Relaciones internacionales

“Ningún líder regional en Francia emprendería un proceso unilateral como el catalán”

Para el hispanista francés Benoît Pellistrandi “el gran problema que existe ahora en Cataluña es un problema de convivencia democrática. Hay una parte de la sociedad que se silencia”

El historiador francés Benoît Pellistrandi
El historiador francés Benoît Pellistrandilarazon

Benoît Pellistrandi, hispanista francés y autor de “El laberinto catalán”, denuncia que existe una visión paternalista de los franceses hacia España como si se tratase de una “democracia incompleta” o “inacabada” tras los 40 años de dictadura. Se obvia el éxito de la transición y de la democracia. Y advierte de que los independentistas catalanes han sabido explotar estas lagunas a su favor.

Benoît Pellistrandi historiador y autor de “El laberinto catalán” se ha convertido sin quererlo en un rostro habitual de las tertulias televisivas para analizar la actualidad española. Profesor de Historia de Contemporánea de España critica el “desconocimiento feroz” y la “ignorancia lamentable” de nuestra realidad en la sociedad francesa. Todavía, lamenta, existe una visión paternalista de los franceses hacia España como si se tratase de una “democracia incompleta” o “inacabada” tras los 40 años de dictadura. Se obvia el éxito de la transición y de la democracia. Y advierte de que los independentistas han sabido explotar estas lagunas a su favor.

Ha escrito un libro publicado “El laberinto catalán”. ¿Cuál es la salida de este atolladero político?

La independencia ya no se plantea a corto y medio plazo a pesar de lo que digan los políticos y el verdadero problema ahora es la convivencia democrática en Cataluña. Es el trabajo que debería obsesionar a los responsables políticos. Cómo reconstruir esa convivencia. Existe una parte de la sociedad catalana que se silencia.

¿Cómo se puede restablecer esta convivencia?

La única solución pasa por un proceso de diálogo político y reconocer unas verdades mínimas. Me sorprende cómo los políticos catalanes han aceptado durante el juicio -por razones jurídicas y penales- que el proceso ha fracasado, sin embargo, no lo quieren admitir políticamente. La contradicción es enorme y sino se resuelve no habrá solución.

¿Qué discurso deberían mantener los independentistas?

Deberían reconocer que la independencia ha fracasado, que no habrá una independencia a corto o medio plazo, que no hay una mayoría social aplastante de catalanes que quieren la independencia, y que no es verdad que Europa esté esperando la independencia. En paralelo, también hay que aclarar que si se habla de independencia también se deberá hablar de las consecuencias de la independencia. Éste ha sido un punto ciego de todo el debate. No se puede apelar solamente a la movilización de las emociones.

La sentencia del procés ha vuelto a movilizar a los secesionistas...

Es otro momento clave. Se vuelve a movilizar las emociones y cuanta más pasión se ponga sobre el asunto menos política habrá.

¿Se ve en Francia un paralelismo entre el Brexit y el “procés”?

Sí, mucho. Partiendo del desconocimiento que los franceses tienen de España, pero es interesante observar las comparaciones que se establecen entre Brexit, Catalexit y las secesiones internas de la sociedad francesa.

¿Partidos como Esquerra Republicana o Junts Per Cataluña tendrían cabida en el mapa político francés?

No, porque tenemos un sistema mayoritario y de dos vueltas que descarta los partidos bisagra. Con lo cual jamás ha habido un partido en Francia [al estilo de los nacionalistas] que apoyase la gobernabilidad del país a la izquierda y a la derecha.

¿Ni partidos nacionalistas?

No tenemos tampoco. Tenemos el partido nacionalista corzo, pero Córcega no pesa nada. Son cuatro diputados en la Asamblea Nacional. Si se diera un día que los cuatro diputados corsos fueran indispensables para construir la mayoría entonces podrían subir las apuestas.

¿Por qué existe esta desconexión entre Francia y España?

Existe una leyenda negra de la democracia incompleta arrastrada desde la Guerra Civil. Se obvian estos 40 años de democracia. En Francia, la gente no quiere entender lo que ha supuesto para las instituciones y la sociedad española este episodio. No han entendido que se trataba de presionar para cambiar el orden constitucional español unilateralmente y eso en Francia no podría pasar.

¿Por qué no?

No podría pasar porque el modelo de Estado es completamente distinto. Los franceses piensan que España tiene el mismo modelo central jacobino. No veo ningún presidente regional emprender el mismo proceso que se ha vivido en Cataluña.

¿Cuáles fueron los pecados capitales del Gobierno español durante el referéndum?

Hay errores capitales por las dos partes. El primero es el de Artur Mas en 2012 que se lanza a la aventura porque cree que tendrá una palanca muy fuerte para negociar con Madrid. Por parte del ex presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, su problema fue no haber entendido el problema. Si un presidente del Gobierno no entiende el problema debe irse. Entonces sucedió el choque de trenes que habíamos advertido desde 2014. Era inevitable y nadie quiso pararlo.

El presidente Quim Torra ha mentado la vía eslovena para resolver la crisis. ¿Qué le parece?

Me llama la atención el delirio revolucionario de los catalanes que eligieron el 9 de noviembre para evocar el 9 de noviembre de 1989 con la liberación de los pueblos del Este. Comparar España con la Unión Soviética es un disparate. Yugoslavia es todo menos un ejemplo. Es un presente horrible.

¿Qué debe hacer Madrid para contrarrestar la retórica independentista?

Debe tener a las personas adecuadas en el sitio correcto que puedan explicar la situación española. La diplomacia española en Francia ha sido muy activa pero no es el caso de Inglaterra o Alemania.

¿Debe haber líneas rojas en el diálogo con Cataluña?

Para mí la línea roja es el término de “pueblo catalán”. El “pueblo catalán” como sujeto político no puede existir dentro del orden jurídico que proclama la soberanía del pueblo español. Es una cuestión de filosofía política. La soberanía reside en el pueblo español que es quien ostenta y tiene derechos políticos. ¿Podemos, entonces, pensar en la existencia del pueblo catalán? Me preocupa la deriva etnicista que puede desatar este término. Decir que el pueblo catalán no existe no significa que la cultura catalana no exista o la historia catalana no exista.

¿Está de acuerdo con la definición de España como una nación de naciones?

Me parece un concepto muy complicado. Sé que se ha utilizado mucho pero me parece una herramienta más para esquivar el problema. Así estamos todos contentos, pero la realidad es más compleja.

¿Hay un componente supremacista en el independentisimo catalán?

Claramente, las declaraciones del presidente Quim Torra están ahí. El planteamiento general ha sido queremos ser catalanes porque no queremos ser españoles.

¿Es España una nación acomplejada?

Hay que reivindicar el legado de la democracia española. España, con sus luces y sus sombras, ha dejado al mundo un ejemplo político de salida pacífica de una dictadura. Es una sociedad que ha sabido responder de una forma firme y serena al terrorismo de ETA. España goza de una cultura política donde impera la moderación.

¿Cuándo se produjo el divorcio entre Francia y España?

La gran ruptura ocurre en la Guerra Civil porque en el siglo XIX la relación entre los dos países es muy fuerte. España está de moda. Pero la Guerra Civil introduce una ruptura feroz y la imagen de España se distorsiona porque los historiadores en Francia son exiliados o hijos de exiliados. Hay la impresión de que España se ha cerrado y se tardará mucho tiempo en darse cuenta de que la reapertura esta hecha.

¿Cómo afecta esta distorsión a la hora de analizar la crisis catalana?

Mucho, mucho. A mi me han preguntado a raíz de la crisis catalana si siguen existiendo rasgos del franquismo en la democracia española. Y había que recordar que en España desde el 77 se había votado 37 veces. El tópico de la democracia incompleta, inacabada es muy fuerte en algunos medios culturales franceses. Eso ha pesado mucho durante la transición.

¿La exhumación de Franco puede cambiar esta imagen?

No, es un juego político a corto plazo con claves electoralistas. El problema no es Franco en el Valle de los Caídos es el Valle de los Caídos en sí mismo. Lo que sí tendría una repercusión amplía sería que la Iglesia española permitiese desacralizar el Valle de los Caídos para hacer un museo de reconciliación nacional. Pero eso, ahora, es imposible.