
Política
Von der Leyen, más inestable, evita dos mociones de censura
El voto de confianza que logró ayer la presidenta de la Comisión Europea no la exime del recelo que ha crecido en el seno de la coalición parlamentaria que la sustenta
Tal como se esperaba, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha salido airosa del voto de confianza del jueves en el Parlamento Europeo. En una tensa sesión, los eurodiputados rechazaron ampliamente dos mociones de censura impulsadas por fuerzas de la extrema derecha y la izquierda radical. Ninguna de las iniciativas alcanzó el umbral necesario –361 votos– para prosperar dentro de la cámara de 720 eurodiputados. La primera obtuvo sólo 179 apoyos; la segunda, 133. Al anunciar los resultados, Von der Leyen agradeció el «fuerte respaldo» que recibió de los parlamentarios pero, en realidad, su posición sigue perdiendo solidez.
Aunque ya el resultado era bastante previsible, puesto que las mayorías centristas se habían comprometido a rechazarlas, el hecho de que los parlamentarios llegaran al debate de sacarla o no, deja entrever las crecientes fisuras en la coalición que sustenta a la jefa del Ejecutivo europeo.
Las mociones, promovidas por grupos de la extrema derecha –entre ellos Patriots for Europe– y la izquierda radical –The Left– apelaron a críticas muy distintas, pero convergentes en su diagnóstico: Von der Leyen ha estado perdiendo legitimidad ante eurodiputados críticos de sus políticas exteriores, comerciales y sociales.
La derecha la acusó de ceder ante los EE UU en acuerdos comerciales, de negligencia en la crisis migratoria y de favorecer una agenda verde muy rígida para agricultores y consumidores.
La izquierda radical denunció que la Comisión no ha asumido responsabilidades claras frente al conflicto en Gaza, que ha apoyado tratados comerciales que son injustos –como los intercambios con EE UU o el acuerdo de libre comercio con Mercosur– y que ha hecho poco por responder a la crisis social, climática y democrática en varios Estados miembros.
Las mociones de este jueves no son las primeras. Von der Leyen ya había enfrentado, en julio de 2025, otra tentativa de censura, impulsada en su mayoría por la extrema derecha. En ese momento, la moción fue rechazada con 360 votos en contra y 175 a favor. Un episodio que despertó alertas entre los partidos que la apoyaban.
Fisuras en su propio bloque
Si bien los partidos centristas que conforman la coalición proeuropea –el Partido Popular Europeo (PPE), los socialistas (S&D), los liberales (Renew Europe) y los Verdes– se comprometieron a rechazar las mociones para evitar desestabilizar la Comisión en un período de fuertes tensiones geopolíticas, también dejaron claro que su apoyo a Von der Leyen no es incondicional. El tono usado con ella ha ido endureciéndose.
La eurodiputada Valérie Hayer, del partido Renew Europe, declaró abiertamente que Ursula von Der Leyen necesita recuperar las riendas: «Nuestro apoyo no está garantizado si Von der Leyen no toma medidas claras para retomar el control dentro de su propio bloque». Por su parte, la líder de los socialistas, Iratxe García, rechazó las mociones como instrumento, pero criticó a la presidenta por «utilizar a quienes niegan el cambio climático y los derechos de las mujeres» para asegurar mayorías. Los Verdes también expresaron su preocupación por un debilitamiento de las políticas climáticas y exigieron que la Comisión rinda cuentas concretas. Estas posturas muestran que, más allá del rechazo formal, muchos eurodiputados miran con recelo la tendencia de Von der Leyen hacia alianzas tácticas con formaciones más cercanas a la derecha radical.
El espaldarazo de este jueves es, entonces, relativo. Su victoria no fue una demostración de fortaleza, sino más bien un salvavidas momentáneo que pone bajo la lupa su vulnerabilidad política. Además, deja una serie de interrogantes flotando en el aire: ¿está perdiendo Von der Leyen el control de su mayoría? El surgimiento de estas iniciativas –incluso sin posibilidades reales de éxito– sugiere que hay eurodiputados dispuestos a romper la disciplina de bloque si no ven una hoja de ruta clara por parte de la presidenta. Muchos, de hecho, han dejado claro que no obedecerán automáticamente las líneas del PPE si estas parecen demasiado acomodaticias hacia la extrema derecha.
En resumen, con estas dos mociones fallidas, la presidenta de la Comisión evitó una crisis institucional grave, sí. Pero el respaldo institucional que ha disfrutado hasta ahora parece resquebrajarse: las amenazas ya no provienen sólo de los extremos del espectro, sino también desde dentro de la propia coalición que la sostiene.
La verdadera prueba para Ursula von der Leyen vendrá ahora, si logra reconducir su liderazgo hacia una agenda más centrada, reconectar con los partidos moderados y ofrecer respuestas claras frente a los desafíos que enfrenta el bloque europeo. Si no lo hace, esas mociones de censura podrían volverse no sólo simbólicas, sino un aviso anticipado de un pacto parlamentario que ya no está dispuesto a sostenerla a cualquier precio.
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