Reacciones

EE UU observa con preocupación la situación en Rusia

La Casa Blanca teme que la rebelión en Rusia empuje a un exceso de confianza en el Ejército ucraniano

El secretario de Estado, Antony Blinken, ha discutido con sus colegas del G-7 la crisis en Rusia
El secretario de Estado, Antony Blinken, ha discutido con sus colegas del G-7 la crisis en RusiaEuropa Press

La Casa Blanca sigue de cerca la caótica situación en Rusia, luego de la rebelión armada del jefe del grupo de mercenarios Wagner, Yevgeny Prigozhin. El presidente Joe Biden ha sido informado por sus funcionarios de inteligencia, que le han descrito los hechos como “graves”.

El sábado un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca declaró que “estamos monitoreando la situación y consultaremos con aliados y socios sobre estos acontecimientos". Más tarde, otra fuente descrita por la cadena CNN como “funcionario de alto rango”, explicó “esta crisis era real, pero el Pentágono y la Casa Blanca estaban esperando a ver cómo se desarrollaba”.

Las operaciones de inteligencia son seguidas personalmente por el secretario de Defensa, Lloyd Austin, hasta ahora bajo un completo hermetismo. Y no es para menos. Cualquier declaración salida de tono o malinterpretación de los hechos podría enviar un mensaje equivocado sobre los siguientes pasos de Vladimir Putin, quien le ha prometido a los ciudadanos rusos que su Gobierno hará pagar a los responsables del desorden. Washington es cauteloso porque, según analistas expertos en defensa, un eventual exceso de confianza por parte de las fuerzas ucranianas por la situación en Rusia podría causar alguna imprudencia en terreno de guerra. Por el momento, el Gobierno de Volodimir Zelenski solo ha dicho que siguen “observando” los hechos.

En medio de la ola de reacciones, destaca la del excongresista Adam Kinzinger, quien sirvió en el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja, y quien no descartó que el Pentágono esté contemplando “todos los escenarios catastróficos”. Según Kinzinger, “que Putin desaparezca en general sería genial para el mundo, pero generaría demasiada inestabilidad, incluso si este supuesto golpe falla porque debe tenerse en cuenta que Moscú tiene armas nucleares”. Esa preocupación sobre la proliferación si Rusia entra en un período inestable es compartida por otros expertos, aunque por ahora es demasiado pronto para predecir eso.

Por su parte, Steve Hall, un exjefe de operaciones de la CIA en Rusia, cree que los sucesos del viernes -que iniciaron cuando mercenarios Wagner se desplegaron en una calle cerca de la sede del Distrito Militar del Sur en la ciudad de Rostov-on-Don, tras acusar al Ejército ruso de masacrar a parte de sus soldados en Ucrania- son el desenlace de una táctica de control sobre su personal que Putin lleva utilizando desde hace años al enfrentarlos entre sí para buscar su propio beneplácito, solo que ahora parece habérsele salido de control.

Mientras Putin moviliza tropas para controlar la insurgencia de los mercenarios, también académicos analizan el impacto político del ruido causado por esta crisis. De acuerdo con Sam Green, profesor del King's Russia Institut, el reto de Putin no es tanto quedarse en el poder, sino ser capaz de controlar la manera en que cómo podría dejarlo, si caótica o suavemente. Y aquí podría estar la clave. “Si dejara el cargo de manera suave, es decir, a través de un proceso negociado en el que cede el poder sin luchar, la implicación clave es que quien asuma el poder retendrá todo el aparato de control que Putin disfruta actualmente”. Por lo tanto, explica Green “una eventual transferencia negociada de poder daría al sucesor de Putin un control completo sobre los medios de comunicación, el aparato coercitivo, la Duma, etc.”.

En contraste, una transferencia caótica de poder, en la que Putin sea forzado violentamente a salir o huya sin tiempo para negociar, dice el experto, “hace menos probable que el sucesor obtenga el control total del aparato estatal”. Esto porque “en una transición caótica, es posible que el sucesor tenga que luchar o negociar para obtener la lealtad de partes clave del sistema y estará atento a las amenazas internas, lo que podría resultar en mayor autonomía (para sobornar a las personas) o mucha represión para mantenerlas bajo control”.

Estados Unidos espera que el tiempo de mayores respuestas a esos interrogantes y, sobre todo, evalúa cuál es el mejor de los escenarios para Occidente. Hasta ahora la fuerza internacional de Rusia recaía sobre la imagen de Putin, pero con esta rebelión, no solo parecen dudar internamente de esa fortaleza, sino que seguramente sus aliados del eje anti Washington también han iniciado a hacer sus apuestas.