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Fenómeno fan: del cassette al «Meet & Greet»

Los «groupies» han dado paso a los «followers», donde el tuit sustituye al coleccionismo desenfrenado y a las acampadas eternas ¿están en extinción los clubes de fans?

Mariné y Alicia con un póster de Alejandro Sanz / Foto: Alberto R. Roldán
Mariné y Alicia con un póster de Alejandro Sanz / Foto: Alberto R. Roldánlarazon

Los «groupies» han dado paso a los «followers», donde el tuit sustituye al coleccionismo desenfrenado y a las acampadas eternas ¿están en extinción los clubes de fans?

«Que ahora venga una jovencita diciendo que es súper fan de un determinado artista porque ha comprado cuatro entradas para un concierto o ha retuiteado un comentario de su ídolo me parece un insulto. Yo llevo a mis espaldas tres giras enteras de Alejandro Sanz, sigo acampando muchos días antes de los conciertos para estar en primera fila e identifico cada año de mi vida en función de la fecha de publicación de sus discos. Cuando lleguen a este nivel, que me cuenten. Ser fan no es dar ''likes'' constantemente en Instagram. Las redes lo han desvirtuado todo», reivindica Alicia, que se autodefine «sanzera» a muerte e, incluso, lo lleva tatuado en su hombro por si en algún desliz se le olvida cuál es su referente en este mundo. El fenómeno fan ha experimentado una mutación paralela a los avances tecnológicos. De venerar a iconos «intangibles» a intercambiarse un puñado de caracteres directamente con el ídolo en cuestión. Lejos quedan las cartas escritas a mano, las giras eternas por todo el globo para no perderse ni un solo concierto o comprar artículos fetiche para guardar cual tesoro bajo el colchón. Nada de carpetas empapeladas. Ni hablar de grabar en cassettes las canciones que sonaban en la radio. Ahora está Spotify. Un simple click. Ni siquiera algunos de los que se consideran seguidores acérrimos de un cantante compran sus discos. Lo más «in» ya no es tener en una estantería todas las grabaciones en VHS o DVD de tu artista favorito, sino conseguir el «meet&greet» para conocerlo en persona, bajo pago. La globalización, como en todos los aspectos de la vida, también ha hecho mella en este ámbito. Cualquiera puede seguir minuto a minuto la vida de su ídolo, esté donde esté. Aunque, según los expertos, esta sensación de cercanía es tan solo una percepción virtual, porque los referentes siguen siendo inaccesibles pese a que los «social media» quieran hacer pensar lo contrario a sus hordas de seguidores. ¿Realmente tanto ha cambiado la vida de un fan? ¿Se ha perdido la magia? Quienes mejor pueden responder a estas preguntas son sus propios protagonistas. Juntamos a seguidores de Madonna, Alejandro Sanz y Aitana para analizar desde diferentes contextos y vivencias cómo ha variado en la práctica la «mitificación artística».

Chris tenía 12 años cuando descubrió que las cintas en las que grababa sus canciones favoritas de la radio contenían en una proporción desorbitada temas de una «yanqui» rubia que decían que era la sensación del momento. «Like a virgin» fue el primer tema que memorizó de principio a fin. Madonna se convertiría en poco tiempo en el motor de este valenciano que ahora lamenta cómo el paso de los años ha borrado del mapa el esfuerzo de los fans de los ochenta. «He llegado a pagar hasta 100.000 pesetas –sí, entonces había pesetas–, por biografías y libros de Madonna. Me desplazaba por toda España para conseguir material exclusivo de ella. Me intercambiaba cartas con otros seguidores para estar al día de todo... esto ya no existe, y es una pena. Ahora se conforman con seguirles en Twitter», dice este hostelero de 48 años. Todavía guarda todo el «arsenal» de merchandising de la Reina del Pop, a la cual ha visto en alguna ocasión. «Aunque, sinceramente, nunca fue mi objetivo, porque me gusta idolatrarla», recalca. Aún así, cuando en uno de los viajes de la artista a España, Chris (@divinamadonna) la pudo ver cara a cara, se quedó de piedra: «No te puedes imaginar lo que sentí cuando su mirada se posó en la mía. Fue una felicidad inmensa», asegura. Locuras por Madonna ha hecho muchas, entre ellas, viajar hasta Ronda, donde la cantante grababa el videoclip de «Take about», y permanecer allí durante días hasta que le colaron en el set de grabación. Si su devoción por la «ambición rubia» no tiene límites, lo que cuentan Mariné y Alicia no es menos asombroso. La primera dejó Argentina y se mudó a España para estar más cerca de Alejandro Sanz. La segunda, a los veinte años, metió un par de mudas y una camiseta en una mochila y estuvo fuera de casa durante más de tres meses siguiendo al cantante durante su gira «Más», en 1998. La ferviente pasión de ambas sigue viva veinte años después. Relatan sus vivencias sin borrar la sonrisa de la cara, sobre todo cuando afirman que Sanz las llama por su nombre cuando las ve. «Mi vida sigue girando alrededor de Alejandro y cuando tiene nuevo disco es en lo único que me centro. Mi marido ya está acostumbrado, sabe que para mí él es lo primero. De hecho solo me relaciono con otras ''sanzeras'. Creo que solo tengo dos amigas que no son fans», reconoce. Las dos se encargan del Fan Club Más, organizan eventos por y para Alejandro, cenas, actos benéficos y galas. «Y seguimos pagando por estar en primera fila. Ahora ya estoy preparando la gira del año que viene y como soy empresaria lo tendré más fácil para poder escaparme. Eso sí, yo primera fila siempre. Estoy acostumbrada a acampar, a dormir en cajeros... todo por él», dice Alicia, que por cada concierto puede llegar a desembolsar 300 euros. Sin embargo, ambas lamentan que «antes, los fans éramos más especiales, las discográficas nos pedían ayuda para promocionar las canciones... ahora no son tan auténticos». Alicia recuerda con nostalgia las aventuras vividas para localizar a Sanz en los hoteles en que se hospedaba o los restaurantes que visitaban, «ahora todo está en la red, no hay ninguna magia», dice.

Bien lo sabe Juan Manuel, de 20 años, y fan en ciernes de Aitana, la «ex triunfita». Él representa el fenómeno fan 2.0, ese del que Alicia y Mariné reniegan, y cuyo objetivo es divulgar los éxitos de Aitana en las redes sociales. «Al principio no era mi favorita de la Academia de OT, pero luego le cogí mucho cariño. Tengo la necesidad de que ella crezca profesionalmente, y con el apoyo de gente como yo en la red lo está consiguiendo», dice este sevillano que nos abre la puerta de su casa para mostrarnos todo el «kit Aitana». También gestiona un perfil de apoyo a la cantante para «promocionar aquellos temas que quizá no suenan tanto en la radio y que son muy bonitos. Sinceramente, todo esto me aporta mucha satisfacción porque yo lo que más quiero es verla feliz», dice. Un día la vio en persona en la Estación de Santa Justa. «''Te amo'', le grité. Ella me sonrió», recuerda. Ahora sueña con ir al primer concierto en solitario de Aitana. ¿Acampará como Alicia durante quince días para conseguir ''valla''? Habrá que esperar. De momento él continúa con el apoyo virtual.