Análisis

Tocado pero no hundido: así queda el programa nuclear iraní tras el ataque israelí

“Israel tiene capacidad para llevar a cabo ataques efectivos contra la cúpula iraní pero necesita del apoyo de EEUU para acabar con las instalaciones nucleares", explica a LA RAZÓN el analista hispano-iraní Daniel Bashandeh

Irán.- Los bombardeos de Israel contra Irán, colofón a las tensiones acumuladas sobre el programa nuclear de Teherán
Los bombardeos de Israel contra Irán, colofón a las tensiones acumuladas sobre el programa nuclear de TeheránEuropa Press

Tocado pero lejos de estar hundido. Así queda el programa nuclear iraní después de la cadena de ataques llevados a cabo por Israel en distintas instalaciones miliares y nucleares repartidas por todo el país, incluida Teherán, a primera hora de este viernes

La operación israelí, que tiene lugar en plenas negociaciones para un acuerdo nuclear entre Irán y Estados Unidos y que tuvo más de advertencia que de ofensiva total, golpeó las instalaciones de enriquecimiento de uranio de Natanz, un centro de investigación nuclear situado en Tabriz, Isfahán -que ya fue objeto de un bombardeo israelí hace poco más de un año-, Arak y Kermanshah.

La ofensiva del Gobierno de Netanyahu se cobró la vida también de varios altos mandos de la Guardia Revolucionaria y científicos vinculados al programa nuclear del régimen de los mulás.

“Si bien Israel tiene capacidad para llevar a cabo ataques efectivos contra la cúpula iraní, necesita del apoyo de EEUU para acabar con las instalaciones nucleares. La clave está en si EEUU tomará partido en caso de que las negociaciones terminen”, reflexiona a LA RAZÓN el analista hispano-iraní Daniel Bashandeh. “De ser así, Trump participaría directamente y pondría en peligro las posiciones de EEUU en Oriente Medio en caso de que Irán responda”, concluye el especialista en Irán.

Una de las consecuencias de lo ocurrido ayer es la suspensión de la sexta ronda de conversaciones indirectas entre la Administración Trump y el régimen iraní prevista para este domingo en Mascate; un encuentro en el que Teherán debía ofrecer su opinión sobre el borrador de acuerdo recientemente remitido por las autoridades estadounidenses. Tanto Trump como las autoridades israelíes advertían a la República Islámica -que ha evitado hasta ahora llevar a cabo un ataque de respuesta a la altura de lo sucedido- que acepte los términos de la propuesta estadounidense tras los ataques de este viernes.

Lo cierto es que Irán ha intensificado su producción de uranio en los últimos años, en respuesta a la retirada de Estados Unidos en 2018 del acuerdo que debía proporcionar un marco para sus actividades atómicas a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales que asfixian su economía. No en vano, esta misma semana el Organismo Internacional para la Energía Atómica, entidad vinculada a Naciones Unidas, emitía una resolución crítica con el régimen iraní en la que se acusaba a Teherán de incumplir sus obligaciones en materia de salvaguardias nucleares.

La respuesta de la teocracia islámica no se hizo esperar: el anuncio de la creación de una nueva planta de enriquecimiento de uranio y la modernización de sus centrifugadoras en la instalación de Fordow con modelos de sexta generación.

A mediados de mayo, Teherán tenía unas reservas totales de uranio enriquecido de 9247,6 kg, 45 veces más que el límite autorizado por el acuerdo nuclear (JCPOA, por sus siglas en inglés), según el último informe del citado OIEA. De este total, sus reservas de material enriquecido al 60% -cerca del 90% necesario para desarrollar un arma atómica- ascendían a 408,6 kg, lo suficiente para fabricar casi nueve bombas, según la definición del organismo de la ONU con sede en Viena. Sin embargo, el régimen niega una y otra vez perseguir el arma nuclear y asegura que lleva a cabo un programa nuclear civil. El Gobierno de Benjamin Netanyahu lo ha rechazado en público siempre.

Varias son las instalaciones nucleares que se conocen en Irán y que son inspeccionadas de manera periódica por el OIEA. La más conocida de ellas es la de Natanz, cuya existencia salió a la luz en 2002. Está compuesta de dos edificios, uno de ellos subterráneo, con un total de casi 70 cascadas de centrifugadoras, que sirven para enriquecer uranio. El OIEA confirmó que fue alcanzada por los bombardeos israelíes de ayer. Además, fue blanco de un sabotaje en abril de 2021, que Irán atribuyó a los servicios secretos israelíes.

Además, el régimen cuenta con las instalaciones subterráneas de Fordo, cuya construcción viola las resoluciones de la ONU. Ubicada entre entre Teherán y Qom (centro de Irán), fue revelada por Irán al OIEA en septiembre de 2009, lo que creó una crisis con las grandes potencias del Consejo de Seguridad. Teherán lo presentó primero como un “emplazamiento de emergencia” en una zona montañosa, cerca de una base militar, para protegerse de ataques aéreos. Posteriormente el régimen aseveró que se trataba de una planta de enriquecimiento de uranio capaz de albergar unas 3.000 centrifugadoras. Fue allí donde se detectaron partículas de uranio enriquecido al 83,7% a principios de 2023. Irán alegó que ese elevado nivel se debió a “fluctuaciones involuntarias” en el proceso de enriquecimiento.

Por otra parte, el régimen dispone de otras instalaciones de conversión de uranio y de investigación. La más conocida es la de Isfahán, donde se convierte pasta amarilla (polvo concentrado de mineral de uranio extraído de minas del desierto iraní) en tetrafluoruro y luego hexafluoruro de uranio (UF4 y UF6). Estos gases se introducen en centrifugadoras para producir uranio enriquecido.

También en Isfahán, un laboratorio inaugurado en abril de 2009 produce combustible poco enriquecido para futuras centrales eléctricas. A comienzos del año pasado, el régimen anunció el inicio de la construcción de un nuevo reactor de investigación en este emplazamiento.

Además, las autoridades iraníes cuentan desde hace más de dos décadas con el reactor de agua pesada de Arak, oficialmente destinado a producir plutonio para la investigación médica. Pero el proyecto se congeló en virtud del Acuerdo de Viena de 2015. Se retiró el núcleo del reactor y se vertió hormigón sobre él. Está previsto que el sitio, ahora denominado Jondab, entre en funcionamiento en 2026, según la información facilitada por Irán al OIEA. También la capital iraní cuenta con un centro de investigación nucleare que dispone, a su vez, de un reactor suministrado por los estadounidenses en 1967 para la producción de isótopos médicos.