Tragedia

Más de 2.400 muertos en los terremotos de Afganistán

«En la primera sacudida todas las casas se derrumbaron», explica Ahmad

El número de víctimas mortales de una serie de terremotos en el oeste de Afganistán volvió a aumentar bruscamente ayer a más de 2.400, con casi 10.000 heridos, mientras los equipos de rescate excavaban en las aldeas arrasadas en busca de señales de vida que se desvanecían. Más de 1.300 casas se derrumbaron cuando el seísmo de magnitud 6,3 del sábado, seguido de ocho fuertes réplicas, sacudió zonas de difícil acceso a 30 kilómetros al noroeste de la capital provincial de Herat, según las autoridades.

En el distrito rural de Zinda Jan, decenas de hogares quedaron reducidos a amasijos de mampostería rota, donde equipos de rescate improvisados cavaron zanjas con la esperanza de encontrar supervivientes. «Nuestro pueblo ha sido testigo de un terremoto sin precedentes», declaró el portavoz del Ministerio de Gestión de Catástrofes, Mullah Janan Sayeq, que cifró en 2.400 los muertos y en 9.240 los heridos en 13 pueblos. «Para el tratamiento de las víctimas del siniestro estamos haciendo todo lo posible», declaró a la prensa en Kabul.

«Se están llevando a cabo operaciones de búsqueda en la zona afectada», añadió, advirtiendo de que la cifra de víctimas mortales podría aumentar aún más.

Otra réplica de magnitud 4,2 sacudió la misma zona en torno a las 7:00 de la mañana, según el Servicio Geológico de EE UU. En el pueblo de Sarboland, en el distrito de Zinda Jan, un reportero de la AFP vio casas en ruinas cerca del epicentro de los seísmos, que sacudieron la zona durante más de cinco horas.

Las casas destruidas mostraban objetos personales ondeando al viento, mientras las mujeres y los niños permanecían al aire libre preparándose para pasar la noche bajo el cielo abierto. «En la primera sacudida todas las casas se derrumbaron», indicó Bashir Ahmad, de 42 años. «Los que estaban dentro de las casas quedaron sepultados», aseveró. «Hay familias de las que no tenemos noticias».

Nek Mohammad dijo a la AFP que estaba trabajando cuando se produjo el primer seísmo, hacia las 11:00 horas. «Llegamos a casa y vimos que no quedaba nada. Todo se había convertido en arena», explicó este hombre de 32 años, añadiendo que se habían recuperado unos 30 cadáveres. «De momento, no tenemos nada. Ni mantas ni nada. Estamos aquí abandonados por la noche con nuestros mártires», señaló.

La mayoría de las casas rurales de Afganistán están hechas de ladrillos de barro cocidos al sol y construidas alrededor de postes de madera, sin apenas refuerzos modernos de acero. Las familias extensas de varias generaciones suelen vivir bajo el mismo techo, lo que significa que catástrofes como el terremoto del sábado pueden devastar las comunidades locales.

En la ciudad de Herat, los residentes huyeron de sus casas y escuelas, mientras que los hospitales y oficinas fueron evacuados cuando se sintió el primer temblor. Se informó de pocas víctimas en el área metropolitana. Afganistán sufre ya una grave crisis humanitaria, con la retirada generalizada de la ayuda extranjera tras la vuelta de los talibanes al poder en 2021.

La provincia de Herat, con 1,9 millones de habitantes en la frontera con Irán, también ha sufrido una sequía que ha paralizado a muchas comunidades agrícolas.

Afganistán sufre con frecuencia terremotos, sobre todo en la cordillera del Hindu Kush, cerca de la unión de las placas tectónicas euroasiática e india.

En junio del año pasado, más de 1.000 personas murieron y decenas de miles se quedaron sin hogar tras un seísmo de magnitud 5,9 que sacudió la empobrecida provincia de Paktika.

"El terremoto de Herat es peor que el terremoto del este que ocurrió el año pasado", dijo el portavoz de la agencia de catástrofes Janan.

"No sólo por la magnitud y la profundidad, sino también porque hay más zonas afectadas y destruidas".