
África
Tanzania: represión, muertos y apagón de internet tras las elecciones
Inspirados por las revueltas juveniles de Kenia y Madagascar, miles de jóvenes tanzanos salen a las calles contra la manipulación electoral y el autoritarismo de Samia Suluhu

Las elecciones de Tanzania celebradas el 29 de octubre no terminaron con el cierre de los colegios escolares. Y casi una semana después, en Dar es Salaam y otras ciudades clave del país, un movimiento juvenil ha inundado las calles como señal de protesta contra los métodos utilizados por la presidente Samia Suluhu para obtener la victoria: rivales políticos arrestados, mítines bloqueados y medios bajo presión. La fórmula del abuso político que lleva aplicando el partido Chama Cha Mapinduzi (CCM), que lleva gobernando de forma ininterrumpida, con un líder u otro, desde 1977.
El día de la votación se produjo un importante despliegue de militares en los puntos clave de la capital, a la que se impuso además un toque de queda que duró los días siguientes. Con el miedo en el cuerpo después de la destitución del gobierno de Madagascar y sumando las protestas recientes en Kenia, Marruecos y Camerún, la élite tanzana también impuso un apagón de internet a escala nacional y el país quedó incomunicado con el mundo exterior. Pero nada de esto evitó el estallido de las protestas lideradas por la juventud tanzana. La Oficina del Alto Comisionado de la ONU ha confirmado que al menos diez personas han muerto durante el desarrollo de estas; la oposición elevó la cifra a varios centenares, aunque aún no se ha publicado un conteo oficial.
El Chama Cha Mapinduzi gobierna el país desde la independencia, primero bajo el nombre de TANU y, desde 1977, con su nombre actual. Pese a que el bipartidismo se introdujo en el país en la década de 1990, todavía no ha ocurrido esa deseada alternancia en el poder, y las esperanzadas expectativas se han esfumado y dejado su espacio a la furiosa incredulidad. Por otro lado, la “oposición” es sistemáticamente perseguida, y el principal partido opositor, el CHADEMA, es el más golpeado. Sin ir más lejos, en 2024 se sucedieron arrestos de líderes y militantes de CHADEMA. Y figuras como Tundu Lissu (arrestado por última vez en 2025) han sido detenidas en diversas ocasiones e imputadas en el marco de pantomimas judiciales que pretenden reforzar la posición del CCM mientras mantienen el espejismo de una democracia de partidos.
Cuando se dio el pistoletazo de salida a la ansiada campaña electoral, era evidente que la oposición se encontraba debilitada y fragmentada por los arrestos y los juicios. Y fue precisamente eso, ese desgaste, esa mordaza colocada a lo largo de los meses, la que despertó en los jóvenes la impresión de que se les arrebataron las opciones y lo que ha provocado, al fin, las oleadas de protestas que retumban hoy en el país.
El Gobierno enmarca las marchas como sencillos disturbios y puro vandalismo, y habla con indignación de “ataques a la paz pública” mientras justifica medidas extraordinarias para “restablecer el orden”. Para ello ha movilizado en los últimos días a las fuerzas armadas y la policía, imponiendo los ya citados toques de queda, desplegando controles policiales en barrios periféricos, etc. Es la manera que buscan de desactivar la calle y ganar tiempo hasta que la indignación se deshinche, aunque esta actitud tan… represiva también ha disparado las alarmas internacionales. La ONU ha pedido contención y pesquisas independientes sobre las muertes que se llevan registrando, mientras que diversas instituciones europeas han cuestionado la integridad del entorno electoral tanzano, aunque son voces débiles que se pierden en la niebla.
Los protagonistas de las protestas proceden de una generación eminentemente urbana e hiperconectada. Se les ha prometido mucho, pero pocas de esas promesas se han cumplido. Muchos jóvenes alternan trabajos informales sin un salario que cubra un costo de vida que no deja de apretar.
Y a esa ecuación se suma algo que cruza fronteras por medio de WhatsApp, TikTok y X: el ejemplo de la Generación Z en Kenia. No debe olvidarse que, en junio de 2024, el movimiento #RejectFinanceBill2024 consiguió que una multitud lograse irrumpir en el Parlamento en Nairobi mientras los diputados aprobaban una nueva ley tributaria. Y que esta sacudida derivó en el retiro del proyecto de ley por parte del presidente William Ruto. Así fue como se supo que un enjambre juvenil descentralizado, aunque coordinado en línea, puede traer protestas pacíficas en sus inicios pero que mutan a la violencia con rapidez… si es esa la única manera de conseguir una reacción por parte del Gobierno.
Las iniciativas juveniles se acumulan en Kenia, Camerún, Costa de Marfil, Madagascar, Marruecos, Senegal y Tanzania. Y representan en definitiva la pugna entre dos modelos opuestos: la juventud hastiada del fracaso y que busca un nuevo porvenir; y el viejo régimen político africano. El continente está cambiando y los jóvenes ya derrocaron al gobierno malgache, obligaron a recular al keniano y forzaron las elecciones (previamente atrasadas) en Senegal en 2024. Queda ver si obtendrán resultados en Tanzania.
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