Entrevista

Iván Duque, expresidente de Colombia: «Pareciera que Petro es un coleccionista de enemigos»

El uribista saca pecho por sus cuatro años en la Casa de Nariño e impugna las negociaciones de paz con el ELN, la última guerrilla activa del país: «Ha logrado que el Estado lo deje de perseguir»

Ivan Duque, expresidente de Colombia
Ivan Duque, expresidente de Colombia. David JarDavid JarFotógrafos

«Sáqueme de una duda. Como América le sacó los ocho puntos al Medellín… si pierde Millonarios con Chicó, y América le gana al Medellín… ¿Se clasifica?». Iván Duque Márquez (Bogotá, 1976) es hincha del América de Cali. Hace cábalas con sus asesores para saber si su equipo cuenta aún con opciones de pasar a la siguiente ronda del Torneo Apertura. No hay suerte. El expresidente de Colombia sigue la competición, pero él ya no puede competir. Alcanzó el límite de mandatos constitucional tras cuatro años de Gobierno (2018-2022) y dejó las llaves de la Casa de Nariño en manos del izquierdista Gustavo Petro. Ahora, Duque parece relajado, se ha dejado crecer la barba y mantiene una intensa agenda internacional. Recibe a LA RAZÓN a su paso por Madrid.

Diez meses después de abandonar la Presidencia, ¿qué queda de la Colombia de Iván Duque?

Muchas cosas. Dejamos grandes proyectos de infraestructura, que serán para siempre obras icónicas. Más de 15 autopistas de cuarta generación, parques eólicos, granjas solares, la educación pública y universitaria gratuita para los estratos uno, dos y tres, y más de 250 colegios, la mayor entrega de títulos de propiedad rural y subsidios de vivienda e interés social para las familias, reservas de la biosfera como la de Tribugá y la menor pobreza multidimensional. Hay muchas cosas que hablan por sí solas, que no necesitan discurso.

¿Echa de menos de la Casa de Nariño?

No. Yo no tengo ningún sentimiento ni de viudez ni de anhelo de poder. Yo le serví a mi país con humildad, honor y patriotismo, y tengo la satisfacción de haber dado lo mejor. Hoy estoy en una nueva etapa de la vida, que disfruto, que me hace muy feliz. Con mi familia, desde la academia, desde mis roles internacionales.

Pero no le hubiera importado presentarse a un segundo mandato.

No. Si hubiéramos tenido la reelección en Colombia, seguramente me hubiera presentado y seguramente hubiéramos ganado una vez más.

En las últimas presidenciales se produjo un hundimiento de su partido, el Centro Democrático. ¿Cuáles cree que fueron las causas?

¿Un hundimiento?

No consiguieron pasar un candidato a la segunda ronda.

A los partidos políticos les pasa como a los equipos de fútbol. Tienen temporadas buenas y temporadas malas, y a veces tienen que renovar los liderazgos y fortalecer su presencia territorial. El Centro Democrático es un partido que nació hace nueve años, y en nueve años no solamente alcanzó la Presidencia, sino que ha sido una de las bancadas más representativas del Senado y ha tenido presencia territorial, y ha hecho también importantes coaliciones. El Centro Democrático sigue manteniendo vocación de poder, y en la medida que se mantenga lejos de los extremismos será siempre una opción para el pueblo colombiano.

¿Cuál es su papel dentro del Centro Democrático?

No tengo ni busco ningún papel distinto al de apoyar y contribuir a que, desde el partido, también se apoye a la democracia colombiana. Yo tomé la decisión cuando dejé la Presidencia de no estar inmiscuido en la política partidista ni en la política electoral de manera directa. Pero sí estoy muy activo en el análisis de las políticas públicas.

¿Cómo vivió la aparición de los cuatro niños desaparecidos durante 40 días en la Amazonía?

Con mucho júbilo, con mucha felicidad, con mucha alegría. Es una historia que conmueve, que le toca a uno el corazón, ver cómo esas criaturas, con tesón, con valentía, con esperanza, sobrevivieron los avatares y la inclemencia de la selva. Y verlos nuevamente al lado de sus familias es algo que nos inspira.

Le tengo que preguntar por el escándalo de las escuchas entre los colaboradores de Petro, Laura Sarabia y Armando Benedetti. El caso niñera, que ha desembocado en la muerte en extrañas circunstancias del coronel Dávila.

La situación es dramática. El hecho de que se haya llevado a una persona por una situación personal a que se le pase el polígrafo en una dependencia del Estado ya de por sí es escandaloso. El hecho de que la Fiscalía haya encontrado que se hicieron escuchas ilegales introduciendo teléfonos en una investigación contra el Clan del Golfo para tratar de esclarecer un hurto en una residencia particular es también escandaloso. Que haya un embajador y una jefa de gabinete de la Casa de Nariño involucrados es también escandaloso. Y que en esa pelea se diga en audios que hay una verdad no revelada sobre el financiamiento real de la campaña, pues también es escandaloso. Y que uno de los miembros de la seguridad presidencial, involucrado tanto en el polígrafo como en las escuchas, haya aparecido muerto, y se diga que es un suicidio sin que se practique la valoración de la medicina legal, pues también es escandaloso. Es como una secuencia interminable de autogoles. Las autoridades tienen que avanzar, investigar y pronunciarse.

Mientras, el Gobierno de Petro trata de sacar adelante la reforma de la salud, la reforma laboral y la reforma de las pensiones. ¿Cree que será capaz el presidente de llevarlas a término?

Si van a sacar adelante reformas para afectar al país, ojalá que no pase. Si hay espíritu de ser constructivo y de corregir muchas de las premisas y prejuicios de las reformas para ser construidos con un sano debate en el Congreso, bienvenido sea. Creo que no se va a aprobar ninguna de esas tres reformas antes del 20 de julio, lo cual de por sí le da un poco más de esperanza al país de que va a haber una discusión realmente sesuda, pensada, tecnocrática y no sencillamente una imposición de prejuicios ideológicos. Si la reforma laboral va a destruir todos esos empleos, los partidos han dicho que no la acompañan; si la reforma de la salud va a terminar nacionalizando un sistema que ha sido muy exitoso en la colaboración público-privada, y que llevó a que el país fuera ranqueado como el número uno en la gestión de la pandemia en América Latina y el Caribe, tampoco. Y, por supuesto, la reforma pensional está concebida para convertir el ahorro de las personas en recursos públicos. Eso no le conviene al país. Esperamos que el Congreso, después de que pase esta legislatura, pueda primero poner mucho más énfasis en corregirlas y en que se puedan llevar a cabo reformas de verdad.

El presidente Petro insiste en la teoría de que se está llevando a cabo un golpe blando por parte de la oposición, los principales medios de comunicación y la judicatura. Ha llegado a comparar su caso con la destitución del expresidente peruano Pedro Castillo.

Ojalá no se compare con Pedro Castillo, porque Pedro Castillo quiso cerrar el Congreso y darle un golpe a la Constitución. Espero que no tenga esas tentaciones en su mente. ¿Golpes blandos? Me parece un libreto de Gustavo Bolívar, que es un libretista a sueldo del petrismo. Lo que quiere es tratar de ocultar las polémicas que se han generado dentro del propio Gobierno. Pareciera que golpe blando se lo está dando él mismo. El país necesita que el presidente sea un símbolo de la unidad nacional y no un símbolo de la fractura nacional. Y, sobre todo, que deje de lanzar ataques y diatribas contra la Fiscalía, contra la oposición, contra los expresidentes, contra todo. Pareciera que el presidente es coleccionista de enemigos.

Ustedes, en el marco de las protestas de 2021 [que dejaron más de medio centenar de muertos], invocaron el concepto de «revolución molecular disipada».

Yo nunca hablé de «revolución molecular disipada».

Pero hablaron de injerencias externas.

Claro que hubo injerencias externas, lo que pasa es que hay que desagregarlas y descomponerlas. Una cosa es la protesta pacífica, que se entiende, se respeta y es un derecho. Otra es la destrucción de la infraestructura, el ataque a los sistemas de transporte masivo y la amenaza a la seguridad de los ciudadanos, que son actividades criminales que tienen que enfrentarse con todo el peso de la ley. Y otra cosa es el financiamiento de grupos armados ilegales para generar bloqueos y afectación del aparato económico del país. Lo curioso es que todos los grupos criminales que participaron en la promoción de los bloqueos, hoy son los que están dando todo este tratamiento preferencial al Gobierno en lo que se ha denominado «paz total». Pareciera que lo que están haciendo es correspondiendo o retribuyendo a quienes ayudaron a bloquear el país con un tratamiento diferencial, privilegiado y cómodo ante la justicia.

Ivan Duque, expresidente de Colombia. David Jar
Ivan Duque, expresidente de Colombia. David JarDavid JarFotógrafos

A Petro se le acusa, sobre todo después de su giro a la izquierda, de haber detonado los puentes con la oposición y con los partidos conservadores y tradicionales con los que gobernaba. Usted ha reconocido que durante su mandato podría haber tendido más hacia el diálogo «en ciertas decisiones» con la oposición.

No, ahí hay que tener cuidado. Como decía un célebre escritor español: «Las comparaciones son odiosas». Le puedo decir una cosa con claridad, yo nunca tuve ningún partido de Gobierno que hubiera dejado de serlo. Todos estuvieron con nosotros hasta el último día. Y ningún partido independiente se declaró en oposición. Aquí ha sido el propio Gobierno el que llevó a que partidos que formaban parte del propio Gobierno se declararan independientes y que partidos que eran independientes se declararan en oposición. Es una diferencia sustancial.

El Gobierno de Petro ha suspendido las órdenes de captura contra Carlos Eduardo García Téllez, alias ‘Andrey’, uno de los principales sospechosos del atentado contra usted.

No entiendo esas caricias con el crimen. No es ni siquiera que hubiera atentado solamente contra mí, sino contra la democracia colombiana. No sé qué labor van a adelantar, porque dicen que los nombraron gestores de paz, pero nadie sabe dónde están ni qué gestión van a hacer. Pareciera más bien como una patente de corso, como un pasaporte a la ilegalidad. Como un seguro para el acecho de la justicia, en lugar de realmente un acto de promoción de paz. ¿Qué hubiera pasado si yo hubiera nombrado gestor de paz a cualquiera de los criminales que intentaron atentar contra los líderes de los sectores de izquierda en Colombia? ¿Hubieran tenido la misma actitud meliflua de hoy? Esos dobles raseros no se entienden.

Usted, presidente, heredó las negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) del Gobierno de Juan Manuel Santos, pero las suspendió después de un atentado en una escuela de cadetes en Bogotá que dejó 23 muertos.

No, yo no heredé nada. ¿Qué iba a heredar?

El proceso de negociación que retomó Petro.

¿Cuál proceso? ¿17 meses de conversaciones con 100 asesinados, con 400 actos terroristas y con más de una decena de secuestrados? Eso no es heredar un proceso de paz, es heredar un proceso de guerra. Ahí lo que había era una actitud de violar la generosidad o el espíritu de paz del Gobierno de Colombia con esos actos de violencia generalizada. El ELN es un grupo que lleva 50 años lacerando a Colombia. Es un grupo ecocida, terrorista y que ha cometido vejámenes contra la población más vulnerable de nuestro país. Y después de 50 años, nadie sabe qué es lo que quieren. No sé por qué les cuesta tanto trabajo decir qué lo que quieren y qué es lo que justifican 50 años de sangre.

¿No reconoce ningún avance de la mesa de negociación en La Habana con el ELN, a pesar del alto el fuego?

Lo único que hay que reconocer es que le ha ido muy bien al ELN, porque ya con eso logró, primero, que el Estado lo deje de perseguir; y segundo, seguir cometiendo fechorías.

En los primeros cuatro meses del año, los secuestros se triplicaron en comparación con el mismo cuatrimestre de 2022. Es la cifra más alta desde 2008, según datos del Ministerio de Defensa. ¿Qué ha ocurrido?

Cuando usted debilita las fuerzas militares sacando a 50 miembros del alto comando, como si fueran miembros de un partido político, se pierde el conocimiento acumulado de años. Eso pasa factura. La desorientación que tienen hoy las fuerzas de seguridad es muy grande porque no saben qué es lo que tienen que hacer. Los han dejado apaciguarse. Los generales no son ni de Petro, ni de Duque, ni de Juan Manuel Santos, ni de Uribe, ni de Pastrana. Son de la República de Colombia.

Usted dijo que «la dictadura de Maduro tenía las horas contadas». Pero Maduro sigue en el poder, y parece más reforzado que nunca.

Sí, pero yo no me arrepiento de haberlo dicho. Uno en la vida tiene también que tomar postura frente a los propios deseos en defensa de los derechos humanos y la democracia. A mí a veces me da tristeza cuando veo que hay gente que se alegra con eso. Como si el hecho de que Maduro se haya quedado fuera una derrota mía. No podemos ser así de mezquinos. Es que la caída de la dictadura no es un tema de Iván Duque. A mí no me interesa ser ni el adalid ni cobrar ningún beneficio de la caída de la dictadura, debería ser un reto de toda América Latina. Veo a unos sectores que prefieren celebrar eso en lugar de lamentar que siga el dictador, y que prefieren ver al Gobierno colombiano en actitud complaciente y casi que de masajista de la dictadura en lugar de defender los principios de la democracia. Porque, además, hay inconsistencias. Personas que llevan décadas hablando de derechos humanos, pero guardan silencio frente a lo que está cometiendo Maduro. Por lo menos le abono eso al presidente [de Chile, Gabriel] Boric, que sí ha llamado a las cosas por su nombre. Es mejor que toda esa sarta de masajistas que tratan de hacer ver que lo que hay es una narrativa. ¿Una narrativa con siete millones de habitantes? ¿Una narrativa con [la cárcel de] Ramo Verde convertida en un centro oficial de tortura? ¿Una narrativa cuando le han despojado al pueblo de sus instituciones independientes y de su prensa libre? Ahí no hay ninguna narrativa, lo que hay es una cantidad interminable de crímenes de lesa humanidad.

¿Cómo valora el giro a la izquierda que hemos visto en los últimos meses en América Latina [con Xiomara Castro en Honduras, Lula en Brasil, Boric en Chile, Luis Arce en Bolivia y Petro en Colombia].

Bueno, pues me alegra que haya ganado Santiago Peña en Paraguay; me alegra que Juntos por el Cambio en Argentina se proyecte como ganador de las próximas elecciones; me alegra que en Colombia se ve una consolidación de candidaturas serias para las elecciones de octubre; me alegra cuando veo que en Centroamérica ya se están prácticamente configurando cambios también importantes en los próximos meses en favor de la defensa de la democracia. Y, por supuesto, lo que veo es al populismo y a la demagogia víctimas de sus propios intentos. Se dedicaron a generar odio y destrucción, a generar crisis y caos y a prometer a la ciudadanía soluciones mágicas, y lo único a lo que han llevado es a decepciones.