Acesorios

Cómo se originaron los guantes y las bufandas: la historia detrás de los imprescindibles para este invierno

Ambos se tratan de complementos ideales para épocas de bajas temperaturas

Aunque su aspecto pueda parecer más o menos moderno, estos accesorios llevan usándose desde hace siglos
Aunque su aspecto pueda parecer más o menos moderno, estos accesorios llevan usándose desde hace siglosGetty Images

Cada día es más frío que el anterior, y salir a la calle se convierte en todo un acto de valentía. Ya no solo por saber hacer frente a las bajas temperaturas, sino también por saber escoger los complementos perfectos. En estas fechas del año, conseguir un 'look' que proporcione coherencia pero también calidez es esencial para vestir con estilo.

Guardados a buen recaudo desdela primavera hasta el otoño, los guantes y las bufandas suelen convertirse en nuestros mejores aliados para aguantar el frío con entereza. Aunque el aspecto de estos accesorios pueda recordarnos a la forma de vestir hace un par de siglos, lo cierto es que su origen se remonta a tiempos en los que saber conjuntar no era una prioridad.

Los guantes, fruto de la mitología

Una leyenda de la Antigua Grecia cuenta que la diosa del amor, Afrodita, perseguía un día a su amante, Adonis, por un bosque lleno de espinas afiladas. En un determinado momento de la persecución, la deidad de la belleza se hirió las manos, lo que provocó un llanto desconsolado. Las tres Gracias, también hijas de Zeus, escucharon a la diosa y la socorrieron, poniendo varias tiras para proteger las heridas.

De vuelta en la realidad, es obvio que además de cualquier tipo de protección, los guantes se crearon específicamente para que las manos pudieran soportar el frío. Esto hizo que su uso se popularizara en Europa, sobre todo en la región de Escandinavia, donde las temperaturas solían y siguen soliendo alcanzar varios grados bajo cero.

Aun así, estos accesorios han tenido usos bastante prácticos dependiendo de la época de la historia y del lugar en el que uno se encontrase. Los egipcios, que poseen los guantes más antiguos jamás registrados (siglo XIV a.C.), solían usarlos para proteger sus manos del polvo, evitar picaduras y resistir más a la hora de realizar tareas forzosas.

Los romanos, por su parte, los utilizaban para combatir, aunque el formato utilizado en aquellos tiempos no era el del guante que conocemos, sino el del mitón. Este accesorio, posteriormente popularizado entre las damas de clases altas, difiere en un guante en el hecho de que los dedos están descubiertos, desde la base hasta la punta.

La bufanda, olvidada y recordada

A todos nos ha pasado alguna vez: un día de mucho viento, este decide soplar en nuestra cara, dificultando a veces la tarea de respirar. Hoy en día, con el sencillo gesto de colocarnos bien la bufanda, nuestra boca y nuestra nariz pueden protegerse de la intemperie, manteniendo cierta estabilidad en la temperatura facial e interna (evitando que el aire frío entre en los pulmones).

Lo curioso de la bufanda reside en que su origen no tiene nada que ver con el frío sino con el calor en todo caso. En la Antigua Roma, el denominado 'sudarium' era un complemento que servía para retirarse, como su nombre indica, el sudor de la cara. Para tenerlo a buen recaudo, hombres y mujeres se lo enrollaban alrededor del cuello.

Con el paso de los siglos, y la evidente desaparición del Imperio romano, el 'sudarium' cayó en el olvido. No sería hasta hace un par de siglos cuando los ingleses decidieron poner las actuales bufandas de moda, ya que los inviernos en el país, sobre todo en Londres, eran más fríos que nunca.

La simplicidad del diseño se desvaneció una vez los diseños se llenaron de estampados coloridos y regios, haciendo de la bufanda un imprescindible en los meses de otoño e invierno. En lo que a su nombre en español conlleva, se cree que viene del francés 'bouffante', un adjetivo que viene a significar 'abultada', ya que la zona del cuello se protege al usar este complemento.