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Esperanza Aguirre: «Viri es la que empuja a Rajoy»

La política popular no dejó ni un boquerón en el platillo durante su encuentro con la Peña IV Poder

Esperanza Aguirre
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La política popular no dejó ni un boquerón en el platillo durante su encuentro con la Peña IV Poder

Esperanza Aguirre está en capilla televisiva. Hoy la veremos con Bertín y se esperan bombazos, como los que ya anticipó, cuando visitó por tercera vez la Peña IV Poder, que se reúne en Casa Lucio. Él recibe a la ex con abrazos compartidos por todas las mesas. Su «yo no me callo» arrasa en ventas y por eso prepara «Ahora sí que no me callo» para cuando el otro deje de venderse. Otro hit en puertas, también desahogo reprochador.

«Los políticos no dan un puto titular», soltó al sentarse presidiéndonos antes de lanzarse sobre los boquerones en vinagre, que le entusiasman. Los repitió como el «pan amb tomaquet» a la madrileña en la Cava Baja. «La política popular de no dejarse ver durante un año y medio, que es eterno en política, afectó al voto. Creyeron que habíamos muerto o tirado la toalla. Éstos de ahora no saben dar un titular e ignoran comunicarse. Hace cuatro años muchos nos votaron por primera vez, entusiasmados, no por nuestras propuestas, sino para librarse de Zapatero», dijo y pinchó otro boquerón. Es insaciable con ellos, como al hacer este repaso que puede resultar cabreante o injusto. Mira hacia atrás sin ira. Resume entre tinto y tinto. «Yo no busco que un político tenga tirón, sino principios. No soy marianista, pero admiro lo que tantos censuran. Sabe cómo estar, aunque a veces no llegue a la gente tal estrategia. Soy consciente de que es posible que me desprecien ahora que no soy nadie». Saca estadísticas, compara números, sabe cómo perdieron adhesiones y por qué. Mente lúcida entre boquerón y boquerón. Apenas le metió el diente al jamón, tan pata negra como ella. «Con Gallardón me llevé bien en lo personal y mal en lo político».Trasfondo ambiental de un San Isidro rebosando festejos: van desde la feria taurina donde curiosamente faltan los Rivera Ordóñez, ya en decadencia, pese a los destellos estilistas de Cayetano. Ponce sólo torea una tarde. Prodigan a Talavante, Morante siempre entre admiraciones- y López Oliva, la sensación del momento con el también repetido Sebastián Castella, el Juli y Roca Rey. El siempre estilizado Jose Mari Manzanares actúa el 1 de junio en la corrida de la Beneficiencia, que comparte con Castella y López Simón en estado de gracia y fervores. El caso de Lola Herrera, llenando el Reina Victoria con el redivivo Mario, que acaso alargue – algo imposible con la programación de los tres teatro del Canal –, son platos fuertes isidriles, como la también resurrección de Misha Baryshnikov en plan émulo del desgraciado Nijinsky, tan maltratado por su creador y amante Diaguilev. Algún día escribiré sobre estas parejas imposibles, como la bella y la bestia Cocteau y Jean Marais, Nureyev y Erik Bruhn, José Tamayo y el Pepe Rubio tan entrañable, que en seguida tuvo sucesor. Fue el mejor director escénico de varias décadas. Nati Mistral, combativa a sus lúcidos 87, cada domingo es exaltada por Andrés Amorós desde la radio. Ya no queda gente así. ¿Dónde han ido mentes como las de Luis Escobar o Agustín de Foxá, de quien hice un papelito en «Baile en capitanía»? Eran tiempos del impactante Teatro Español, ahora con Pérez de la Fuente. De eso hablé además con Aguirre, hábil prodigando capotazos dignos de Las Ventas. –¿Qué te parece la discreta postura de Viri, mujer de Rajoy? –Ella anima y empuja. Sabe lo que hace –, aseguró dando remate al único boquerón que quedaba en el platillo.