Polarización
EE UU o el poder disfuncional
La democracia norteamericana se debate entre un presidente octogenario y un candidato republicano atrapado en una maraña judicial
Estados Unidos se prepara para un 2024 con curvas políticas y jurídicas muy pronunciadas. Llega un año electoral con un país más polarizado que nunca y unas opciones políticas que reflejan la crisis de fuerte liderazgo que atraviesa la que en su día fue la primera potencia mundial. En un lado está el actual presidente demócrata Joe Biden, que cada vez tiene más lapsus mentales en público fruto de su avanzada edad (cumplió 81 años el mes pasado), y en el otro, un candidato republicano, Donald Trump, que tiene todas las de ganar en las primarias de su partido -por delante del gobernador de Florida, Ron DeSantis, y la exgobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley- a pesar de que enfrenta 91 cargos criminales en el marco de cuatro causas penales separadas en cuatro estados distintos.
Con este panorama, algunos ya han asumido que el año que viene habrá que votar «susto o muerte», y que sea lo que Dios quiera. Esto se ha traducido en una pérdida de confianza de los estadounidenses en el poder Ejecutivo del Gobierno federal. Según una encuesta realizada en el mes de octubre por de The Associated Press – NORC Center for Public Affairs Research, casi la mitad de los adultos de EE UU, el 53%, no tiene «casi ninguna confianza en las personas que dirigen el Congreso» y el 33% no se fía del Departamento de Justicia. «Son unas elecciones donde las opciones son el diablo (Trump) o el presidente que hizo muchas cosas que ofendieron a una buena parte de la población», explica a LA RAZÓN Brett Bruen, un ex funcionario de la Casa Blanca que trabajó con Biden durante la presidencia de Barack Obama.
La situación es preocupante, reconoce Brett. «Trump es una amenaza para las instituciones estadounidenses», pero la otra opción no es mejor. Hay gente «como yo que se encuentra en medio del debate. Un debate que Biden ha manejado bastante mal porque se ha ido más a la izquierda en vez de quedarse en el centro de la política y eso nos da a nosotros una sensación de abandono». Brett reconoce que el actual presidente demócrata «no tiene la fuerza necesaria en términos de campaña para lanzar un mensaje eficaz contra Trump», y lo que realmente hace falta es un «debate demócrata con ideas de cara al futuro», porque hay una gran «dependencia de lo que dice el presidente y no de lo que pide el pueblo norteamericano».
Las encuestas coinciden con Brett. Según el último sondeo de «Wall Street Journal», la posición política de Biden se encuentra en el punto más débil de su presidencia. Trump le supera «con un 47%». Incluso la candidata republicana Nikki Haley, que ha subido posiciones en los últimos dos debates republicanos, vencería a Biden si las elecciones se celebraran en este momento, dice la encuesta. La exgobernadora de Carolina del Sur está ganando en sectores de votantes moderados e independientes que no están de acuerdo con el desempeño laboral de Biden.
A lo largo de la historia ha habido momentos de declive de la confianza, pero David Bateman, profesor asociado de Ciencias Políticas de la Universidad de Cornell, apuntaba en una entrevista que «la mayor amenaza a la confianza en las instituciones fue la negativa de la campaña de Trump a la hora de reconocer los resultados de las pasadas elecciones». Bateman asegura que esto «validó la idea de que todo el sistema institucional está amañado». Aun así, y a pesar del periplo judicial que enfrenta el expresidente por medio país en el 2024, las encuestas cada vez lo sitúan mejor. Siempre ha sido el favorito dentro de su partido, pero es que ahora también lo es en cinco de los seis famosos «swing states», los estados decisivos en las elecciones presidenciales del próximo año.
Lo más interesante de todo, es que el exmandatario podría volver a «caer de pie» en medio de todo este huracán de problemas. Él siempre sale ileso, por lo menos hasta ahora. Es el primer y único presidente acusado penalmente, pero eso no le impide seguir adelante con su campaña electoral como si nada pasara, y combinar sus eventos electorales con varios paseos por las cortes del país.
Para el profesor de Derecho de la Universidad de Harvard Michael Klarman, es bastante poco probable que los juicios abiertos contra Trump terminen antes de que se decida quién ocupará el Despacho Oval, si bien la opción del autoindulto en caso de que sea condenado es factible. «La Constitución no dice nada sobre si un presidente puede autoperdonarse. Trump argumentará que puede hacerlo. La Constitución no permite que se conceda el perdón en casos estatales, por lo que no podrá hacerlo en los casos de Georgia o Nueva York».
Sus abogados están tratando por todos los medios de dilatar los juicios y que el expresidente pueda desenredarse fácilmente de la telaraña judicial en la que se encuentra. Con este panorama, ¿puede ser Trump presidente de Estados Unidos? El país entra en un terreno completamente desconocido. De momento se le permite hacer campaña (en este sentido no hay limitaciones basadas en los antecedentes penales), pero si finalmente es condenado, la Constitución solo tiene respuestas claras para algunos casos.
Si se cumple este escenario, no sería el único en llevar su candidatura entre rejas. En 1920, el socialista Eugene Debs se postuló para la Presidencia desde su celda. «Estuvo en prisión después de ser declarado culpable de sedición durante la Primera Guerra Mundial, esencialmente por criticar la conducta de la administración Wilson durante la Primera Guerra Mundial», recuerda Michael Klarman.
La avanzada edad de Biden -que le ha dejado en evidencia en más de ocasión- es otro tema clave de cara al curso que viene. Solo tiene cuatro años más que Trump, pero los votantes son conscientes de que su salud es distinta. Los deslices del presidente se han convertido en blanco de Trump, que no le deja pasar ni una y este mensaje está calando en la ciudadanía.
Varias encuestas revelan que dos de cada tres votantes creen que Biden es demasiado mayor para un segundo mandato. Tampoco ayudan los problemas legales que enfrenta su segundo hijo varón Hunter Biden, o la investigación por juicio político que llevan a cabo los republicanos en la Cámara de Representantes. Para Bruen, Biden también tiene parte de la culpa de que los estadounidenses estén dejando de creer en su clase política: «No ha sido un momento específico, han sido varios», explica a LA RAZÓN, que cita entre otros «la mala gestión de la covid, cuando llegó al poder en enero del 2021, dar dinero gratis a los estudiantes y otros grupos, y la salida de las tropas de Afganistán, que fue un momento desastroso». El experto tampoco se olvida de la actual guerra que mantiene Israel contra Hamás. Por todo ello, concluye, «hemos ido poco a poco perdiendo la confianza».
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