República Democrática del Congo

Milicias locales inician una ofensiva contra el M23 ante la inacción del Ejército congoleño

Media docena de grupos combaten contra la amenaza del M23, en una nueva acción que podría acarrear futuros episodios de violencia étnica contra la comunidad tutsi

RDCongo.- Condenado a muerte un oficial del Ejército de RDC por la muerte de más de medio centenar de manifestantes
RDCongo.- Condenado a muerte un oficial del Ejército de RDC por la muerte de más de medio centenar de manifestantesEuropa Press

El conflicto en curso en el este de República Democrática del Congo no es el más importante en términos geopolíticos. Pero es el más inhumano, el más doloroso, el más olvidado y cruel. Cientos de grupos armados se enfrentan por los despojos que ofrece el comercio de materias primas o el control territorial, donde son las grandes compañías las que engrosan sus bolsillos a costa del horror. No hay perdón posible. Tampoco hay interés. Ante la inactividad del Ejército congoleño a la hora de enfrentarse al grupo rebelde de mayoría tutsi conocido como M23, y la escasa efectividad de la fuerza regional enviada en 2022 por la Comunidad de África Oriental (CAO), milicias locales han iniciado en los últimos días una ofensiva que pretende acabar con su insoportable situación.

No se tratan de soldados profesionales, ni tienen los habitantes de la provincia de Kivu Norte dinero suficiente como para contratar una fuerza mercenaria que proteja sus hogares. Se tratan de jóvenes locales, granjeros, algunos de ellos todavía adolescentes, armados con viejos fusiles, machetes y una rabia desatada. Una rabia nacida, en parte, por los abusos sufridos a lo largo de los años, pero también debida a la indignación que ha causado que el Gobierno congoleño accediera a firmar una tregua (auspiciada por la CAO) con el M23. Resumiendo: las milicias locales del este de República Democrática del Congo, abandonadas a su mala suerte, han comenzado una ofensiva contra el M23 a espaldas del Ejército congoleño.

El Gobierno se desvincula de la ofensiva

Tal es así, que el Gobierno emitió este miércoles un comunicado donde se desvinculaba absolutamente de los choques ocurridos, asegurando que mantendría el alto el fuego firmado con el M23 y que los ataques contra el grupo rebelde se debían a milicias locales actuando por cuenta propia. Son jóvenes con machetes y están solos, rabiosos, descontrolados, unidos bajo la bandera del grupo conocido como Wazalendo (patriota en suajili), entre otros. Wazalendo ya copó titulares este mes de septiembre, cuando el Ejército congoleño reprimió violentamente una manifestación en la ciudad de Goma organizada por este grupo. Casi sesenta personas murieron entonces a manos de los militares que les debían defender. Wazalendo y el resto de las fuerzas de autodefensa locales se tratan de una reacción nacida por la inacción de otros. Sin apenas preparación militar y movidos por la venganza, corren el peligro de convertirse en un remedio peor a la enfermedad que carcome la región.

Un ejemplo de ello sería la reciente destrucción de varias viviendas entre las localidades de Nturo y Masisi. Las fuerzas de autodefensa indicaron que en algunas de las casas se refugiaban militantes del M23, aunque poco después se supo que se trataban de hogares habitados por miembros inocentes de la comunidad tutsi; la posibilidad de una nueva persecución étnica que nazca del deseo de venganza tantea el ambiente. Ni siquiera la actuación de los militares de Burundi integrados en la misión de la CAO, que suponen el único ejército regular que participa de forma activa en la lucha contra el M23, garantiza el respeto por los derechos de la población civil. No debe olvidarse que Burundi es de una mayoría hutu (frente al origen tutsi del M23) y que el factor étnico supone una parte fundamental del conflicto.

Milicias Mai-Mai también participarían en las acciones contra el M23. Estas milicias sirven en ocasiones al Ejército congoleño para contribuir en el combate a grupos rebeldes, siendo financiados y armados por el mismo (de aquí que se haya emitido un comunicado negando la relación del Gobierno con los últimos acontecimientos), pero también cuentan con una fuerte condición social que les otorga cierta independencia en sus acciones. Tratándose sus líderes de jefes tradicionales y cabecillas locales, sus movimientos encajan en ocasiones con los intereses gubernamentales, pero en otras actúan por voluntad propia. No son pocos los casos donde los Mai-Mai se han dedicado al pillaje y la extorsión, entre otras actividades menos lícitas. Su posible colaboración con los grupos de defensa locales sumaría caos y desorden a la ofensiva, igual que un creciente riesgo para la población civil tutsi. Habría que añadir igualmente a las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), enemigos acérrimos del M23 al estar configuradas por una mayoría hutu y entre cuyos miembros se encuentran viejos conocidos del genocidio de Ruanda.

Esta es la paradoja que se vive hoy en la provincia de Kivu Norte: se ha iniciado una ofensiva contra el grupo rebelde M23 pero los resultados podrían ser catastróficos para la población civil. Entre los nuevos líderes de las fuerzas de autodefensa se encontraría Guidon Shimiray Mwissa, desertor del Ejército congoleño que renovó en 2015 la Nduma Defense of Congo. Mwissa, sobre cuya figura pesa una orden de arresto emitida por los tribunales congoleños en 2019, está acusado de someter a civiles a trabajos forzados, de servirse de niños soldado, de secuestrar a niñas para saciar los apetitos carnales de sus milicianos y de cometer múltiples asesinatos. Su nombre destaca hoy como el de uno de los “héroes” populares que lideran la ofensiva contra el odiado M23. Pero cabe a preguntarse si los resultados que obtenga beneficiarán a la ciudadanía.

La población civil, en el punto de mira

Porque las cifras humanitarias en el este de República Democrática del Congo son descorazonadoras. Más de 6 millones de personas viven como desplazados internos, lo que supone un 20% de la población local. Según el grupo de investigación Kivu Security Tracker, hasta 10.800 personas han sido secuestradas y más de 23.000 civiles han sido asesinados en la región en los últimos seis años. Teniendo en cuenta la falta de accesibilidad a ciertas áreas y la escasa fiabilidad de los números cuando se trata de una zona de conflicto en África, las cifras de secuestrados y asesinados probablemente sean más elevadas que las oficiales. Los últimos acontecimientos ya han provocado una nueva oleada de desplazados que se cuentan por miles.

Al ser preguntado sobre los últimos acontecimientos, Willy Ngoma, portavoz del M23, tacha de “extremistas” a quienes se han levantado en armas contra ellos y niega que sus intereses tengan “ninguna relación con el patriotismo”. El verdadero problema, piensa, se encuentra en los aliados que colaboran con el gobierno de República Democrática del Congo para combatir al M23. Ngoma considera que RDC ha sido capaz de “pactar con el diablo” con este fin. Confirma la ayuda de Burundi en los combates y reafirma que el M23 busca una coexistencia pacífica con el resto de las comunidades de la zona, aunque “nos defenderemos si somos atacados”.

Los combates continuaban este viernes, con las milicias aproximándose a lo largo de la mañana a la localidad de Bwiza, donde se supone que se encuentra el bastión del M23. Los próximos días serán cruciales para conocer el destino inmediato del M23 y las nuevas dinámicas que afectarán a las poblaciones locales si grupos como Wazalendo o las FDLR toman el territorio ocupado hasta ahora por el grupo rebelde tutsi. ¿Será el Mwissa, el que secuestra a niñas, una alternativa mejor a lo presente? Julián Gómez-Cambronero, autor del libro ¿A quién le importa el Congo?, considera que “aunque, sin duda, los grupos congoleños que se están enfrentando al M23 tienen en común un "fervor patriótico", su posible victoria significará una toma de poder de cada uno de ellos en el territorio, crecidos por el apoyo popular. No me cabe duda de que en un grupo como el NDC-Renové del desertor Mwissa hay otros intereses: quitarse de en medio a un competidor - el M23 - que si se asienta en el terreno controlaría la explotación de recursos en detrimento de ellos y otros grupos similares”.