España

Artistas mágicos

Casualidades. El domingo escribía de un catalán, de un español universal: Joan Miró. Hoy es de obligado cumplimiento glosar a una catalana, a una española universal: Montserrat Caballé. Ambos personajes estaban unidos por el arte, por su catalanidad y su amor a España. Es aleccionador que los verdaderamente grandes no son independentistas. Si además, como es el caso, se trata de artistas que tienen como público el mundo entero, la aldea les resulta ridícula. He tenido la suerte de conocer artísticamente y personalmente a la gran diva. La primera vez que la vi sobre un escenario fue en el teatro de la Zarzuela de Madrid. Oyendo su portentosa voz entendí la belleza que la lírica te ofrece. Gracias a ella sigo disfrutando de tanto esplendor. La primera vez que tuve la oportunidad de saludarla fue en Mérida. Estaba invitado por el gran Rostropovich, que dirigía un gran montaje del ballet «Romeo y Julieta», donde la orquesta, con el gran músico al frente, estaban dentro del cuerpo de baile. Se celebraba este montaje en el circo. Acudí al estreno acompañando a Felicitas Keeler, gran señora y una de las empresarias más importantes del mundo de la música. Entre otros artistas, llevaba la carrera del gran violonchelista ruso. Se había montado una tribuna sobre lo que fue el foso de los leones. En primera fila, la Caballé acompañada por su marido, sus hijos y su hermano Carlos. En el asiento siguiente, María Jesús Llorente, una joven sevillana que entonces mantenía una relación con el vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra. A su lado, Felicitas. Yo ocupaba el siguiente asiento. El espectáculo fue un gran éxito. Todo el mundo de pie aclamaba a los artistas. En medio del clamor se oye un gran estruendo, al tiempo parte de la grada se derrumba. La familia Caballé cae al foso. María Jesús se queda al borde del precipicio al igual que Keeler y yo. Salimos a duras penas del peligro. Esta crónica tiene segunda parte que prometo contar mañana.