Catástrofes y Accidentes

¿Qué ocurrió a bordo del vuelo 9268 siniestrado en Egipto?

Expertos en aviación analizan para LA RAZÓN las diferentes hipótesis

Equipos militares egipcios acceden a la cola del avión de pasajeros que se estrelló el sábado cerca
Equipos militares egipcios acceden a la cola del avión de pasajeros que se estrelló el sábado cercalarazon

Expertos en aviación analizan para LA RAZÓN las diferentes hipótesis

Todas las miradas están puestas en este momento en las «cajas negras», ya en poder de las autoridades egipcias, para arrojar luz sobre el accidente del vuelo 9268 siniestrado el sábado en el desierto del Sinaí. Sin embargo, todavía no han sido analizadas, por lo que todas las hipótesis siguen abiertas, mientras los actores implicados (Rusia, Egipto y la aerolínea MetroJet) utilizan los escasos datos que tienen en su poder para jugar sus cartas. La compañía aérea descarta fallos en el aparato y habla de una «acción exterior»; Rusia no descarta la acción del Estado Islámico (al que combate en Siria desde el pasado 30 de septiembre); mientras que Egipto trata de negar una explosión a bordo del Airbus 321 provocada por un posible pasajero suicida.

Fallos técnicos en el avión: la teoría del queso Gruyere

Desde el primer momento, la aerolínea niega que se produjera un error humano o técnico a bordo del 9268. Sin embargo, los expertos no descartan que una concatenación de errores fatales provocara un fallo total de los sistemas y se produjera una descompresión explosiva que derivara en la descomposición del avión en el aire. «A pesar de que los sistemas de control en los aviones son redundantes, es decir, que están duplicados e incluso triplicados, pueden sucederse varios problemas que, aislados, no ocasionarían problemas, pero que, unidos, pueden desembocar en un accidente. Es lo que se denomina la ‘Teoría del queso Gruyere’. Si se agrupan varias lonchas de este tipo de queso característico por sus agujeros en un montón, será muy poco probable que todos los agujeros coincidiesen; pero si fuera así, el avión atravesará las lonchas, lo que derivaría en un accidente aéreo», explica a LA RAZÓN Antonio Manzano, subdirector de la revista especializada en defensa «One Magazine», del Grupo Atenea. «El hecho de que el avión pasara todos los controles en tierra no quita que en el aire fallaran. El piloto es el que finalmente decide si se vuela o no y, a veces, da el OK aunque haya algún aspecto que haya sido subrayado en la revisión, ya que él considera que no es algo relevante. Esto, sumado a otros imprevistos, puede ocasionar ciertos problemas», añade Manzano.

Impacto de un misil: terrorismo fuera de control

A pesar de que el EI, a través de su franquicia en el Sinaí, Welayt Sina, reivindicó la autoría de un ataque contra el avión, Rusia y Egipto se mostraron escépticos tras el incidente. Ahora se muestran más comedidos. «El Estado Islámico no posee un sistema de misiles que pueda alcanzar un avión a más de 30.000 pies. Tampoco otras organizaciones terroristas que operan en la zona del Sinaí tienen esta capacidad, a no ser que les haya sido suministrado por algún Gobierno soberano, lo que también es improbable», asegura a este diario Paul Beaver, analista militar británico y director de Beaver Westminster Limited, quien insiste que a estas alturas de la investigación aún es muy pronto para dilucidar. «Los terroristas en esa zona poseen misiles que se disparan desde el hombro. Esos no pueden alcanzar un avión que vuela a altura de crucero, pero sí hacerlo en su fase de ascenso. Durante 20 o 30 kilómetros, el avión se encuentra en fase de ascenso. En este punto sí puede ser atacado por un misil ligero». «Es como si alguien se sube a la Bola del Mundo, en Navacerrada, y ataca a un avión que despega de Barajas», argumenta Manzano. «Incluso podría haber dañado el fuselaje a causa de una explosión cercana que no hubiera impactado directamente sobre el aparato. En este caso, el avión habría seguido volando y, al cabo del tiempo, se habría ido destruyendo el fuselaje, provocando una explosión interna y finalmente se habría desintegrado».

«Pasajero bomba»: dudosas medidas de seguridad

En caso de confirmarse esta hipótesis sería un duro golpe a Egipto, ya que se pondría en duda la capacidad del Estado para garantizar la seguridad en sus aeropuertos. Los analistas coinciden en que los controles en el aeropuerto de Sharm el Sheij –de donde partió el 9268– dejan mucho que desear. «La depresurización explosiva podría haberse producido a causa de una bomba a bordo, bien instalada en el avión o a través de un pasajero suicida. No es necesario que la bomba estuviera cerca de un motor, desde cualquier punto habría desintegrado el aparato», indica Beaver. «Hasta que no se analicen los restos del avión, así como las voces y parámetros recogidos en las cajas negras no podrá determinarse qué ocurrió», afirma.

Obstrucción de los motores: incendio a bordo

Otro de los factores que, según los expertos en seguridad aérea, hay que tener en cuenta es el análisis de la zona de vuelo y su fauna, ya que las aves que habitan en dichos territorios pueden provocar daños irreversibles en las aeronaves. Teniendo en cuenta que en la zona del Sinaí vuelan águilas, halcones y garzas, nadie descarta la posibilidad de que una de ellas ocasionara problemas en los motores. «Puede que en la zona del motor por la que entra el aire se colara un gran ave ocasionando así una obstrucción», concluye el subdirector de «One Magazine».