Epigenética

Más allá del hambre: cómo las crisis alimentarias pueden influir en la genética de nuestros hijos

El hambre o una mala dieta dejan cicatrices que no solo marcan a una persona, sino que se transmiten a sus hijos y nietos, una herencia que la ciencia ahora busca cómo poder revertir

La Alianza por una Alimentación Saludable pide al Gobierno regular la publicidad de alimentos insanos dirigida a niños
El conocimiento de estos mecanismos biológicos también abre una puerta a la esperanza.Europa Press

Las experiencias traumáticas de nuestros abuelos, como el hambre extrema, pueden manifestarse décadas después en la salud de sus nietos. Esta idea, que parece sacada de una novela, es la conclusión a la que apunta un campo científico cada vez más consolidado. Ya no se trata solo de heredar el color de los ojos o la estatura, sino también las cicatrices biológicas de sus antepasados, una suerte de memoria celular que trasciende al individuo y condiciona a las generaciones futuras.

De hecho, los ejemplos históricos son tan contundentes como sobrecogedores. Estudios sobre las grandes hambrunas que asolaron Europa durante la Segunda Guerra Mundial o China en la época del Gran Salto Adelante han revelado un patrón inquietante. Los hijos de quienes sobrevivieron a la inanición, aunque nunca la padecieran, muestran hoy una mayor predisposición a sufrir obesidad, diabetes e infecciones, creando un eco biológico a través del tiempo que resuena en la actualidad.

Detrás de esta sorprendente conexión se encuentra la epigenética, una disciplina que estudia cómo factores ambientales como la dieta o el estrés pueden dejar marcas químicas en nuestro genoma. Estas marcas no cambian la secuencia de ADN, el texto base de nuestra biología, pero sí actúan como interruptores que alteran el funcionamiento de los genes, encendiéndolos o apagándolos. La verdadera revolución es que estas "instrucciones" añadidas pueden transmitirse a la descendencia.

La herencia invisible que condiciona el presente y el futuro

En este sentido, la lección que nos deja la historia proyecta una sombra preocupante sobre las crisis humanitarias que golpean hoy el planeta. Las terribles hambrunas que se viven en lugares como Gaza, Sudán o Malí no solo suponen una catástrofe para la población actual, sino que auguran consecuencias sanitarias a largo plazo para sus hijos y nietos, quienes podrían heredar una mayor vulnerabilidad a todo tipo de dolencias metabólicas y trastornos mentales. Esta herencia no deseada resalta la importancia de adoptar activamente hábitos para reforzar la autoestima y proteger el bienestar psicológico.

No obstante, el conocimiento de estos mecanismos biológicos también abre una puerta a la esperanza. A diferencia de las mutaciones genéticas, que son permanentes, los cambios epigenéticos son reversibles por naturaleza. Esta plasticidad del genoma abre una vía muy prometedora para la medicina del futuro, con la posibilidad de diseñar fármacos capaces de borrar o corregir estas marcas hereditarias y, con ello, prevenir enfermedades antes incluso de que se manifiesten.