Ciencia y Tecnología

Comida impresa y bebida flotante

La app «Scene Tap» incluso analiza los rostros para elegir los sitios más adecuados según los gustos del consumidor
La app «Scene Tap» incluso analiza los rostros para elegir los sitios más adecuados según los gustos del consumidorlarazon

Los chiringuitos playeros ya no son lo que eran, y no por ello son peores. Pedir la comida desde la app o inhalar los cócteles se ha convertido en la norma

La ley de costas, sancionada en 2018, clausuró prácticamente todos los chiringuitos a pie de playa por no cumplir con la normativa ecológica. Sólo se salvaron aquellos que estaban construidos con materiales «verdes» o que demostraban un impacto casi nulo en la naturaleza.

Esto inspiró a muchos emprendedores a abrir bares que se caracterizaran por un uso de la tecnología enfocado al medio ambiente. El adobe se convirtió, por su capacidad aislante, su bajo coste y su nulo impacto, en uno de los materiales predilectos. Para los techos, casi siempre, se utilizaban paneles solares translúcidos, que de noche permitían ver el cielo y todo el entorno estaba decorado con lo que ahora conocemos como «árboles de viento», esas estructuras que en lugar de hojas tienen pequeños molinos de viento que giran y acumulan energía.

Y dentro del bar, las cosas eran muy distintas. Casi todos ellos tenían una sección de autoservicio que constaba de varias impresoras 3D que elaboraban la comida. Desde 2015, cuando estas máquinas elaboraban platos rudimentarios, como pizzas sencillas, el panorama de la cocina en tres dimensiones, había cambiado notablemente. Primero contaban con inteligencia artificial, lo que no sólo les permitía crear nuevas recetas (que casi siempre resultaban de un paladar exquisito, gracias a sus sensores), sino aprender de los gustos del consumidor. Las impresoras desarrollaron creatividad en cierto sentido. El uso de aplicaciones se convirtió en habitual a la hora de pedir la comida por estos sistemas. Se ingresaba en la app, se seleccionaba el bar, el menú y la hora, y al llegar el plato estaba saliendo. Otras, como Scene Tap, analizaban los rostros de los visitantes para determinar la proporción mujeres-hombres y la edad, y así permitían elegir los sitios más adecuados a nuestras preferencias.

Para un visitante del 2015 el interior debía ser sorprendente. Ya no había vasos ni botellas. El uso de máquinas creadoras de bebidas levitantes se volvió habitual. Las gotas de diferentes tragos, como gin-tonic, flotaban por el ambiente y la gente las absorbía directamente. Para incrementar la experiencia, las paredes inteligentes cambiaban de tono según la bebida flotante, ya que un estudio había demostrado que, por ejemplo, beber whisky rodeado de paredes de madera permitía detectar sabores a roble, mientras que el color rojo sacaba a la luz un regusto a bayas en la bebida. El entorno se podía cambiar con apenas un gesto de la mano. Para quienes no desearan perseguir burbujas en el aire, existía una nueva opción. En 2024 el trago de moda se bebía directamente vaporizado, es decir, se inhalaba, como una nube.

Finalmente, el método de pago fue otro de los cambios acertados. El uso de las comunicaciones de campo cercano o NFC permitían pagar directamente agitando el smartphone. Las mejores aplicaciones permitían llevar un recuento de los gastos y, teniendo en cuenta nuestro peso, altura e índice de masa corporal, también enviaban alertas cuando el nivel del alcohol en sangre excedía el consumo moderado. Si la frontera se había traspasado, se enviaba un mensaje directamente al coche para que éste no dejara al usuario conducir, permitiendo la opción de un taxi. En una medida un tanto controvertida, algunos padres se descargaron una aplicación que les permitía espiar las bebidas que consumían sus hijos y enviar mensajes o, si las cuentas de pago estaban asociadas, directamente cortar el grifo.