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La NASA prueba con éxito su nuevo avión supersónico y silencioso: ¿tendrá aplicaciones militares?

La NASA ya prueba en los cielos de Estados Unidos el X-59, el revolucionario avión experimental que busca sustituir el estruendo de los vuelos supersónicos por un suave golpe sónico para reabrir los viajes aéreos comerciales

Transformar el violento estallido sónico que durante décadas ha confinado a los aviones supersónicos a volar sobre el océano en un discreto «golpe» apenas audible desde tierra. Esa es la ambiciosa misión que la NASA ha puesto en marcha con su nuevo jet experimental, el X-59. El objetivo final de este proyecto, desarrollado en Estados Unidos por el gigante aeroespacial Lockheed Martin, es reabrir la puerta a la aviación comercial de alta velocidad sobrevolando núcleos de población, un escenario prohibido hasta ahora por la contaminación acústica que generan estas aeronaves.

De hecho, este revolucionario avión acaba de completar con éxito su primer vuelo de prueba, una toma de contacto fundamental para empezar a validar su comportamiento en el aire. Fue un ensayo prudente y deliberadamente subsónico, en el que el X-59 se mantuvo a una velocidad de 370 kilómetros por hora y alcanzó una altitud de 3.660 metros. Cifras modestas, pero que marcan el primer paso práctico para una tecnología que busca cambiar las reglas del juego en la aviación civil.

Precisamente, la clave para silenciar el estampido reside en su vanguardista diseño. Con sus casi 30 metros de longitud y una silueta extremadamente afilada, la aeronave está concebida para dispersar las ondas de choque que se producen al superar la barrera del sonido. Si la teoría se demuestra en la práctica, los datos que se recopilen servirán para que los organismos reguladores establezcan nuevos estándares acústicos, tal y como detalla el medio Interesting Engineering.

Por supuesto, hacer realidad este sueño tecnológico no es barato. Desde que el desarrollo del X-59 arrancó en el año 2018, la agencia espacial estadounidense ya ha destinado al proyecto una inversión de 518 millones de dólares, una cifra que evidencia la envergadura y la seriedad de la apuesta por recuperar los vuelos supersónicos comerciales para el público general. Este esfuerzo en la aviación civil corre en paralelo a otras grandes inversiones en el sector militar, donde el Pentágono ya prepara el caza avanzado que reemplazará al F-22 Raptor.

El objetivo final: volar a 1.490 km/h

Asimismo, el plan de vuelo para las próximas etapas del proyecto es notablemente más exigente. El programa contempla que la aeronave consiga alcanzar una velocidad de Mach 1.4, el equivalente a unos 1.490 kilómetros por hora, mientras opera a una altitud de crucero de casi 17.000 metros. Será en esa fase cuando los ingenieros podrán medir con precisión la firma acústica del avión y comprobar si el estruendo se ha convertido, efectivamente, en un sonido casi imperceptible.

De esta forma, las pruebas se intensificarán progresivamente sobre áreas seleccionadas del territorio estadounidense. La misión no solo consistirá en medir el sonido real que llega al suelo, sino también en recabar de forma sistemática la percepción del público en tierra. De las opiniones de los ciudadanos y de la validez de los datos técnicos dependerá que el sueño de cruzar continentes en la mitad de tiempo vuelva a ser una realidad tangible.

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