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Protesta masiva

Israel se moviliza contra la reforma judicial de Netanyahu

Hasta medio millón de manifestantes vuelven a salir a la calle de todo el país contra un proyecto del Gobierno que acabaría con la independencia del Tribunal Supremo

Por décima semana consecutiva, decenas de miles de israelíes volvieron a manifestarse masivamente por 95 localidades del país contra la reforma judicial. Tras una nueva jornada de «disrupción nacional» convocada el jueves, en que los manifestantes cortaron carreteras, se enfrentaron a la Policía e intentaron bloquear los accesos al aeropuerto internacional para sabotear el viaje oficial de Benjamin Netanyahu a Italia, entre 300.000 y 500.000 personas protagonizaron lo que se catalogó como la «mayor movilización nocturna en la historia de Israel».

Entre mares de banderas de Israel y eslóganes que reclaman proteger la «única democracia de Oriente Medio», las marchas siguen creciendo numéricamente ante la nula voluntad del Gobierno de detener la reforma. Además de académicos, estudiantes o doctores, altos cargos del Ejército y los servicios secretos están al frente de las movilizaciones. La semana pasada se encendieron todas las alarmas cuando decenas de reservistas de unidades de élite anunciaron que dejarían de servir en el ejército si Netanyahu y sus aliados no paran la maquinaria.

La retirada de inversiones extranjeras, la pérdida de valor del shekel y la participación de integrantes del sector hi-tech en las manifestaciones indican que la viabilidad del «milagro económico israelí» está en riesgo. «No es posible estar a favor de la economía israelí, y promover la retirada de inversiones. No se puede reivindicar la legalidad, y promover actos ilegales. No se puede reclamar la seguridad del Estado, y animar a la insumisión. No existe el sionismo con condiciones», tuiteó «Bibi» al regresar de Roma.

El «premier» y sus aliados consideran «anarquistas» a quienes oponen resistencia en las calles, incluidos los militares que han entregado sus vidas a la protección del país. Sectores de extrema derecha judía insinuaron que las manifestaciones están financiadas por países extranjeros, un argumento similar al utilizado por el régimen de los ayatolás iraníes respecto a la «revolución de las mujeres». Acusado de excesiva tibieza ante los «anarquistas», el jefe de la Policía de Tel Aviv fue cesado por el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, un radical condenado por incitación racista, considerado una amenaza por altos cargos de la seguridad.

La coalición pretende seguir implantando su plan en la Knesset esta semana, que permitirá controlar la selección de jueces o ignorar dictámenes del Tribunal Supremo. Para el Likud y sus socios, el máximo ente jurídico es un ente elitista cerrado, cuyos integrantes son nombrados sin fiscalización, y que limita la implantación de un Estado basado en la ley religiosa judía. Netanyahu desoyó las peticiones desesperadas del presidente Isaac Herzog, que ante las constantes alertas de que la crisis pueda desembocar en una «pesadilla» (conflicto civil), imploró detener la reforma para lograr mayores consensos. Para los defensores del Gobierno, las medidas comportarán una «democratización de la justicia» ante las «cortes activistas». El choque de trenes parece inevitable y el jueves ya se convocó un «nuevo día de escalada de la resistencia», así como otro intento de bloquear el viaje de Netanyahu a Berlín.

El tumulto interno coincide con una incesante escalada de violencia con los palestinos. El jueves, cuando las marchas estaban terminando, un pistolero palestino abrió fuego en una concurrida zona de bares en Tel Aviv, e hirió de gravedad a tres personas. Las incursiones del Ejército israelí para neutralizar milicianos armados en Cisjordania van al alza y en lo que va de 2023 ya han muerto más de 70 palestinos y 14 israelíes. Todo augura que el inminente inicio de Ramadán podría ser explosivo en Jerusalén y los territorios palestinos.

«Se trata de las semanas más críticas en la lucha por salvaguardar la democracia israelí ante aquellos que pretenden destruirla. Cada israelí comprometido con la Declaración de Independencia debe movilizarse con fuerza y coraje para defender el Estado de Israel», anunciaron los organizadores de las marchas. En la calle Kaplan de Tel Aviv, epicentro de las protestas, la energía crece cada Sabbat. «Cuando lo único que limita el poder del Gobierno es su buena voluntad, ya no se puede considerar una democracia. Se trata de una revolución en toda regla, e Israel se convertirá en una dictadura», apuntó el prestigioso historiador israelí Yuval Noah Harari. En su opinión, Netanyahu está imponiendo una «revolución desde arriba»: tras ocupar el poder mediante una victoria democrática, ahora «derriba todas las limitaciones impuestas por la ley para lograr un poder sin límite». De este modo, podrá acabar «usando la fuerza para anular la ley». Los opositores creen que «Bibi» podrá permanecer en el cargo pese a las tres causas penales que afronta.