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María Blasco: «La ciencia española necesita muchos Amancio Ortega»

Conoce los problemas que deben superar las mujeres porque ella los ha vivido: «Aún existen tantas barreras que estamos perdiendo talento. A muchas les falta el último empujón»

María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Fotos: Alberto R. Roldán
María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Fotos: Alberto R. Roldánlarazon

María Blasco es feminista. No pertenece a esta última oleada del «#MeToo» ni a las mujeres que defienden la discriminación positiva. Lo suyo son los méritos, los que la han convertido en una de las figuras más importantes de la ciencia española.

María Blasco es feminista. Se puede decir alto y claro. Sin cortapisas. No pertenece a esta última oleada del «#MeToo» ni a las mujeres que defienden la discriminación positiva. Lo suyo son los méritos, los que la han convertido en una de las figuras más importantes de la ciencia española. «Si feminista es defender que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres, ¿quién no lo es?». Conoce los problemas que deben superar porque ella los ha vivido. «Aún existen tantas barreras que estamos perdiendo talento. A muchas les falta el último empujón». Y eso es lo que ella, desde que puso un pie en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) ha buscado erradicar. La jornada continua es una realidad en el laboratorio español más importante en la lucha contra el cáncer. «La gente que trabaja aquí ahora es más feliz».

Lucha desde la ciencia por conseguir la igualdad, ¿no le preocupa que las niñas de hoy quieran ser Dulceida y no Marie Curie?

¡Madre mía! Denota una sociedad que busca el éxito fácil, pero yo lo que le diría es que lo fácil no es un camino seguro para tener éxito. Es mejor tener una formación seria y rigurosa. Dar paso a paso. Yo nunca pensé si algún día me convertiría en una científica conocida, simplemente seguí m deseo de aprender y con trabajo duro, llega solo. Ser «instagramer» puede parecer muy fácil porque no tienes ni que salir de casa, pero no creo que eso te permita tener una vida satisfactoria.

Marie Curie se sintió realizada entonces.

Creo que sí. Fue alguien increíble. Es la única científica con dos premios Nobel, y sigue siendo un modelo. Eso sí, ahora hay muchísimas mujeres que hacen ciencia a un altísimo nivel. Tendría que haber más porque muchas se pierden por el camino, pero las hay.

Con la situación de la ciencia en España, ¿Qué opina de que CR7 se vaya a Italia porque no le pagan 40 millones?

Indica que la ciencia en nuestro país no es prioritaria. La profesión científica no se valora. En Estados Unidos o Reino Unido ser científico es una profesión súper respetada, admirada, yo lo veía cuando viví en Long Island. Allí, los vecinos, cuando se enteraban de que era científica te convertías en una «rock star». Y era una simple becaria, ¡eh! Aquí nos interesa la salud, pero no pensamos que para dar con el medicamento que te receta el médico tiene que haber antes una investigación básica.

Eso sí, un partido de La Roja paraliza al país.

Ya. Nos faltan premios Nobel en ciencia. Países como Reino Unido o Francia tienen muchos y aquí necesitamos alguno que refleje el alto nivel de investigación que hemos conseguido en los últimos 20 años.

¿Cuántos «Amancios» Ortega necesitaría la ciencia española para estar en el «top ten»?

Ríe. Todos los que se puedan. De hecho, es lo que hace falta en nuestro país, que gente como Amancio Ortega vea la importancia de la investigación e invierta. Es lamentable que le criticaran tanto por hacer algo bueno.

Los españoles no somos generosos?

Falta cultura filantrópica. Como sociedad tenemos la obligación de ayudar en estas causas. Los españoles somos muy solidarios, pero nos falta implicarnos en estas acciones. En nuestro centro tenemos una iniciativa de filantropía individual. Se llama Amigos del CNIO. Es aún muy pequeño comparado con lo que ocurre en Estados Unidos, pero nos ha sorprendido muy gratamente su acogida. Gracias a él hemos podido contratar a nueve investigadores.

Trabaja estudiando el envejecimiento, ¿qué significa para usted cumplir años?

Pensamos que el envejecimiento está en el origen de muchas de las patologías que nos afectan. Por eso, cumplir años quiere decir que el organismo cada vez está más cercano a tener alguna enfermedad. De algún modo alguien que trabaja en esto, como yo, sabe que corre un riesgo, cada vez mayor, de desarrollar alguna dolencia.

¿Le crea cierta ansiedad?

La verdad es que no. (sonríe) C’est la vie!, ¿no? Es algo que nos afecta a todos, pero hay que ser consciente de ello. Es cierto que hay una parte importante que es la genética que determina que algunos envejezcamos más rápido que otros, pero hay otra que son los hábitos de vida. Algunos de ellos aceleran este proceso como fumar o la obesidad. Otros, sin embargo, son positivos como hacer ejercicio o tener una alimentación saludable.

¿Volvería a los 20 años?

Creo que es fantástico tener 20, pero no tanto por estar mejor físicamente, que también, si no porque es un momento de tu vida en el que está todo abierto. Hay mucha más ilusión por qué va a ser tu vida. Está todo por determinar. Ahora tengo 53 años y tengo las cosas más definidas. Se pierde un poco esa incógnita, esa excitación vital.

Para entenderlo un poco, exactamente, ¿en qué trabaja?

Nuestro material genético (ADN), que contiene la información de todo lo que tiene que hacer la célula, está protegido por unas estructuras que se llaman telómeros y están justo al final de la molécula de ADN. A medida que vamos envejeciendo, y como la vida está diseñada de forma imperfecta (cada vez que se duplica una célula para crear dos hijas no se copia todo el final), los telómeros se van acortando. Si son muy cortos, acumulan un daño irreparable y produce problemas en los tejidos, en los órganos, enfermedades... ¿Lo explico demasiado simple?

Sería como...

El plástico del final de un cordón de zapato que protege que no se deshilache. Imagínate que es el telómero y, a medida que se va perdiendo, desaparece el plástico, el cordón se deshace y tienes que tirarlos porque no sirven.

¿Estamos obsesionados con la juventud?

Creo que más que nada estamos cada vez más preocupados por estar sanos, por tener un envejecimiento saludable.

¿Le gustaría ser inmortal?

Hay que aclarar que no es posible. Cualquier ser vivo es mortal. Puede morir accidentalmente, por falta de alimento... Si somos vivos, somos mortales. Lo que sí se puede hacer es vivir el mayor número de años posible con buenas condiciones de salud. Manteniendo los telómeros largos más tiempo conseguimos hacer vivir mucho más a ratones. Sí que se puede alargar la juventud y retrasar la vejez.

¿Y en humanos?

Lo que puede vivir de máximo nuestra especie no ha cambiado. El récord se mantiene en 122 años, el de una señora francesa. Se piensa que es nuestro límite biológico.

Pero, ¿superaremos los 122 años?

Si modificáramos genéticamente el ADN humano como hemos hecho con ratones, se podría superar. Pero también se puede conseguir sin de otra forma.

¿Cómo?

Con un fármaco llamado rapamicina y algún otro se ha visto que se puede modificar la longevidad, al disminuir el riesgo de muerte con enfermedades asociadas a la vejez. Mi grupo lo ha conseguido con una estrategia de terapia génica. Hemos demostrado que se puede alargar en una especie de mamífero como el ratón, no sé si sería más o menos en humanos, pero sí que se puede modular la longevidad.

¿Sería cobaya de su tratamiento?

Si se hubiese probado en ensayos clínicos que es seguro y tuviese alguna enfermedad para lo cual estuviera indicado, por supuesto que sí.

¿«Big Bang Theory» se ajusta a la descripción del científico?

Confieso que no la he visto nunca. Reconozco que me encantan las series y ahora mismo estoy muy enganchada a la segunda temporada de «El cuento de la criada».

¿Cómo es tener como jefe a un astronauta?

Fantástico. Es un colega. Estamos muy ilusionados en que ponga la ciencia en el «spotlight».

¿Qué lleva en la maleta?

A esta bióloga molecular le encanta el arte y la literatura, por eso «nunca falta un libro». Eso sí, nunca «romántico». Durante sus vacaciones «intento desconectar porque suelen ser cortas. No me voy lejos». Como tiene un niño pequeño, «busco un sitio con playa». Reconoce que «no hago cosas muy exóticas porque por mi trabajo ya viajo demasiado».