Análisis
La quinta columna que amenaza a Putin
Antiguos prisioneros de guerra y opositores rusos constituyen en la frontera entre Ucrania y Rusia la primera oposición armada contra el régimen de Moscú
«Quitadnos la casa, vivid en ella, ahogaros en ella y nosotros la reconstruiremos», cantó el conocido rapero ruso de origen judío Oxxxymiron, que, según sus propias palabras, mató «el imperio» en sí mismo antes de huir al extranjero. Desde entonces da conciertos benéficos y apoya a Ucrania. Cinco años antes de la invasión, en el álbum que le puso en el mapa del olimpo del espectáculo ruso, su héroe lírico, un escritor que se parece al propio Oxxxymiron, que estudió Literatura en la Universidad de Oxford, declaró que en el poder son todos payasos y su vocación es «manchar el papel, el resto les da igual».
Al principio de la guerra, los ucranianos no perdieron la esperanza de que su país vecino saliera a las calles para protestar contra el régimen de Vladimir Putin. Miles de muertos después, estas ilusiones desaparecieron. Muchos ucranianos expresan su indignación con la oposición liberal rusa que, en vez de tomar acciones en su propia nación, huyó a los países europeos y expresa su solidaridad con las víctimas de la guerra y sus sufrimientos desde una distancia segura. «Entre nosotros hay un abismo porque, con cada intento de abuso de poder, salimos a las calles», reza el argumento de la generación del Maidán.
Los ucranianos creen que esa evolución tan lenta de las posturas políticas y las protestas muy aseadas de la oposición liberal rusa, que, reflejada en la ausencia de protestas contra la anexión de Crimea, condujeron a una gran tragedia para el pueblo ucraniano. Mientras la oposición cedió su casa a Putin y está esperando que se ahogue en ella para reconstruirla, Ucrania lucha contra las consecuencias de los años de indiferencia y miedo en el país vecino. La oposición rusa muestra en la UE las condiciones en las que están los prisioneros del régimen, explicando el coste que deberían pagar por protestar dentro del país, e incluso algunos declaran que a los ucranianos «no les deben nada».
Los acontecimientos en Belgorod después de que dos milicias, el Cuerpo Ruso de Voluntarios (RDC) y la Legión de la Libertad de Rusia, cruzaran la frontera de la Federación Rusa han puesto en el mapa a una oposición armada que está dispuesta a «reconstruir el país», pero con otros métodos. Ilya Ponomarev, el portavoz de la Legión de la Libertad de Rusia, el único exdiputado del Parlamento ruso que votó en contra de la anexión de Crimea en 2014, criticó «la impotencia» de los liberales rusos. La Legión, así como el Cuerpo Ruso de Voluntarios, se han posicionado con Kyiv y participan en los combates en las zonas más calientes del frente de guerra.
Mientras algunos ucranianos apoyan esta participación en las Fuerzas Armadas, otros la ven con cierta precaución. Ponomarev reconoce que una de las acusaciones que escuchan los combatientes fue «la supuesta influencia del FSB [servicios secretos rusos]».
Por su parte, a la hora de comentar las afirmaciones de los soldados del Cuerpo Ruso de Voluntarios sobre el proceso de inclusión en el Ejército ucraniano, el representante de la Inteligencia de Defensa ucraniana, Andriy Chernyak, afirmó en un comentario a Radio Liberty que todos los combatientes atraviesan un proceso de investigación por las estructuras de inteligencia ucranianas.
Según Ponomarev, una tercera parte son los prisioneros de guerra, que estaban decepcionados por sus comandantes y por lo que vieron en Ucrania y decidieron cambiar de bando. El resto son rusos que vivían en el territorio ucraniano y activistas políticos críticos con Putin. En cuanto al Cuerpo de Voluntarios de Rusia, su núcleo está formado por los soldados que ya lucharon en Ucrania antes de la invasión, sobre todo en el batallón de Azov.
Cuando los primeros vídeos de un vehículo blindado con la bandera ucraniana atravesando el puesto de control llenaron las redes sociales, Kyiv marcó cierta distancia entre ellos y las fuerzas responsables. En un comunicado, la Oficina de Volodimir Zelenski y el portavoz de la Inteligencia subrayaron que las fuerzas que están luchando en Belgorod están representadas exclusivamente por rusos, aunque Ponomarev en varias entrevistas mencionó la aprobación de su actividad en Belgorod.
Después de «terminar la operación», los soldados del Cuerpo de Voluntarios de Rusia y la Legión de Libertad de Rusia explicaron que para no implicar a Ucrania pidieron vacaciones en las Fuerzas Armadas y reafirmaron que ninguno de los soldados ucranianos había pisado territorio ruso.
En términos militares, esta operación ayuda a la futura contraofensiva. Desde hace tiempo, Ucrania lanza pequeñas intervenciones a lo largo de la línea del frente e intenta poco a poco provocar a Rusia y recuperar algunas posiciones. Además, los ataques en el propio territorio ruso por parte de la guerrilla rusa tienen un cierto efecto acumulativo y crean un sentimiento de inseguridad.
En cuanto a las metas políticas, aquí la situación es aún más complicada. La Legión afirma que los habitantes de Belgorod les percibieron como los liberadores de Putin, que cada ataque muestra a los ciudadanos que el régimen no es tan fuerte como parece, que estas operaciones hacen que más gente se una a la causa, sembrando la inquietud entre la silenciosa mayoría. Pero, según una fuente de la oposición en Moscú, a los habitantes de la capital no les importa. «Estaba paseando por la calle, por los parques intentando escuchar las conversaciones por si alguien por lo menos hablaba de lo que pasa en Belgorod», asegura antes de añadir que durante los días de invasión para ella la fuente principal fue la cadena ucraniana rusoparlante Freedom. Aunque tiene una actitud bastante escéptica, espera que el régimen caiga y se pueda reconstruir «la patria».
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