Francia

Macron, ante la decisión más crucial de su mandato en la enésima crisis de gobierno

Tras la renuncia de Lecornu y la concesión de una "segunda oportunidad", el presidente es consciente de que poner cortafuegos a esta crisis es vital para apagar las cada vez más numerosas voces que piden su propia dimisión

Francia.- AMP.- Lecornu abre una "última" ronda de contactos con "todas las fuerzas políticas" en Francia
Francia.- AMP.- Lecornu abre una "última" ronda de contactos con "todas las fuerzas políticas" en FranciaEuropa Press

Ha llegado el día D para Macron con la decisión que puede marcar a fuego lo que queda de su segundo mandato. El presidente francés, tras la nueva crisis que desató la renuncia de Sebastien Lecornu y su gobierno recién nombrado el pasado lunes, pidió 48 horas a su efímero primer ministro de negociaciones de urgencia y de explorar posibles salidas a la crisis. Esta noche vence el plazo y el Elíseo ya ha anunciado que el presidente “asumirá sus responsabilidades”.

Al cierre de esta edición la presidencia francesa aún no había informado si Macron va a tomar la palabra a última hora de hoy miércoles o va utilizar otro formato para comunicar una decisión decisiva y que puede arrastrarle incluso a él.

Macron es consciente de que poner cortafuegos a esta crisis es vital para apagar las cada vez más numerosas voces que piden su propia dimisión. Lo más grave de las últimas horas es que esas voces ya no son sólo pertenecientes a los extremos políticos, a la ultraderecha de Le Pen y la izquierda radical de Mélenchon, sino que aparece ya el llamado fuego amigo. Lo nunca antes visto.

Dos de sus ex primeros ministros más valorados como Edouard Phillippe y Gabriel Attal han salido a la palestra a criticar con duras palabras al presidente en lo que podría marcar un punto de no retorno en esta crisis que parece no tener fin. “Ya no entiendo las decisiones de Macron” ha afirmado Attal. Phillipe ha ido mucho más lejos pidiendo la dimisión “ordenada” pero adelantada al final de su mandato del que fuera su gran valedor en la política nacional, la persona que lo llevó desde el anonimato al gran foco de primer ministro allá por 2017.

“Tiene que tomar una iniciativa digna que le honraría. Nombrar un Gobierno que apruebe un Presupuesto, convocar elecciones presidenciales anticipadas. Es decir, que se marche inmediatamente después” ha dicho Phillippe, provocando un nuevo terremoto político. Hasta los moderados fieles ya se atreven a levantar la voz contra Macron.

Macron es consciente de que tiene que dar una respuesta a esta crisis y que en la medida que no sea contundente y sólida, la presión aumentará sobre su figura pese a que él haya asegurado en un sinfín de ocasiones que agotará su mandato hasta 2027. Cierto es que tanto Attal como Philippe tienen ambiciones por la sucesión presidencial y que sacar tajada ahora de la impopularidad de Macron tiene también un alto grado de oportunismo político, sobre todo para los pretendientes a la sucesión que saliendo del propio bloque central necesitan poner distancias con Macron de alguna forma.

En las últimas horas, Lecornu ha multiplicado contactos para conseguir una especie de cuadratura del círculo a petición de Macron. Ya no una coalición sino más bien un simple pacto de no agresión, de no censura y de mínimos para sacar los presupuestos adelante que englobe a conservadores, socialistas y centro. La consigna era clara: sentar primero la base de ese pacto y luego ver si alguna figura pudiera encarnarlo. Pero las múltiples líneas rojas y vetos cruzados hacen de ello una tarea titánica.

El secretario general de los socialistas, Olivier Faure, volvía a pedir al presidente que eligiera a una figura de izquierdas tras la reunión que mantenía este martes con ecologistas y comunistas con la izquierda radical excluida y por tanto el bloque de izquierdas dinamitado. Pero ni siquiera eso podría salvar la situación.

Del otro lado, del de Los Republicanos, el peso pesado del gobierno, el ministro del Interior, Bruno Retailleau sigue profundamente irritado por la crisis desatada el lunes cuando él mismo amagó con salir del gobierno al enterarse de que volvía a entrar en él Bruno Le Maire, exministro de Economía al que muchos responsabilizan de la colosal deuda que intenta corregirse en los nuevos presupuestos de la discordia.

Si Lecornu no lleva a buen puerto estas negociaciones de última hora, Macron podría verse obligado a disolver la Asamblea Nacional y convocar nuevas elecciones legislativas. Hasta ahora el presidente y los partidos del bloque central han sido reacios a esta opción conscientes de que los sondeos no les muestran buenas perspectivas. Son los extremos políticos los que podrían salir beneficiados de las urnas a costa del bloque central.

“No puede haber estabilidad en Francia sin volver a las urnas” ha reclamado Jordan Bardella, delfín de Le Pen y presidente del Reagrupamiento Nacional en las últimas horas. El problema es que ni siquiera una disolución parlamentaria y elecciones legislativas para obtener una nueva configuración parlamentaria pueden ahora mismo garantizar un escenario de estabilidad. La sombra de tener como resultado de las urnas de nuevo tres bloques irreconciliables que alarguen la parálisis es más real que nunca. El escaso interés de socialistas y derecha tradicional de pasar por las urnas es, a su vez, la esperanza para Macron de alcanzar un pacto in extremis.