
Defensa
EE UU reactiva las pruebas nucleares: el Pentágono pone fin a 33 años de moratoria y desata una nueva carrera armamentística
La decisión tomada por la Administración Trump podría desatar una peligrosa carrera armamentística con potencias como Rusia o China reavivando tensiones pasadas relacionadas con esta índole

El fantasma de una nueva carrera armamentística planea sobre el tablero geopolítico internacional. La decisión de Estados Unidos de retomar sus ensayos nucleares podría desencadenar un peligroso efecto dominó, animando a otras potencias como Rusia, China, la India o Pakistán a desempolvar sus propios programas de pruebas. Este giro en la política de Washington resulta delicado en un contexto en el que, durante todo el siglo XXI, únicamente Corea del Norte se había atrevido a realizar detonaciones de este tipo. De hecho, el régimen de Pyongyang no ha cesado en su empeño de perfeccionar su capacidad de ataque, como demuestra la reciente exhibición de un nuevo y más letal misil balístico.
El detonante de esta tensión global es el plan desvelado por la Administración de Donald Trump, que pone fin a una moratoria de 33 años. Desde 1992, Estados Unidos había mantenido suspendidas las explosiones atómicas, cerrando un capítulo de la Guerra Fría que, entre 1945 y esa fecha, vio al país norteamericano llevar a cabo un total de 1.054 pruebas nucleares. Ahora, la Casa Blanca se dispone a reabrir esa puerta.
Desde el Pentágono, sin embargo, se defiende la medida como un paso responsable e imprescindible para garantizar la credibilidad de su disuasión nuclear. Según el Secretario de Defensa, Pete Hegseth, la capacidad de realizar ensayos es fundamental para asegurar que el arsenal estadounidense se mantiene seguro, fiable y, sobre todo, eficaz frente a las amenazas que plantean otras naciones que modernizan activamente sus capacidades militares. Este argumento cobra fuerza al observar los avances de sus competidores, ya que recientemente China ha presentado el arma láser más potente del mundo, un claro ejemplo de esta escalada tecnológica.
Esta visión choca frontalmente con la de numerosos expertos en la materia, quienes, según informa el medio Defense News, consideran la medida innecesaria. Estos especialistas argumentan que el país ya cuenta con simulaciones por ordenador muy avanzadas y experimentos en instalaciones punteras, como el National Ignition Facility, para verificar su armamento. Sostienen, además, que la iniciativa socavaría los esfuerzos de no proliferación a nivel mundial.
Unos ensayos limitados con un coste multimillonario
Para matizar el alcance del anuncio, el Secretario de Energía, Chris Wright, ha aclarado que los futuros ensayos serían de carácter «no crítico». Esto significa que los experimentos se centrarían en los subsistemas del armamento y no implicarían detonaciones nucleares completas, una distinción técnica con la que se busca trazar una línea clara con las masivas explosiones del pasado.
La puesta en marcha de este plan no es ni sencilla ni barata. Las instalaciones de pruebas nucleares de Estados Unidos llevan más de tres décadas abandonadas, por lo que su reactivación requeriría varios meses de trabajos intensos y una inversión de mil millones de dólares solo para ponerlas a punto. Un coste considerable para un proyecto que amenaza con reavivar las tensiones de una época que muchos daban por superada.
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