Moda

Guía para ser una ‘hooligan preppy’

Directamente de TikTok, se encumbra como tendencia el blokettecore, o cómo enfundarse una camiseta de fútbol sin perder un ápice de feminidad.

Julia Fox, Bella Hadid e Irina Shayk
Julia Fox, Bella Hadid e Irina ShaykLifestyle

Se agencia usted con una camiseta retro del Villagalindo, que corre que se las pela por chutar en segunda regional, lo combina con unos vaqueros straight en marino sin desgastes ni roturas y se agenda unas zapas blanco nuclear. Se graba durante siete segundos. No más. Lo sube a sus redes. Y a triunfar. Como Brandon Huntley. El veinteañero con cara de pagafantas que se tiktokeó a finales de diciembre de 2021 desde el baño de su casa. No piensen mal. Todo lo contrario. Un posado bajo en sal y un texto a modo de declaración de intenciones: “La tendencia más candente de 2002: blokecore”. Se lo sacó literalmente de la manga corta que le quedaba ancha. Apenas le seguían en redes 30 000 personas, pero se lo creyeron, le avalaron y el hashtag se hizo viral.

Le encumbraron a gurú y su hashtag #blokecore llegó en unos meses a 40 millones de usuarios. Microtendencia lo llaman. Aunque aquello se desbordó en macro durante el Mundial de Qatar y todo hijo de vecino se subió al carro para crear colecciones cápsula vintage.

Y ahora, en la primavera-verano de 2023 se apodera de aceras y adoquines varios. Pero no se engañen, lo de Brandon no es de cosecha propia. En las tribus fashionistas ya existía el blokecore desde hace décadas. La prehistoria se remite a los pub british de los 70 y 90, en los futboleros aferrados a su pinta que se pasaban las horas muertas enganchando un partido tras otro de la premier cuando ni se profetizaban los maratones de Juego de Tronos en HBO.

En su nula preocupación por su indumentaria, rescataban las únicas prendas libres de polillas del cesto de la ropa medio limpia: la camiseta de su equipo de fútbol y los jeans. Así se forja un uniforme urbano que los Oasis recubrieron en los 2000, otorgándole ese halo cultureta canalla. Solo los Gallagher podían encumbrar ese mejunje underground para darle la categoría de moda. Aquello pasó, durmió el sueño de los justos hasta que el californiano Huntley tuvo a bien resucitarlo.

Liam Gallagher
Liam GallagherLifestyle

Este código estético reivindica el bazar sporty, aunque no haya tocado ni de lejos un balón y lo más cerca que haya estado de ver un estadio hayan sido los planos de pasada que se cuelan en el docureality de Georgina y sus queridas. Y para que ellas no se vean masculinizadas en exceso, ahora se retuerce como una ciática a ras de la lumbar y evoluciona hacia el blokette core. Para que los señores egregios de la RAE incrementen sus dosis de somníferos frente a tanto anglicismo importado sin anestesia, viene de una suma entre bloke y coquette. Una combinación sin medida puede ser más letal que mezclar en un mismo plato brócoli con caviar. O no. Coquette es la oda la femineidad llevada casi al extremo entregándose a colores neutros, tejidos ligeros y vaporosos como sedas y encajes, vestidos babydoll y falda de tablas, toques lenceros, calcetines bordados… Para no ahogarse en un rosa que empalague, aquello se rebaja combinando con algodones y lycras, siluetas XXL a golpe de sudaderas y camisetas, colores primarios con el negro como eje... Así, hasta lograr una Nancy en modo final de Champions. Eso sí, sin echarse a la calle tomando como BSO la copla de Martirio: ‘Con el chándal y mis tacones, arreglá pero informal”. No cabe reencarnarse en folclórica arrepentida con gafas de sol en nácar.

Aunque dejarse caer por el mercadillo de Majadahonda siempre da pie a hacerse con alguna ganga con la que hacerse un blokette core sin empeñarse la hipoteca del mes venidero. Porque, esta tendencia tiene mucho de urban, pero sin caer en la chabacanería. Callejero preppy. Un precipicio al que se asoma como pocas Rosalía.

Aunque la que marca cómo ejecutar es la top model Bella Hadid. Lo consigue con un maridaje de honoris causa. A saber, una camiseta de un imaginario Balenciaga CF ideado por Adidas se aúpa en unos stilettos y se enjoya, maquilla y peina como si fuera a marcarse un Pataky en Cannes. Aunque también se ha dejado ver con un look cercano a los nerd, echando mano de un suéter bloke, bambas y falda…

Sí. Hadid empodera este sportwear chic que parece contar con una cláusula no escrita. Por encima de cualquier firma deportiva, Adidas reina en todas sus versiones y reversiones. Es la marca must have. A la venta ya están sus clásicas Sock Runner y Triple Stripes, interpretadas a la manera de Demna Gvasalia. Las zapatillas de referencia de la marca norteamericana se someten al pasapuré del director creativo de la casa francesa para maquearlas de lujo. Además, encumbra camisetas, chaquetas, bolsos… Y todo lo que se ponga de por medio. Balenciaga se empapa de Adidas, al igual que Prada y Gucci.

Para hacerse una idea del alcance, no hay más que ver la colección cápsula que Stella McCartney ha diseñado para los seguidores del Arsenal. De Adidas, por supuesto. Al frente, una camiseta unisex. Aunque está pensada únicamente para lucir palmito, por si acaso toca salir corriendo en el descanso de un partido por emergencias varias, está confeccionada en un material de alto rendimiento a partir de poliéster reciclado y tecnología aeroready para absorber la humedad.

Pero no solo de Adidas vive la industria. Nike coquetea con Tiffany & Co para sacar al mercado las ya icónicas zapatillas Air Force 1 1837. Y Moncler certifica su alianza con el Inter de Milán. Entretanto, esa catapulta que supusieron los Oasis para el blokecore ha traído consigo el resurgir de las marcas británicas más cool como Burberry.

En fin, chandalismo sofisticado al que toca entregarse. Por comodidad. Y, por qué no confesarlo, porque si no, estás fuera de juego.