Irán

La cumbre entre Trump y Rohani se desvanece por la desconfianza

El presidente iraní reclama hechos y no fotos mientras los halcones de EE UU descartan la iniciativa

El presidente iraní, Hasan Rohani, se dirige al estrado durante una sesión parlamentaria en Teherán (Irán), en una imagen de archivo/Efe
El presidente iraní, Hasan Rohani, se dirige al estrado durante una sesión parlamentaria en Teherán (Irán), en una imagen de archivo/Efelarazon

El presidente iraní reclama hechos y no fotos mientras los halcones de EE UU descartan la iniciativa

No habrá reunión mientras haya sanciones. En palabras de Hasan Rohani, presidente de Irán. «Sin este paso el bloqueo no cesará», afirmó ayer. Respondía así a las buenas palabras de un Donald Trump inusitadamente conciliador, que durante el fin de semana y en el marco del G-7 había expresado su intención de reunirse con los iraníes. A fin de cuentas, ¿acaso logró encontrarse en varias ocasiones con otro dictador, el norcoreano Kim Jong Un, después de meses explosivos, en los que a cada ronda de sanciones le seguía una cascada de insultos?

Pero Rohani, lejos de conmoverse, ha explicado en un mensaje televisado que «si EE UU no levanta las sanciones y no rechaza el camino equivocado que ha elegido, no seremos testigos de ningún desarrollo positivo. La clave para que eso suceda está en manos de Washington». Rohani también ha insistido en que su país no tiene ninguna intención desarrollar un arma nuclear, y ha vuelto a revestir su promesa de argumentos teológicos y religiosos.

Su mensaje llegaba mientras Teherán contempla impotente el descalabro de sus importaciones al tiempo que crece la tensión militar y política. Por supuesto, Trump no ha mencionado ni remotamente la posibilidad de regresar al acuerdo nuclear firmado por la administración Obama en 2015.

Antes al contrario el último año ha visto como EE UU descargaba una serie de medidas punitivas multiplicadas durante los últimos meses, luego de bloquear los activos financieros de destacados miembros del gobierno y el ejército y, por supuesto, de negarse a renovar los permisos para comprar petróleo iraní que todavía disfrutaban ocho países. Un golpe económico que los expertos calculaban en más de 50.000 millones de dólares.

Las turbaciones en el país son tales que se suceden las denuncias por violaciones de los derechos humanos y los ataques contra la libertad de expresión. El régimen, herido, se revuelve. La Guardia Revolucionaria, centurión del ala dura, incluso ha propiciado la detención de un destacado grupo de científicos implicados en un programa pionero para salvar los escasos 50 guepardos que sobreviven en los maltratados ecosistemas persas.

¿Su pecado? Sembrar el territorio de los felinos con cámaras de procedencia estadounidense. Acusados de espionaje, el fiscal pide la pena de muerte para cuatro de ellos y diez años de cárcel para el resto. Los investigadores pertenecen a la oenegé «Persian Wildlife Heritage Foundation», cuyo fundador, Kavous Seyed-Emami, murió en la prisión de Evin, en Teherán, en febrero de 2018.

Pero la respuesta a los intentos pacificadores de la Casa Blanca ha llegado también desde EEUU. Comentaristas como Ari Fleischer, ex secretario de prensa de George W. Bush, han expresado sus suspicacias. «No confío en Irán», dijo, al tiempo que explicaba que «nadie ha sometido a Irán como la Administración de Trump». «Pero, aun así», añadió, «me resulta inquietante que el presidente de Estados Unidos se reúna con el presidente de Irán».

Así, en un mensaje en Twitter, escribió que siente un «gran respeto por el hecho de que el presidente Xi y sus representantes quieran una “resolución tranquila”». «Impresionado», añadió, «por eso es un gran líder y representa a un gran país. ¡Las conversaciones continúan!».

Retomaba así el mensaje conciliador del pasado lunes, cuando en compañía del presidente Macron expresó su convencimiento de que China quiere alcanzar un acuerdo e incluso añadió su disposición a retrasar los nuevos aranceles. «Cualquier cosa es posible», dijo, y los mercados lo agradecieron con un subida de Wall Street.

Todo esto después de que el viernes sentenciara que «nuestro país ha perdido, estúpidamente, miles de de dólares con China durante muchos años». «Han saqueado nuestra propiedad intelectual a razón de cientos de miles de millones de dólares al año», exclamó, «y quieren continuar haciéndolo. ¡No dejaré que eso suceda! No necesitamos a China y, francamente, estaríamos mejor sin ellos».

El problema es que China no parece haberse dado por aludida. Un portavoz del Ministerio de Exteriores de China, Geng Shuang, ha asegurado que su gobierno no ha recibido ninguna llamada por parte de EE UU. «Lamentablemente», dijo, «Estados Unidos ha aumentado aún más las tasas impositivas sobre las exportaciones de China a Estados Unidos. Esta presión extrema es muy perjudicial para ambos».

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