Disturbios en Misuri

La muerte de otro joven negro eleva la tensión en Misuri

Un policía lo abatió cuando trataba de robar con un cuchillo en una tienda cerca de Ferguson

La Policía asegura que llegan de pueblos vecinos y también de Nueva York y California
La Policía asegura que llegan de pueblos vecinos y también de Nueva York y Californialarazon

La Policía indicó que el fallecido, de 23 años, intentó robar en una tienda de comestibles armado con un cuchillo.

Más gasolina para calentar el conflicto racial en Misuri. Un ciudadano negro, cuya identidad no se ha revelado, murió ayer por los disparos de un policía en San Luis, a pocos kilómetros de la localidad de Ferguson, donde se suceden las protestas por la muerte hace diez días de Charles Brown, otro joven negro desarmado tiroteado por un agente. La Policía indicó que el fallecido, de 23 años, intentó robar en una tienda de comestibles armado con un cuchillo. Según la versión policial, tras darle el alto para que soltara el cuchillo fuera de la tienda, el sujeto intentó atacar a un agente, que le disparó.

El jefe del departamento de Policía de San Luis, Sam Dotson, indicó que el incidente está siendo investigado. El fallecido, que según Dotson había estado comportándose erráticamente antes del incidente, fue declarado muerto en el lugar de los hechos, a seis kilómetros de Ferguson.

Conforme cayó la noche en Ferguson, la masa de varios centenares de personas que protesta contra la muerte de Brown, cambió rápida y radicalmente. La multitud se redujo mientras que muchas de las personas mayores desaparecieron. Los himnos de protesta fueron reemplazados con los gritos de adolescentes enfadados que marcharon rumbo al cordón policial y armado hasta los dientes que bloqueaba la calle. Al terminar otra noche de violencia, 31 personas fueron detenidas y dos heridas de bala, marcando el último de estallido de rencor en el suburbio de San Luis, donde los llamamientos a las protestas pacíficas han sido ensombrencidos por los episodios de saqueos, incendios y choques con las Fuerzas del orden. Al cierre de esta edición, la Policía todavía no había dado cifras oficiales de los detenidos, dejando abierta la pregunta de a quién hay que culpar de la explosión de violencia y el pillaje a altas horas de la noche. Algunos no hicieron esfuerzos en esconder sus rostros, otros han cargado contra tiendas a torso descubierto, con las camisetas atadas sobre sus caras y con gorras de béisbol puestas al revés.

Las autoridades de EE UU hicieron un llamamiento a la calma. La senadora demócrata en Ferguson, Claire McCaskill, comentó que está trabajando con líderes locales para sofocar la violencia. Los posibles métodos barajados incluyen la detección de armas y el traslado de las protestas del centro de negocios a espacios abiertos. Tanto ella como Emanuel Cleaver, otro demócrata de Misuri, manifestaron que se necesita calma para permitir a los investigadores federales que evalúen las pruebas. «Lo que está pasando ahora está dañando, o interfiriendo, con lo que hay que hacer», dijo Cleaver. Obama dijo el lunes al gobernador de Misuri, Jay Nixon, que el uso de la Guardia Nacional debía ser limitado y llamó también a la conciliación. Entretanto, el fiscal general, Eric Holder, llega hoy a Ferguson.

Por momentos, los elementos más violentos se esconden en los callejones, siendo capaces de lanzar piedras o botellas antes de volver a desaparecer. Otros han sido cazados y se les ha llevado bajo custodia policial. La Policía ha intentado contener la violencia que ha emergido en Ferguson. Los líderes de derechos civiles y la Policía –en desacuerdo por lo que ha ocurrido en este pequeño y en su mayoría barrio negro de San Luis– al menos están de acuerdo en una hipótesis: muchos de los perpetradores no son residentes locales. «He dicho que muchos elementos criminales que han venido a Ferguson no son de esta área. Ayer por la noche, algunos de los que fueron detenidos venían de Nueva York y California», dijo el capitán Ron Johnson, de la Patrulla de Carreteras de Misuri, en una rueda de prensa. Quien sea que está detrás de la violencia, tanto los líderes locales y como de derechos civiles parecían ayer incapaces de tener el control total sobre los elementos más violentos de la multitud. Mientras que la Patrulla de Carreteras de Misuri, que ha sido la encargada de restablecer la seguridad en la zona, introdujo cañones de ruido en su intento de contener a los manifestantes, un puñado de pastores reclamó a la multitud que atendieran a sus órdenes. «Dios nos dijo en la Biblia que obedeciéramos las leyes de la tierra», dijo el anciano Jimmy Burchfield, de la ciudad de San Luis, que ha venido con la esperanza de ayudar a que se restablezca la calma. «Cuando cometemos un error y tenemos que ser detenidos, tenemos que ser detenidos».

Mientras que la mayoría de la masa prestó atención al reclamo, un grupo más pequeño, congregado a 400 metros, cerca de una estación de gasolina quemada que fue destruida la primera noche de los disturbios hace una semana, respondió tirando piedras a la Policía y rompiendo cristales. Mientras que la multitud crecía y se calentaba el ambiente, la Policía lanzó gas lacrimógeno y granadas aturdidoras, provocando una respuesta con mayor ira que incluyó el lanzamiento de al menos una pequeña bomba de gasolina. Johnson acusó a un pequeño grupo de actores violentos dentro de la masa de venir a Ferguson por la noche para destruir la infraestructura y luchar contra la Policía, y después volver a casas en pueblos cercanos. «Pueden volver a sus hogares, donde las gasolineras y las tiendas están abiertas. Aquí tenemos un Quick Trip que ha sido quemado y el otro más cercano está cerrado», dijo un afroamericano que creció en la zona. Reuters

Vuelve a primera línea el debate racial

Alrededor del 80% de los afroamericanos de EE UU piensa que el asesinato de Michael Brown en Ferguson plantea importantes cuestiones raciales que deben ser tratadas, mientras que entre los blancos, un 47% piensa que se le está dando demasiada importancia a la raza, según un sondeo publicado ayer. La encuesta de Pew Research señala la división de la población estadounidense frente al caso del adolescente abatido por un policía. Según el sondeo, el 44%, sumando blancos y negros, cree que el homicidio muestra cuestiones raciales que hay que resolver.