Tecnología militar
El problema del F-35 por el que el Pentágono ha decidido suspender las entregas del caza de Lockheed Martin
En el último año, Lockheed Martin ha detenido temporalmente el suministro de su caza de quinta generación por dos motivos técnicos
El Pentágono no incorporará nuevos aviones de combate F-35 hasta que se solucionen los problemas con las actualizaciones de "hardware" Tech Refresh 3 (TR-3). Breaking Defense asegura que el gobierno de Estados Unidos quiere asegurarse de que las aeronaves de nueva construcción han podido completar todas las pruebas de desarrollo de este nuevo hardware para cumplir con las expectativas de los clientes internacionales. El fabricante Lockheed Martinalmacenará estos aviones en su fábrica de Fort Worth, en Texas, durante la mayor parte de 2023 y, posiblemente, hasta la primavera de 2024, informa Defense News.
La actualización TR-3 es fundamental para reforzar la modernización del Bloque 4, que incluirá un radar completamente nuevo. En esencia, este nuevo sistema mejora el procesador central, la unidad de memoria y la aviónica asociada del F-35. Una vez que se pruebe el TR-3, el F-35 estará listo para someterse a la modernización del Bloque 4, que permitirá que los cazas puedan transportar una mayor variedad de armas de precisión, además de impulsar su capacidad de guerra electrónica y mejorar en el reconocimiento de objetivos.
Si bien los F-35 equipados con TR-3 se almacenarán temporalmente, aquellos aviones equipados previamente con el hardware TR-2 continuarán entregándose con normalidad a los clientes. No se conoce el número de aviones afectados por este medida, pero estimaciones de TheWarZone aseguran que, incluidas las configuraciones TR-2 y TR-3, Lockheed planeaba entregar alrededor de 150 F-35 a lo largo de este año.
Los expertos militares consideran que este nuevo parón en la entrega de aviones no es una buena noticia. Hace pocos meses, Lockheed Martin ya se vio obligada a detener el suministro al detectar la existencia de un componente que contenía materiales producidos por China. Se trataba de un imán utilizado en las bombas turbomáquinas que, según las autoridades estadounidenses, "no transmite información ni daña la integridad de la aeronave y no hay riesgos de rendimiento, calidad o seguridad asociados con este problema”.
En diciembre, otro incidente suspendió temporalmente las entregas. Fue después de un accidente en la base texana de Fort Worth en la que estuvo involucrado un F-35B que había presentado problemas de vibración del motor, fabricado por Pratt & Whitney. Uno de los desafíos del programa ha sido si desarrollar un nuevo motor para su flota de F-35 o modernizar el ya existente, que resultó finalmente la opción elegida.
Para sus críticos, el programa del F-35 constituye uno de los mayores despilfarros del presupuesto del Departamento de Defensa de EEUU. Argumentan que se trata de un avión excesivamente caro y mal adaptado a las exigencias de un mundo cambiante.
El Programa Joint Strike Fighter comenzó en el año 2000, liderado por Estados Unidos, con un presupuesto estimado en 200.000 millones de dólares, sin bien actualmente la inversión realizada supera ya los 400.000 millones, según un borrador del Congreso de Estados Unidos. El precio por unidad ha pasado de los 200 millones iniciales a 80 millones por caza. Con los años, países como Reino Unido, Países Bajos, Italia y Dinamarca, entre otros, se sumaron al ambicioso proyecto, que tiene a Lockheed Martin como el principal contratista.
Un artículo de opinión de The New York Times de 2021 llegó a sugerir que el F-35 es demasiado caro para fracasar. “El programa está por encima del presupuesto. No cumple las capacidades prometidas y sus índices de capacidad de misión ni siquiera empiezan a cumplir los umbrales de los servicios”, dijo a los periodistas en abril de 2021 el representante John Garamendi, demócrata de California, presidente del subpanel de preparación del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes.
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