestina, Sudán y República Democrática del Congo. Esta última frase es la clave del encuentro: reafirma la integridad territorial como principio central del derecho internacional y muestra una postura conjunta que podría beneficiar al futuro ucraniano.

Aunque Ucrania sólo aparece mencionada en este apartado, una porción importante de la declaración firmada se centra en los conflictos que afectan al planeta y entre los que se encuentra Ucrania. El uso del terrorismo como arma, los ataques a civiles, las acciones que lleven a la inestabilidad de las naciones, el auge de la desigualdad y la polarización de las naciones son otros de los puntos abordados en la cumbre de Johannesburgo y que ponen en relieve la preocupación creciente por la inestabilidad global.

Los gobiernos europeos también aprovecharon la cumbre para marcar sus líneas rojas frente al plan estadounidense para Ucrania. En una declaración conjunta, líderes europeos y del G7 reconocieron que el borrador presentado por Trump y su equipo “incluye elementos importantes para una paz justa y duradera”, pero advirtieron que no aceptarán un acuerdo que legitime conquistas territoriales. El texto expresa además su “preocupación” por las propuestas que pretenden limitar el tamaño y las capacidades del Ejército ucraniano, porque podría dejar al país “vulnerable a futuros ataques”.

Sudáfrica y otros países africanos también tuvieron algo que decir en lo que respecta a las repercusiones más amplias del conflicto: recordaron que la invasión rusa ha disparado los costes de alimentos, fertilizantes y energía en sus países, golpeando sin piedad a economías que ya enfrentan a serios retos para cumplir los objetivos del desarrollo. Ramaphosa insistió en que el G20 no puede hablar de desarrollo si ignora guerras que erosionan presupuestos públicos y agravan la pobreza lejos de los frentes.

El resultado de la cumbre deja una imagen extraña. Por un lado, el bloque demostró que puede adoptar una declaración sin Estados Unidos y respaldar la integridad territorial de Ucrania. Por otro, la ausencia de Trump y de otros líderes clave, unida a las conocidas reservas sobre el plan de paz, confirma que las decisiones realmente importantes seguirán tomándose fuera de Johannesburgo. No podría decirse que el encuentro haya servido para cerrar ningún acuerdo clave; pero sí para recordar que la guerra en Europa es un problema del resto del mundo.