Reunión en Washington
Trump y Netanyahu: cumbre en el Despacho Oval para decidir el futuro de Gaza
Washington lleva semanas pergeñando un plan que el premier israelí pueda aceptar pese al riego de que caiga su Gobierno
La Casa Blanca se prepara para recibir este lunes al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en una reunión con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que podría marcar un antes y un después en la guerra de Gaza. Lo que en otro momento habría sido un encuentro de rutina bilateral, hoy se presenta como una cita cargada de expectativas, tensiones y posibles consecuencias históricas.
Trump llega a la reunión tras varios días de negociaciones «intensas y productivas», como él mismo describió en su red social Truth Social. Desde Nueva York, donde mantuvo encuentros con líderes árabes al margen de la Asamblea General de la ONU, el presidente aseguró que existe una voluntad inédita para alcanzar un acuerdo que ponga fin a casi dos años de guerra. «Las discusiones han sido muy inspiradoras y productivas. Continuarán todo el tiempo que sea necesario hasta lograr un acuerdo completo», escribió el mandatario, antes de insistir en la necesidad de lograr una paz «permanente y duradera».
El plan que la Casa Blanca presentará a Netanyahu ya no es un borrador: consta de 21 cláusulas que incluyen un alto el fuego inmediato, la liberación de todos los rehenes en un plazo de 48 horas y la excarcelación de miles de prisioneros palestinos. También contempla la retirada gradual del ejército de la Franja de Gaza, la creación de un gobierno interino bajo supervisión internacional y la entrada diaria de cientos de camiones de ayuda humanitaria.
Pero el apartado más delicado es, sin duda, el que abre una ruta hacia la creación de un Estado palestino, condicionado a reformas internas y a un proceso exitoso de reconstrucción. Para Netanyahu, aceptar esa cláusula supondría contradecir uno de los ejes de su carrera política: su oposición a la solución de dos Estados. En su discurso ante la ONU el viernes, reiteró su compromiso de «terminar el trabajo» contra Hamás y rechazó los reconocimientos recientes de un Estado palestino por parte de países occidentales. Su mensaje fue claro: la seguridad de Israel y la derrota de Hamás siguen siendo objetivos irrenunciables.
El dilema de Netanyahu es que ceder a las demandas de Washington podría desencadenar la ruptura de su gobierno de coalición. Sus socios más a la derecha ya han advertido de que no respaldarán ningún acuerdo que implique suavizar los objetivos de guerra. El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, declaró que Netanyahu «no tiene mandato para terminar la guerra sin derrotar a Hamás».
El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, fue más lejos: «Nunca aceptaremos un Estado palestino, aunque cueste tiempo y sacrificios». Otros miembros de la coalición han enumerado condiciones innegociables: el desarme total de Hamás, la permanencia del control militar israelí en Gaza y la exclusión de la Autoridad Palestina en cualquier administración futura. Aceptar la propuesta de Trump tal como está podría provocar la caída del gobierno.
El encuentro también será observado con lupa por las capitales árabes y europeas, que perciben el momento como una oportunidad única: Trump, con capital político y voluntad de dejar su huella diplomática, se ha mostrado personalmente involucrado en cada detalle de la negociación. Su enviado especial, Steve Witkoff, y su yerno, Jared Kushner, han multiplicado contactos en los últimos días, convencidos de que la firma de un acuerdo está al alcance. Fuentes cercanas al primer ministro sugieren que podría optar por ganar tiempo, pidiendo ajustes y buscando culpabilizar a Hamás de cualquier estancamiento.
Pero la administración Trump ha dejado claro que no está dispuesta a tolerar más demoras. El lunes, cuando Netanyahu cruce la puerta del Despacho Oval, llevará sobre sus hombros una doble carga: la de un país dividido, con decenas de rehenes aún en manos de Hamás, y la de una comunidad internacional cada vez más impaciente. El resultado de la reunión podría definir no solo el curso de la guerra en Gaza, sino también el futuro de Netanyahu. Aceptar el plan de Trump podría abrir una senda hacia la paz y la reintegración internacional de Israel. Rechazarlo profundizaría el aislamiento diplomático y lo enfrentaría al aliado más poderoso de Israel.