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El artículo de Carmen Lomana: Haciendo patria

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Hay momentos en que un país y sus habitantes necesitan sentirse orgullosos para continuar sin desfallecer ante tanta tropelía y falta de ética que nos rodea. Las noticias de abusos de poder de la Banca y de dirigentes como el presidente del Banco Popular manteniendo a su vicepresidente José María Arias Mosquera pese a conocer que era sospechoso de blanqueo y otras irregularidades. Ellos pensarían que otros han hecho antes lo mismo y que están forrados para el resto de sus días con muy poco coste de la justicia. También hemos conocido a través de la Prensa el despacho de tráfico de influencias de nuestro ministro de Hacienda por el que se favoreció a mucha gente, según cuentan. Incluso a mí me lo recomendaron por si tenía algún problema con el Fisco. Y ahí siguen tan contentos sin dimitir. Por eso digo que necesitábamos una inyección de orgullo patrio y esa la hemos tenido con el viaje de nuestros Reyes al Reino Unido.

Fueron recibidos con todo el señorío de la monarquía inglesa, alojándose en el Palacio de Buckingham y acudiendo toda la Familia Real en pleno a la cena que se ofreció en su honor, así como la flor y nata de la sociedad británica. No podemos olvidar que son familia pero nunca habíamos visto una bienvenida igual. Incluso Lilibeth ordenó sacar la mejor vajilla de palacio. La visita real ha permitido redescubrir a Felipe VI en una perspectiva nueva, la de Rey que lo parece además de serlo. Entre fanfarrias, maravillosos coches de caballos y guardias de palacio con enormes gorros de piel de oso, los ingleses nos lo han mostrado en modo Soberano. Lo cual debe ser una gozada para él antes de regresar a España para bregar con los podemitas, secesionistas y diferente fauna que nos rodea. Porque nuestra monarquía parece que se haga perdonar el existir queriendo aparentar que son gente de la alta burguesía que trabaja para el Estado y, terminada su jornada laboral, se va al cine y se toma un licuado de leche de soja en cualquier lugar hipster de Malasaña. Para todos o al menos para mí, ha sido una delicia ver a nuestra Reina maravillosamente vestida a su llegada a Londres arrancando a la reina Isabel una mirada de admiración. Estaba perfecta de amarillo. Un color luminoso y que encanta a los ingleses. Y así de impecable en cada una de sus apariciones luciendo espléndidas joyas y creyéndose de una vez lo que significa la institución monárquica siendo la mejor embajadora a la marca España. Doña Letizia dio una lección de lo que es ser reina en el último país en el que, según Faruk de Egipto, seguirá habiendo Reyes.

Felipe VI merece un apartado para él solo porque no puede ser más estupendo ni tener una presencia más regia. Era difícil manejar el tema «Yibraltar» con los Tories amenazando abandonar el Parlamento si se nombraba lo innombrable. Pero se mencionó y no lo hicieron. Nuestro Monarca fue exquisito y un gran diplomático envolviendo la reivindicación española en la doctrina de la ONU para no arruinar la atmósfera de una visita exitosa y francamente lúcida. Creo que todos los españoles de bien seamos o no monárquicos, hemos sentido orgullo de nuestros jóvenes Reyes.

Y orgullosa y feliz estoy de encontrarme en mi querida Asturias disfrutando de la suavidad y el frescor de su clima mientras media España esta a punto de entrar en ebullición con temperaturas de 46 grados. Volveré a Madrid gorda pero feliz porque ni les cuento el homenaje gastronómico que me estoy dando. La cocina asturiana es irresistible con sus pescados, mariscos, huevos con Tortos de maíz, cebollas rellenas, y para qué hablar de su enorme variedad de quesos. Entre mis favoritos está el de Porrua con dulce de guayaba. Estos festines procuro paliarlos con largos paseos por el campo y la playa. Ha sido fantástico volver a nuestra casa familiar de verano después de años sin hacerlo y el reencuentro con tantos amigos y buenas gentes. «Carpe Diem».