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¿Por qué necesitamos gustar a los demás?

Desde muy pequeños identificamos las atenciones que nos profesan nuestros padres con una muestra de que nos juzgan favorablemente.

¿Por qué necesitamos gustar a los demás?
¿Por qué necesitamos gustar a los demás?larazon

Desde muy pequeños identificamos las atenciones que nos profesan nuestros padres con una muestra de que nos juzgan favorablemente.

El ego mueve el mundo. Nos juega muy malas pasadas, pero es evidente que buena parte de los actos que realizamos van encaminados a lograr la aceptación de la comunidad, a gustar al prójimo, a mejorar nuestra propia fama.

Quizás la motivación psicológica universal más parecida a la fama sea lo que el psicólogo William James, nacido en 1842, describió como «el deseo de ser aceptado por los otros». Más allá de la definición de James, los expertos actuales en el comportamiento humano saben que existe una pulsión humana compartida por casi todos los individuos de generar buena impresión, de ser escuchado y mirado. Excitar, fascinar, entretener, intrigar, capturar la atención del prójimo. Es una especie de instinto de reconocimiento.

No se sabe muy bien de dónde procede este sentimiento. Algunos expertos creen que se adquiere con el tiempo, cuando vamos madurando y siendo conscientes del impacto que produce en nuestras vidas la notoriedad dentro del grupo. Otros, los más afines a la psicología evolutiva, afirman que nacemos con ese instinto. De algún modo la personalidad humana se impregnó de deseo de fama cuando, entre los ancestros de la humanidad, los bebés que más atención recibían tenían más probabilidades de sobrevivir. La cooperación grupal provee comida y seguridad, pero para recibir ayuda tienes que ser notorio.

Los estudiosos de la mente infantil, psicólogos y neurólogos del desarrollo, podrían estar de acuerdo con esta idea. No en vano existen cientos de experimentos que demuestran que para el niño pequeño recibir la satisfacción de sus necesidades básicas (alimento, calor, cariño, limpieza...) es una muestra de aprobación. Desde muy pronto empezamos a identificar los cuidados que nos profesan nuestros padres con una muestra de que nos juzgan favorablemente y las regañinas y castigos son momentos dramáticos en los que nuestra imagen no encaja en el grupo. Si queremos vivir en sociedad, tendemos a desear «lucirnos». La mayoría de nosotros encontramos suficiente satisfacción siendo «famosos en nuestro círculo». Sabemos que nos aprecia nuestra familia, que nos admira nuestra pareja, quizás también algún amigo o compañero de trabajo... y con eso hemos desahogado nuestra necesidad de notoriedad. Pero muchas otras personas necesitan ampliar el círculo de su fama. Quieren ser reconocidos por desconocidos, quieren que hablen de ellos, que sus vidas estén en boca de todos. Quieren, por encima de cualquier cosa, ser «celebrities».

¿Los pájaros pueden volar en medio de un huracán?

Sí. Estos animales pueden mantener el vuelo en medio de los fuertes vientos huracanados. Cuando el aire empieza a ser muy potente las aves tienden a moverse a zonas con menor presión, lo que las conduce, en muchas ocasiones, al mismo ojo del huracán. De esa manera puede ocurrir que queden atrapadas en esa área a medida que el huracán se mueve. El problema surge cuando la velocidad del huracán es muy elevada o su duración muy larga. El pájaro debe mantener el ritmo de movimiento más tiempo de lo normal y puede morir de cansancio. Es habitual ver grandes cantidades de aves muertas después de pasar un huracán por este motivo.

¿Por qué los labios suelen ponerse morados cuando hace frío?

La sangre es roja por la cantidad de hierro que contiene la hemoglobina. Pero la tonalidad de ese rojo depende de la cantidad de oxígeno que la sangre aporte a los diferentes tejidos. Por eso, cuando los niveles de oxígeno son bajos, la sangre se torna azulada. Cuando el frío es muy intenso el organismo se protege enviando más sangre a los órganos vitales y retirándola de las extremidades y de la cara. Todo ello explica por qué la tez es más pálida y la falta de riego de los labios los vuelve amoratados.