Relación Colombia-Venezuela

Las acusaciones del chavismo eclipsan el adiós de Santos en Colombia

El uribista Duque, crítico con el legado del mandatario, asume hoy la presidencia de Colombia

Juan Manuel Santos deja hoy su cargo / Reuters
Juan Manuel Santos deja hoy su cargo / Reuterslarazon

El uribista Duque, crítico con el legado del mandatario, asume hoy la presidencia de Colombia.

«El descanso del guerrero que enterró el hacha», tras 60 años de conflicto armado. Juan Manuel Santos prefiere verse como aquel presidente que supo traer paz y sosiego a una sociedad marcada por el plomo. En cualquier caso, todo legado tiene sus claroscuros y solo el tiempo dirá. El mandatario abandona hoy su cargo con la frente en alto, a sabiendas de que la historia todavía se escribe en Colombia. Una historia que juzga y no siempre absuelve.

En materia internacional, el presidente saliente supo dialogar con el fallecido Hugo Chávez, por el bien de las exportaciones que Colombia envía a Venezuela. Sin embargo, las tensiones con el Gobierno de Nicolás Maduro han ido en aumento y el sucesor de Santos, Iván Duque, no tiene previsto apaciguarlas. De hecho, el tono de las acusaciones venezolanas subió en junio después de que Bogotá anunciase la firma de un acuerdo de cooperación con la OTAN para convertirse en «socio global». La semana pasada –una de las últimas medidas firmadas por el presidente colombiano– se aprobó la regularización de 400.000 venezolanos indocumentados. Santos mejoraba así la situación de los venezolanos que, huyendo de la crisis humanitaria propiciada por el régimen de Maduro, ingresaban de forma irregular en Colombia. De acuerdo con el departamento de Migración colombiano, de los 800.070 venezolanos que arribaron a territorio colombiano, más de 442.000 lo hicieron de forma irregular. Este decreto sentó como un jarro de agua fría en el país vecino, por lo que se esperaban represalias.

El sábado, cuando apenas habían transcurrido tres horas después del supuesto magnicidio contra Maduro, el propio afectado acusó directamente a Santos de intentar matarlo. «No se preocupe, Maduro. El sábado estaba en cosas más importantes, bautizando a mi nieta Celeste», manifestó ayer durante sus últimas horas como mandatario colombiano, tras ocho años en el poder. Sin embargo, desde el chavismo siguieron en sus trece. «Hacemos responsable al Gobierno de Colombia de cualquier nueva agresión o intento de propiciar desde su territorio o desde los espacios fronterizos cualquier provocación contra la Patria de Bolívar», indicó la Cancillería venezolana.

Colombia se encuentra estancada en lo económico, con déficit fiscal, deuda externa récord y una estela de corrupción que podría complicar incluso el futuro del ex mandatario –si avanzan las investigaciones de los pagos realizados por la constructora brasileña Odebrecht–. Julio César Alonso, director de Centro Internacional de Economía y Finanzas de la Universidad Icesi, considera que «las estimaciones indican que el PIB de 2018 estaría entre 2% y 2,7%». De todas formas la incidencia de la pobreza medida por ingresos está comenzando a aumentar. Pero el país que recibe Iván Duque tiene un reto principal que gira en torno a la implementación de lo pactado en La Habana. Un acuerdo de paz altamente complejo y ambicioso, que representa un compromiso, y no cumplirlo significa el retorno de la guerra. Con esa carga, el propio Duque ha sido ambiguo en sus palabras. Él afirma que no se interpondrá en el proceso, pero al mismo tiempo asegura que no permitirá que los guerrilleros con delitos de sangre reciban amnistías o penas menores. El Senado dominado por el uribismo podría establecer algunas leyes a este respecto, aunque se espera que el partido de la U –donde milita Santos– y Cambio Radical pacten para sacar adelante los puntos que todavía no han sido aprobados.

El proceso de paz entre el Gobierno y la extinta guerrilla de las FARC, firmado en noviembre de 2016, ha entrado en un camino espinoso por diversos casos de corrupción, narcotráfico y la violencia desatada por disidencias de esa organización. Una de las controversias se debe al manejo del capital del Fondo Colombia en Paz, creado el año pasado por Santos para recibir y administrar los recursos para el postconflicto, provenientes del presupuesto nacional y de aportes del sector privado y la comunidad internacional. El Fondo estuvo en el ojo del huracán por una carta que los embajadores de Noruega, Suecia y Suiza en Colombia enviaron al Ministerio de Hacienda para hablar del manejo que se le ha dado a los recursos que sus países donaron para el postconflicto y que son gestionados a través del Fondo Colombia Sostenible, que depende de Colombia en Paz.

Además, buena parte de lo acordado no se ha cumplido. El reparto de tierras y la reinserción de la mayoría de los guerrilleros siguen siendo una asignatura pendiente. Muchos de estos ex FARC han pasado a engrosar las filas del ELN, la guerrilla más grande de Colombia, y distintos grupos paramilitares como el Golfo del Sur.