Muerte de Berlusconi

La geopolítica berlusconiana: las grandes polémicas con Washington y Bruselas

La política exterior de "Il Cavaliere" ha estado marcada por una serie de escándalos, además de sus esfuerzos por restaurar la grandeza de Italia en la escena internacional

Blair no quería fotografiarse junto a Berlusconi por su pañuelo en la cabeza
Blair no quería fotografiarse junto a Berlusconi por su pañuelo en la cabezalarazon

La serenidad rara vez está a la orden del día cuando se trata de Italia y de Silvio Berlusconi que ha presidido su destino en el panorama político nacional y en la escena internacional. La política exterior de Berlusconi ha estado marcada por una serie de polémicas y escándalos, además de sus esfuerzos por restaurar la grandeza de Italia en la escena internacional.

Como presidente del Gobierno en tres ocasiones (1994-95, 2001-2006 y 2008-2011), “Il Cavaliere” subrayó la importancia de las relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea. También buscó estrechar lazos con Rusia y países emergentes como China y Brasil, promoviendo una política de “no alineamiento” en la que Italia mantendría relaciones equilibradas con todas las potencias mundiales.

Sin embargo, a diferencia de sus homólogos contemporáneos, no es fácil destacar una clara y estructurada política exterior de Berlusconi. De hecho, ha sido criticada por ser impulsiva y poco planificada, así como por su énfasis en las relaciones personales más que en una diplomacia formal.

Berlusconi observa a Angela Merkel, durante una reunión en Bruselas en junio de 2008
Berlusconi observa a Angela Merkel, durante una reunión en Bruselas en junio de 2008larazon

No faltan la polémica y la controversia en la conducción de los asuntos internacionales por Silvio Berlusconi. Por ejemplo, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, afirmó la superioridad de la civilización occidental sobre el Islam. Además, apoyó la invasión estadounidense de Irak en 2003; apoyo que suscitó una amplia oposición en Italia y en otros países, y contribuyó a las malas relaciones de Berlusconi con muchos países europeos, como Francia y Alemania, durante su mandato.

También fue criticado por su apoyo a líderes autoritarios de todo el mundo, como Vladimir Putin en Rusia y Muammar Gaddafi en Libia. En el caso de Putin, Berlusconi fue acusado de hacer negocios “sucios” con el líder ruso y de proteger los intereses de éste en Europa a cambio de beneficios personales. Como último ejemplo de su “diplomacia personal”, cuando ya no estaba en el Gobierno –o al menos en primera línea de la vida política-, adoptó posturas preocupantes sobre la guerra de Ucrania, incluida la de culpar al Ejecutivo ucraniano de la guerra, después de volver a relacionarse personalmente con Vladimir Putin.

Zapatero torpedea al PSC en una cita «muy cordial» con Berlusconi
Zapatero torpedea al PSC en una cita «muy cordial» con Berlusconilarazon

En cuanto a la Unión Europea, Berlusconi intentó mantener buenas relaciones con Bruselas, pero su actitud provocadora y su falta de cooperación irritaron a menudo a las instituciones europeas, especialmente a la Comisión y al Parlamento Europeo. En concreto, su preocupación por reducir la deuda pública italiana y preservar los intereses nacionales entró a menudo en conflicto con los objetivos de la Unión Europea, especialmente en el marco de las políticas de austeridad de la Comisión Europea.

Ahora bien, en medio del batiburrillo de su política exterior, uno de los mayores logros de Berlusconi fue su papel en la creación del Grupo de los Ocho países más industrializados (G8), que incluyó a Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Canadá, Japón y... Rusia. Berlusconi desempeñó un papel clave en las negociaciones para incluir a este país en el grupo, que desembocaron en su adhesión en 1998.

Otro objetivo importante de la política exterior de Berlusconi era reforzar las relaciones entre Italia y Estados Unidos. Así, en 2002, Italia se convirtió en el primer Estado europeo en firmar un acuerdo con Washington que permitía la entrega de sospechosos de terrorismo a las autoridades estadounidenses sin la aprobación judicial.

Globalmente, la política exterior de Berlusconi ha sido controvertida, pero también ha estado marcada por algunos éxitos importantes. El énfasis en el “no alineamiento” y el fomento de las relaciones comerciales con todas las potencias mundiales reflejan su visión de Italia como una nación importante y autónoma. Sin embargo, sus relaciones personales con gobernantes autocráticos han dejado un complejo legado en la política exterior italiana que puede situarse entre el atlantismo y el europeísmo; los dos pilares de esta última desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

En realidad, la geopolítica de Berlusconi se inscribe, a su defensa, en un antiguo complejo de inferioridad que Italia ha tenido con su vecindad europea inmediata ya en el periodo de entreguerras (de ahí la política colonial de Mussolini). Este complejo sigue pesando en la política exterior italiana. Además, los numerosos cambios de gobiernos -¡uno nuevo cada 13 meses!- no han servido a los propósitos de una diplomacia que requiere visibilidad y tiempo para producir sus efectos.

Por último, Italia se ve constantemente abocada a situarse en medio del juego de las grandes potencias. Ayer entre los colosos estadounidense y soviético, hoy con China, a cuyas “nuevas rutas de la seda” se ha unido.

En 2023, el país de Berlusconi sigue siendo, por supuesto, europeo, atlantista y mediterráneo, pero, a la vista de sus debilidades estructurales e institucionales, parece llevar a cabo una política exterior de recomposición permanente.