Política

Argelia

La revolución de los jóvenes no para con Buteflika

El 70% de los argelinos tiene menos de 30 años y quiere ver florecer la democracia. Dimite el jefe de los espías afín al ex «rais»

La protesta de las «tres B». Los manifestantes quieren el cese del primer ministro, el presidente del Consejo Constitucional y el del Senado. Todos sus apellidos empiezan por B / Efe
La protesta de las «tres B». Los manifestantes quieren el cese del primer ministro, el presidente del Consejo Constitucional y el del Senado. Todos sus apellidos empiezan por B / Efelarazon

El 70% de los argelinos tiene menos de 30 años y quiere ver florecer la democracia. Dimite el jefe de los espías afín al ex «rais».

Si el entorno del que hasta el martes era presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, pensaba que con la dimisión del «rais» las calles se enfriarían, ayer los argelinos se encargaron de demostrar lo contrario. Por séptimo viernes consecutivo, centenares de miles de personas volvieron a movilizarse en todo el país para exigir la caída de la élite del Estado y reclamar una transformación profunda del sistema. Las manifestaciones más multitudinarias tuvieron lugar como de costumbre en Argel, donde ni el fuerte despliegue policial, considerado por medios locales como el más imponente de los últimos viernes, ni los intentos de bloquear los accesos a la capital evitaron que masivas marchas pacíficas volviesen a desbordar las calles de Argel. Una vez apartado Buteflika, los manifestantes tienen ahora en el punto de mira a lo que han bautizado como «las tres B». En este sentido, las principales críticas se dirigieron al primer ministro en funciones, Noureddine Bedoui; al presidente del Consejo Constitucional, Tayeb Belaïz; y al presidente del Senado, Abdelkader Bensalah, quien podría convertirse en los próximos días en presidente en funciones del país. A ojos de muchos argelinos, esta tríada, apuntalada a sus respectivos cargos por Buteflika, enturbia la transición hacia las próximas elecciones presidenciales, un período durante el que la Constitución les reserva una posición privilegiada.

«La dimisión de Buteflika no es nuestro principal objetivo», explica a LA RAZÓN la argelina Mounia Boudjellaba, presente en las manifestaciones de ayer. «Queremos elecciones libres y democráticas», agrega. Cumpliendo de nuevo con la cita, miles de jóvenes argelinos volvieron a salir ayer a la calle, poniendo una vez más de relieve su importancia en el movimiento popular. Desde que estallaron las protestas, han sido los jóvenes quienes más se han movilizado, manteniendo el pulso con el régimen prácticamente a diario y constatando tanto su malestar con la situación actual como sus anhelos de cambio radical. «Los jóvenes se han levantado porque existe un de-sajuste entre la juventud y los miembros del sistema político», explica a este diario Raouf Farrah, fundador del grupo Jóvenes Comprometidos por Argelia. «Han salido a la calle porque exigen dignidad».

Alrededor del 70% de los argelinos tiene menos de 30 años, y es entre esas generaciones que problemas como el desempleo, que en su caso es superior al 28%, y la falta de oportunidades y perspectivas son especialmente agudos. Otros factores como la migración irregular y las víctimas que se ha cobrado entre los jóvenes han contribuido también a alimentar un sentimiento de humillación que finalmente terminó por estallar. Brahim Oumansour, investigador asociado en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas, apunta que en los últimos 30 años la proporción de jóvenes con formación superior en Argelia ha incrementado significativamente. Un proceso que ha contribuido a su maduración política y que, al mismo tiempo, ha aumentado su frustración, ya que aspiran a mayores cuotas de libertad y abogan por cambios profundos. «La movilidad social y política está muy controlada y limitada, lo que crea un choque generacional».