Superación animal

La increíble historia de Kiki: la oveja que aprendió a manejar su propia silla de ruedas

La extraordinaria historia de una oveja resiliente

La increíble historia de Kiki: la oveja que aprendió a manejar su propia silla de ruedas
La increíble historia de Kiki: la oveja que aprendió a manejar su propia silla de ruedasProtectora de animales "Don't forget us, pet us"Protectora de animales "Don't forget us, pet us"

En las verdes praderas de un santuario de Massachusetts, en EE UU,una pequeña cordera ha revolucionado el concepto de resiliencia. Kiki, nacida con una condición física que le impedía usar sus patas a pesar de meses de terapias y cirugía, ha transformado su limitación en una oportunidad única de demostrar su increíble espíritu y determinación.

Rechazada inicialmente por su madre con apenas 11 días de vida y acogida por el santuario “Don't Forget Us, Pet Us”, Kiki ha sorprendido al mundo al aprender a usar una silla de ruedas motorizada adaptada.

Un viaje de independencia

El personal del santuario descubrió que Kiki era capaz de jugar con juguetes infantiles usando su cabeza y decidió adaptar una silla de ruedas para darle independencia. Bastaron segundos para que entendiera cómo moverla: empujando el joystick con la cabeza. “Es como una adolescente alocada, le encanta ir rápido”, contó Deb Devlin, fundadora del refugio. La silla, bautizada como “lamborghini”, incluso lleva una matrícula improvisada con su nombre.

Además de desplazarse por el santuario, Kiki se ha convertido en toda una celebridad en redes sociales gracias a un vídeo viral en el que aparece conduciendo su “lamborghini”. Los voluntarios destacan su carácter obstinado y divertido, ya que cuando le piden que se detenga, ella los desafía y continúa avanzando. También ha vivido experiencias únicas como paseos en kayak con un arnés y encuentros con escolares con discapacidad. Para los terapeutas, su historia resulta inspiradora, pues ofrece a los niños un ejemplo de superación al ver cómo, a pesar de sus limitaciones físicas, mantiene una personalidad brillante.

El refugio donde vive alberga numerosos animales con necesidades especiales y Kiki se ha convertido en una especie de madre adoptiva ellos. Además, disfruta especialmente de la música: es fan de Taylor Swift y hasta “baila”, moviendo la cabeza y las patas delanteras al ritmo de sus canciones favoritas. Para Deborah Devlin, fundadora del santuario, lo más relevante es que Kiki al fin ha logrado lo que siempre necesitaba: la posibilidad de tener movilidad independiente y con ella una nueva forma de disfrutar de la vida.