Vestuario

¿Es mejor vestirse por capas finas o ponerse ropa más gorda? El truco definitivo para no pasar frío en invierno

El descenso de las temperaturas y el mal tiempo suponen un quebradero de cabeza a la hora de salir a la calle

Una mujer abrigada durante la ola de frío
Una mujer abrigada durante la ola de fríoEuropa Press

Diciembre está a la vuelta de la esquina, y el frío comienza a parecerse más a una molestia que a un alivio. Repasar de arriba abajo nuestro armario se convierte, sobre todo en estas semanas, en un ritual cotidiano, esperando dar con esas prendas que nos sepan acompañar en las duras y las maduras.

Por mucho que pueda sorprender, sigue habiendo discrepancias en torno al tipo de ropa que debemos llevar. Mientras unos abogan por ropa gruesa, otros consideran que las capas finas son la mejor opción. Pues bien, existe una teoría que respalda la cantidad exacta de ropa que tenemos que llevar para soportar este frío, y aquí mismo te la contamos.

Una alternativa a los tejidos más abrigados

La teoría de las tres capas se ha convertido en el método de referencia para quienes buscan abrigarse de forma eficaz sin renunciar a la comodidad. Este sistema permite regular la temperatura corporal, evitar la humedad y mantener el calor incluso en condiciones climáticas adversas. Su objetivo es lograr un equilibrio: ni pasar frío ni sudar en exceso durante la actividad.

La primera capa, conocida como capa interior, cumple la función de gestionar la humedad y conservar el calor corporal. Para ello se emplean camisetas térmicas específicamente diseñadas para alejar el sudor de la piel. Su grosor puede variar en función de la temperatura exterior, lo que permite adaptarlas a distintos niveles de frío sin perder eficacia.

La segunda capa actúa como aislante térmico y es clave para retener el calor generado por el cuerpo. Suele fabricarse con materiales transpirables y ligeros que facilitan el movimiento y evitan el enfriamiento. Esta capa no solo aumenta la sensación de abrigo, sino que también contribuye a mantener la comodidad durante la práctica deportiva o las actividades al aire libre.

La tercera capa, considerada la más decisiva, se encarga de proteger frente al viento, la lluvia y la nieve. Para ello se utilizan cortavientos con tejidos que permiten la transpiración sin dejar pasar la humedad exterior. En función de la meteorología y del esfuerzo físico previsto, cada persona puede ajustar la combinación de capas. En ambientes muy fríos, existe incluso la alternativa 2+3: prescindir de la segunda prenda aislante tradicional y optar por una chaqueta con forro térmico directamente sobre la primera capa, garantizando transpirabilidad, protección y un calor controlado.