Oriente Medio

Gantz reclama encabezar un Gobierno de unidad en Israel

El líder de la coalición Azul y Blanco exige capitanear la formación de la futura coalición como partido más votado en las elecciones del martes. Netanyahu le ofreció horas antes sumarse a un Ejecutivo con la derecha.

Benjamin Netanyahu y el líder centrista, Benny Gantz, se saludan ayer en un homanaje a Simon Peres
Benjamin Netanyahu y el líder centrista, Benny Gantz, se saludan ayer en un homanaje a Simon Pereslarazon

El líder de la coalición Azul y Blanco exige capitanear la formación de la futura coalición como partido más votado en las elecciones del martes. Netanyahu le ofreció horas antes sumarse a un Ejecutivo con la derecha.

El cara a cara y el apretón de manos en el aniversario del fallecimiento del ex líder laborista israelí Simon Peres era la foto perfecta que esperaba la prensa gráfica. Y Benjamin Netanyahu no dudó en explotar para beneficio propio lo ocurrido tras las elecciones de 1984, cuando ni Peres ni el entonces líder del Likud, Isaac Shamir, obtuvieron una mayoría suficiente, y se vieron forzados a acordar un acuerdo de rotación en el cargo de primer ministro en un Gobierno de gran coalición. «Cooperemos del mismo modo que hicieron Peres y Shamir», pidió Netanyahu a su rival, el ex general Benny Gantz, el líder de la coalición centrista Azul y Blanco.

Según indicó el comité electoral central al cierre de esta edición y con la ya práctica totalidad de las papeletas escrutadas, el ex comandante en jefe del Ejército Gantz ya puede considerarse el ganador de los comicios celebrados el pasado martes con 33 diputados, dos más que su rival del Likud (31) en una «Knesset» (Parlamento) de 120 escaños.

La victoria numérica no supone de forma automática que el candidato de Azul y Blanco se convierta en el próximo líder de Israel. Tras una ronda de consultas con todas las formaciones políticas que han logrado representación en la «Knesset», el presidente hebreo, Reuven Rivlin, que aseguró que hará todo lo posible por evitar otro bloqueo y nuevas elecciones, decidirá quién es el elegido para intentar formar coalición, basándose en las recomendaciones que harán los cabezas de lista de cada partido.

Consciente de que Netanyahu hará todo lo que esté en sus manos para intentar retener el poder, Gantz replicó al instante a la oferta lanzada durante el acto de recuerdo a Peres. «El país ha escogido unidad. Azul y Blanco, bajo mi liderazgo, ha ganado y es la lista más votada. El proceso de formar Gobierno ha empezado, y nadie nos dará órdenes», aseveró en una clara alusión a los cantos de sirenas de Netanyahu. Pero no quiso mojarse sobre cuáles son sus preferencias. «Para formar un Gobierno de unidad, debemos abandonar los bloques y los rumores, y que prevalezca la honestidad, el patriotismo y la seriedad», sostuvo. De este modo, Gantz no aclara si apostará por un Gobierno unitario transversal, que incluiría al Likud y a Israel Nuestra Casa de Avigdor Lieberman y adoptaría una clara orientación derechista; o priorizará una alianza de centro izquierda, que supondría afrontar el escollo de incluir a la Lista Árabe Unida, la tercera fuerza (12), opción que levanta reticencias en el sector conservador de la formación de Gantz.

El «número dos» de Azul y Blanco, Yair Lapid –con quien el ex jefe del Ejército acordó rotar en el cargo de primer ministro a los dos años, reavivó una idea que repitió en campaña: «si Netanyahu renuncia, formaremos un Gobierno de unidad». Y fue más allá: «[el ‘premier’»] Está intentando llevar al país hacia unas terceras elecciones, no está dispuesto a aceptar los resultados». Lapid, el archienemigo laicista de las formaciones ultraortodoxas, remarcó la necesidad de establecer un Gobierno «sin inculpados ni corruptos», y que promueva el transporte público en el Sabbat –día de descanso judío– o los matrimonios civiles, algo imposible actualmente, ya que el rabinato matiene un monopolio absoluto en lo relativo a las bodas y los divorcios.

El socio de Gantz también insinuó algo que desean desde su formación: «La gente del Likud está sintiendo que es el final de la era Netanyahu. Una sola persona está impidiendo la formación de un Gobierno amplio y liberal».

Los rivales de Netanyahu temen que su intención es mantenerse en el cargo para promover una ley de inmunidad que le proteja de una muy probable acusación formal por tres casos de corrupción, soborno y abuso de confianza por aceptar regalos de lujo y mantener contactos con editores de medios de comunicación para asegurarse una cobertura mediática favorable.

Medios locales informaron ayer que el que podría convertirse en la llave de un hipotético Gobierno transversal de unidad nacional, el conservador laico Avigdor Lieberman, se decantaría por recomendar a Gantz como responsable de formar una coalición de Gobierno ante los movimientos de ayer del líder del Likud de asegurarse a toda costa los apoyos de las facciones ultraortodoxas. Los líderes de partidos de derecha y religiosos (Yamina, Shas y Judaismo Unido por la Torá) firmaron un documento de lealtad, en el que aseguran que recomendarán a Netanyahu exclusivamente como próximo primer ministro de Israel.

Paradójicamente, tras la firma, el «premier» más longevo de la historia del país invitó a su rival a «vernos lo antes posible sin precondiciones». Minutos después, lamentó que el líder de la coalición Azul y Blanco no acepta reunirse con él.

Desde el lado palestino, el presidente Mahmud Abas –cuyo mandato expiró en 2009– declaró que «nuestra posición es clara, estamos en contra de Netanyahu». Y el ministro de Exteriores, Riyad al Maliki, apunto que «sea quien sea el que finalmente logre formar Gobierno, estamos preparados para retomar las negociaciones». En una columna en el «Jersusalem Post», el activista pacifista Gershon Baskin destacó que «el reto existencial más grande que afronta Israel, el futuro de la ocupación de millones de palestinos, apenas se ha tratado en la campaña. Esto determinará a corto plazo si la solución de dos Estados podrá ser implantada». Y dibujó los posibles escenarios: «Israel puede ser el Estado nación democrático del pueblo judío, o derivar en una suerte de Estado ‘apartheid’ con un conflicto y violencia interminables».