12 de octubre
Experta en imagen y comunicación explica el significado simbólico de los looks de la Reina Letizia en el Día de la Hispanidad
Cada 12 de octubre, el vestuario de la reina Letizia funciona como herramienta de comunicación pública: ordena la escena y fija el tono institucional de la jornada
Cada 12 de octubre, el Día de la Hispanidad convierte a la reina Letizia en un espejo de su tiempo. No solo por el protocolo, sino por la manera en que sus decisiones de vestuario organizan la mirada pública: qué acentúa, qué atenúa, qué quiere que recordemos. Vistas en secuencia, esas elecciones dibujan un relato nítido. "La ropa habla y, en Letizia, el mensaje ha cambiado con el papel que ocupa: de afinar su lugar, a dirigir el foco; ahora, a sostenerlo donde España quiere mirar", resume Ana Ruiz, experta en imagen, comunicación y simbolismo.
2025: un verde que ordena la escena
Este año, doña Letizia ha elegido un vestido midi de tweed verde con pendientes de esmeraldas. El tweed aporta cuerpo y continuidad institucional; el verde funciona como color de estabilidad y temple. "En estos últimos años el protagonismo se desplaza a Leonor: Letizia baja el volumen con looks más simples y neutros -cortes limpios, colores serenos, poco adorno- para que la mirada vaya a su hija", explica Ruiz.
Desde ese punto de partida, el conjunto de 2025 se entiende mejor si lo leemos con herramientas de semiótica de la moda: la ropa como sistema de signos, donde el tejido, el color y el contexto producen significado más allá de lo funcional. Roland Barthes ya subrayó que la moda se "escribe" y se "lee" como lenguaje, con un plano material, otro visual y otro verbal que los medios completan cada año con sus descripciones del 12 de octubre. En ese sentido, el look no es una anécdota: es mensaje (y es recibido como tal).
El color suma capas. En España, el verde arrastra una lectura histórica que reaparece en actos de Estado: el acrónimo V.E.R.D.E. -"Viva El Rey De España"- popularizado por corrientes monárquicas como código de adhesión. Sin reducir el matiz cromático a una consigna, ese trasfondo ayuda a entender por qué el verde se percibe como tono "institucional" cuando lo viste un miembro de la Corona. A la vez, su semántica cultural más amplia -esperanza, continuidad- encaja con un Día de la Hispanidad de alto voltaje simbólico. El resultado en 2025 es un color afirmativo sin estridencia, que acompasa el protocolo y ordena la escena.
Ahora bien, el mensaje de contención no nace hoy. Viene de una evolución que se puede seguir fecha por fecha. En 2021, el vestido azul celeste de María Barragán rompió la inercia de la exclusividad con Varela y abrió la puerta a un 12 de Octubre más flexible y contemporáneo. En 2022, el verde de lunares de Vogana fue una declaración de "moda española de invitada" en clave institucional. En 2023, el floral azul de Juan Vidal introdujo un gesto lúdico sin perder sobriedad; y en 2024, el Poète rojo -protegido por gabardina beige por la lluvia- demostró cómo controlar el guion visual incluso cuando el clima impone narrativa. Esa secuencia legitima el paso actual: tweed verde + esmeraldas como síntesis de presencia y discreción.
"Hay tres actos claros", resume Ruiz y agrega: "En los primeros años se ve esa corrección clásica donde el vestido no debía contar más de la cuenta. Después, nos regaló momentos espectaculares ya como Reina, con texturas y colores inolvidables para marcar rango. Y finalmente, elecciones que apoyan al diseño español y ceden foco cuando la heredera entra en escena". Esa curaduría se ve en la selección de marcas (de Barragán a Vogana, Juan Vidal o Poète) y en el modo de dosificar el brillo: joya con historia, sí; protagonismo de la joya, no.
Leída así, la elección de 2025 no es conservadora: es estratégica. El tweed ancla continuidad -un tejido asociado a estabilidad y a la tradición de la sastrería-, mientras que las esmeraldas dialogan con el color y con el joyero real sin disputarle la escena a la narrativa institucional del día. La decisión también conversa con un contexto de agenda cargada, dentro y fuera de España, en el que la Reina alterna papeles de representación y de trabajo internacional (como su actividad ligada a FAO) y la Casa real proyecta un traspaso gradual de centralidad hacia Leonor.
Este enfoque, más académico si se quiere, confirma una idea clave: el 12 de octubre funciona como ritual comunicativo que va sedimentando significado año tras año. La lógica del color, la consistencia de las texturas y la elección de firmas no son piezas sueltas; forman un relato de Estado leído por la audiencia con categorías culturales disponibles (patrimonio, diplomacia del vestuario, apoyo al tejido creativo nacional). Por eso el "verde que ordena" de 2025 opera a dos niveles: institucional -serenidad, continuidad, adhesión al marco- y dinástico -acompañar la visibilidad de la heredera sin perder autoridad-. Quien espere fuegos artificiales quizás eche de menos un golpe de estilo; quien lea los signos encontrará una ejecución afinada. "Menos grandiosidad, más intención. Ese es el punto", concluye Ruiz.