Nueva etapa

El holandés Mark Rutte se asegura la jefatura de la OTAN tras retirarse el presidente rumano

La OTAN funciona por consenso, por lo que técnicamente los 32 Estados miembro tienen que dar su aval al futuro secretario general

El primer ministro holandés Mark Rutte
El primer ministro holandés Mark RutteBart MaatAgencia EFE

Mark Rutte, primer ministro holandés, se convertirá el 1 de octubre en el sucesor de Jens Stoltenberg al frente de la OTAN. Aunque ahora su candidatura debe ser refrendada por los embajadores de los 32 países de la Alianza, se trata de un mero formalismo. Será proclamado en la cumbre que se celebrará en Washington entre el 9 y el 11 de julio y que conmemorará el 75º aniversario de la organización militar. Hace dos días, Eslovaquia y Hungría levantaron su veto y ayer Rumanía ha anunciado la retirada de la candidatura de su presidente, Klaus Iohannis.

Stoltenberg fue elegido en 2014, meses después de que Rusia se anexionara de manera ilegal la península de Crimea. Durante su mandato, que ha sido extendido en varias ocasiones ante las dificultades de encontrarle un sucesor, la Alianza ha vivido la invasión de Ucrania por las tropas de Vladimir Putin, los tensos episodios tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y cuatro ampliaciones: Montenegro, Macedonia del Norte, Finlandia y Suecia. Es conocido por su prudencia y discreción y la buena relación con su equipo de trabajo, incluso en los momentos más adversos. Anteriormente a su cargo en la Alianza, fue primer ministro noruego y líder del Partido Socialdemócrata. Renunció a la presidencia del Banco Central de Noruega debido a una prórroga como secretario general de la Alianza.

El holandés Mark Rutte, perteneciente al Partido Liberal y de 57 años, ha marcado la política holandesa en estos pasados 13 años. Apodado como «Mr Teflón» por su capacidad para superar cualquier crisis y formar coaliciones de Gobierno heterogéneas, ha sido el candidato preferido de EE UU, a lo que quizás haya ayudado su pertenencia a un país con fuertes vínculos transatlánticos. Finalmente, no se han cumplido las quinielas que apostaban por una mujer de un país del este para sustituir a Stoltenberg. Sonó con insistencia el nombre de Kaja Kallas, la primera ministra de Estonia, que, sin embargo, nunca llegó a formalizar su candidatura. Todo indica que se convertirá en la sucesora de Josep Borrell al frente de la diplomacia comunitaria.

«Creo que Mark Rutte es un candidato muy fuerte. Tiene mucha experiencia como primer ministro. Es un amigo y colega estrecho», aseguró desde la Casa Blanca el político noruego hace dos días, dando por sentado que sería su sucesor.

Rutte llegó al poder en 2010 y era hasta el momento el líder político europeo más veterano junto al húngaro Viktor Orban tras la retirada de la canciller Angela Merkel. Desde esa fecha, había liderado cuatro Gobiernos diferentes de los que tres tuvieron que dimitir antes de que finalizara su mandato y era el único superviviente de la Gran Recesión que azotó a la Unión Europea durante la pasada década.

Políticamente, Rutte es un líder pragmático con una gran habilidad para pactar con quien sea necesario y encontrar puntos de unión en un programa de Gobierno, lo que le ha resultado de gran habilidad en un Parlamento tan fragmentado como el holandés y le ha permitido liderar cuatro Gobiernos de coalición diferentes. Esta capacidad de interlocución le servirá para dialogar con los 32 miembros de la Alianza, en un momento en el que la organización militar tiene como principal reto continuar con el apoyo a Ucrania para que Vladimir Putin pierda la guerra. Todo indica que la posible vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca tras las elecciones del mes de noviembre y sus amenazas de dejar a los europeos a la intemperie puede convertirse en el principal quebradero de cabeza del político holandés en su nuevo cometido. «Mr Teflón» deberá hacer honor a su apodo. Para sus defensores, todo esto hace de él un animal político, mientras sus detractores le acusan de oportunismo y falta de principios sólidos.

Lo que nadie duda es que, durante todos estos años, Rutte ha sabido como nadie representar el espíritu de una nación y encarnar aquellas virtudes de las que los holandeses más se enorgullecen: austeridad, modestia, fiabilidad, trabajo duro. Un buen espejo en el que mirarse, una visión quizás idealizada de la idiosincrasia protestante holandesa que funciona como un imán para los votantes. Hasta que el auge de la «Mocro maffia» se lo impidió, se desplazaba en bicicleta y era habitual verle en la Haya tomando una copa con amigos. También compaginaba su labor como primer ministro con clases semanales en un instituto. El pasado mes de julio anunció su retirada de la política holandesa después de que se produjera la caída de su Gobierno por discrepancias en el seno de la coalición debido a la política de asilo. Tras conocerse su renuncia, comenzaron los rumores sobre un posible puesto internacional que finalmente ha llegado como secretario general de la Alianza.